La Jornada 22 de diciembre de 1997

Presionan clientes publicitarios para que se ofrezcan programaciones menos politizadas

Jim Cason y David Brooks, enviados, Miami, 21 de diciembre Ť ``¿Por qué va el Papa a Cuba?'', pregunta furiosa la voz que sale de un radio que cuelga de un quiosco de periódicos en el centro de esta ciudad, y hoy, como todos los días, cientos de miles de cubanoestadunidenses escuchan las noticias sobre su país de origen, horóscopos, reciben consejos de salud y declaman poemas, pero sobre todo, inundan las ondas de radio con la incesante discusión en torno a Cuba y Fidel Castro.

Las radiodifusoras con programas a micrófono abierto al público en la banda AM son el principal punto de encuentro de esta comunidad, lo que las hace el medio más importante. ``No se puede ganar una elección aquí sin la radio cubana'', señaló recientemente el alcalde de Hialeah, Raúl Martínez.

Hace unos años, cualquier sugerencia, o mínimo indicio, de que un participante en la eterna discusión por radio era ``suave'' en torno al tema de Fidel Castro, provocaría una tormenta de condenas y asaltos verbales. Algunos que expresaban un comentario insuficientemente ``duro'', o peor, un deseo de relajamiento del embargo, eran frecuentemente instados, con tono amenazante, a identificarse con nombre y domicilio.

Pero la radio cubana en Miami está cambiando. Una radiodifusora que antes era la voz del sector conservador de la comunidad cubano-americana, la WCMQ, ha adoptado un formato exclusivamente dedicado a los deportes. Otra, La Cubanísima, ha suavizado su tono y su mensaje a tal nivel que su director de noticias renunció en protesta y se fue a trabajar como director de Radio Marti, la emisora anticastrista que está financiada por el gobierno estadunidense.

Una tercera emisora ha abierto su programación para incorporar voces que se oponen al bloqueo y a la política actual. Además, una nueva estación colombiana aquí en Miami, Radio Caracol, está retando el monopolio de las estaciones cubano-americanas entre el mercado hispano.

Estos cambios en radio reflejan cambios sociológicos fundamentales en Miami. Cuando llegaron los primeros ``exiliados'' cubanos, hace casi 40 años, construyeron una comunidad que representaba casi el 90 por ciento de la población latina de esta ciudad, pero hoy los cubano-americanos representan el 60 por ciento de los ``hispanos'' de esta zona, y se pronostica que dentro de diez años por primera vez conformarán una minoría dentro de la población latina aquí. De hecho, la población colombiana ha crecido tanto que ahora hay varias estaciones colombianas ope- rando en esta región.

La programación y el peso de la radio cubana también está teniendo que adaptarse a cambios dentro de su propia comunidad, en donde la segunda generación de cubano-americanos, menos ligados a la isla y más preocupados con su vida como estadunidenses, está cambiando al público radioescucha.

La generación de anticastristas, jubilada

Muchos de los anunciantes radiofónicos, tal vez conscientes de que la generación más vieja y ferozmente anticastrista se está volviendo de jubilados con menos poder adquisitivo, solicitan actualmente a las radiodifusoras que cambien su programación para captar la atención de esa aquella nueva generación.

Sin duda, estos cambios son aún marginales. Ninoska Pérez Castellón, una directora de la Fundación Nacional Cubano-Americana, todavía es locutora de un programa diario en La Cubanísma, y Armando Pérez-Roura promueve la acción militar contra el régimen castrista desde su cabina en Radio Mambí, y aunque ahora Tomás García Fuste tolera opiniones contrarias, su propia línea política no puede ser más clara: ``Representamos la línea dura del exilio... Cuando Clinton se mueve de una forma equivocada brinco y le resto votos'', comentó por su parte al diario Miami Herald.

Quizá el desafío público más grave para todas estas radiodifusoras fue cuando la cantante Gloria Estefan defendió este año a residentes de la comunidad que habían solicitado la presencia de músicos de Cuba en un festival cultural aquí. En nombre de la libre expresión, Estefan insistió que todos tienen derecho a mantener su punto de vista. Pero la radio repudió a Estefan, y la acusó de simpatizar con comunistas.

No obstante, varios observadores aquí creen que Estefan contaba con más apoyo dentro de la comunidad cubano-americana de lo que se evidenció por radio, en particular por parte de la segunda generación de cubano-americanos, nacidos en este país, y por nuevos inmigrantes que llegaron a esta ciudad después de 1980. ``Hay nuevos inmigrantes y hay una nueva generación'', explicó el sociólogo Max Castro en entrevista concedida a La Jornada esta semana. ``Ambos son factores de cambio, y representan cambios en el debate''.

El analista del Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami indicó que la ideología de la vieja guardia en esta comunidad estaba basada en cuatro pilares: primero, que Cuba está al centro de todo debate, segundo un ``verticalismo'' en donde todo se filtra a través de una hostilidad completa hacia Castro; tercero, que no se permite ninguna tolerancia de otras opiniones sobre la ideología anticastrista, y cuarto, un apoyo político al Partido Republicano en este país.

``La nueva generación no está provocando cambios en el verticalismo, pero sí está desafiando la noción de que no debería de abrirse un debate y eso es el significado de lo ocurrido con Gloria Estefan'', explicó Castro. ``El problema para los de la línea dura es que cuando se empieza a hablar sobre la legitimación del debate es más difícil mantener un apego absoluto al verticalismo''.

Max Castro y otros observadores también consideran que el enfoque central sobre Cuba en todo debate aquí está desapareciendo en la medida en que la segunda generación de cubano-americanos, junto con los nuevos inmigrantes, se preocupan más por empleos, educación y salud para la gente aquí en Estados Unidos, y menos en los problemas en Cuba. El firme control sobre esta comunidad que antes ejercían los de la línea dura ya no está tan seguro, señaló Castro.

Son precisamente estas tendencias las que están provocando cambios en las ondas de radio, en la programación y abriendo espacios para nuevas voces. ``Creo que es una realidad empírica el que ahora existe un debate mucho más vivo'', comenta Castro.

Sin embargo, advierte que incluso mientras los nuevos inmigrantes y la próxima generación podrían no estar de acuerdo con los más viejos, todavía no están preparados para expresar su oposición, y calcula que la mayoría en esta comunidad, a fin de cuentas, aún respalda la línea dura.

``No estamos hablando de una mayoría silenciosa, estamos hablando de una minoría silenciada'', apunta. Estima que entre el 20 y el 25 por ciento de la comunidad cubano-americana favorece la promoción de un diálogo con Fidel Castro, y un porcentaje mayor apoya abrir el debate. La radio, poco a poco, registra estos cambios, que soplan en este aire casi tropical de Miami