La Jornada sábado 27 de diciembre de 1997

Fernando Benítez
¿Qué decir?

¿Qué decir? Con infinita tristeza lo repito: tengo cuatro años de defender la causa de Marcos. ¿Por qué de Marcos? Porque es el primero en empeñarse en cerrar una herida abierta hace quinientos años y devolverles a nuestros indios la esperanza de una vida con dignidad y justicia.

El gobierno anterior, durante todo su sexenio, demoró la solución del conflicto chiapaneco. La actual administración también ha dilatado la cuestión, al negarse a respetar los acuerdos firmados en San Andrés Larráinzar.

Con estos antecedentes era previsible la matanza de al menos 45 indígenas simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ocurrida recientemente en Chenalhó.

No tenemos claro aún quiénes son los autores de este genocidio en el que han muerto hombres, mujeres y niños y por eso, quizá, el más doloroso de nuestra historia. Espero que el procurador general de la República, Jorge Madrazo Cuéllar, lo esclarezca pronto y se castigue a los culpables con todo el peso de la ley.

Este ataque a mansalva no debe quedar impune.

¿Qué más decir, si han sido inútiles los numerosos artículos que he escrito en defensa de los indios, así como los de mis colegas de La Jornada y de muchos otros periódicos? Parecen inútiles las palabras. Como sociedad civil debemos estar atentos al desarrollo de este drama tantas veces anunciado.