Intenso debate de cubanoamericanos sobre el inminente encuentro entre ``Dios''y ``el diablo''
Jim Cason y David Brooks, enviados, Miami, 20 de diciembre Ť Los cubanoamericanos participan en un intenso debate sobre la batalla épica entre ``Dios'' y ``el diablo''. Los teólogos explican el contexto bíblico, las familias están divididas, las ondas de radio estallan con apasionadas y encontradas expresiones (sobre Dios, todos están de acuerdo no sobre el diablo) y es que el Papa viene a verse con Fidel Castro.
El papa Juan Pablo II ha criticado al comunismo, afirma un participante en un programa radial. Pero también es anticapitalista, afirma otro, porque ambos sistemas son ``materialistas''.
Sí, pero el Papa viene a verse con un ``tiránico y despótico'' Fidel, y tendrá que pronunciarse contra él. Sí, pero también condenará el bloqueo.
Pero al mismo tiempo el Papa dijo en 1992 que ``el marxismo es la ideología de la muerte del hombre'', afirma un teólogo.
El legislador Lincoln Díaz Balart, así como directores de la Fundación Nacional Cubano Americana comentaron a este diario que la comunidad está a favor del viaje papal, pero apuntaron que está opuesta al flete del crucero que transportaría a exiliados desde Miami a Cuba para el evento en enero próximo.
Finalmente, la Iglesia católica de Miami decidió suspender el flete del crucero.
Díaz Balart estimó que Castro ha caído en su propia trampa, ya que inicialmente invitó al Papa porque, dice, estaba seguro que el líder del mundo católico moriría antes de enero de 1998, pero ``una vez que uno empieza a jugar con el diablo....''
No obstante, los conservadores tienen grandes expectativas del viaje así como un temor mortal en torno a la visita. Por un lado, ven que podría ser una oportunidad para promover la condena mundial del régimen de Castro y abrir nuevas grietas dentro de Cuba, y al mismo tiempo podría resultar en una esperada condena de las consecuencias humanitarias del bloqueo.
Díaz Balart, entre otros, señala que Karol Wojtyla es recordado por su papel en la democratización de Polonia, pero pareció no entender los problemas cuando visitó naciones africanas con regímenes autocráticos; o sea, no se puede confiar en la brújula política del Papa.
Pero es el Papa, y nadie de esta muy católica comunidad se atreve a criticarlo, aunque algunos comentaristas radiales se preocupan de que podría estar ``senil'', ya que rechazó peticiones de esta comunidad de no aceptar la invitación de Fidel Castro.
Pero el diablo, aunque haya permitido por única vez la celebración navideña en la isla ``como concesión'', no puede ser otra cosa más que el diablo.
Y aquí todos hablan del diablo y su reino.
Como todos los días en esta ciudad, el debate en los cafés, en la radio, en los periódicos, entre académicos, es Cuba.
Como afirma el analista Max Castro, Miami es la única esquina de este país en donde la gente está interesada en el tema de Cuba, que ``a nadie más le importa en todo este país''. Pero aquí, en esta ciudad, el ``exilio'' no ha abandonado su isla.
Todos los días, a lo largo de 37 años, en estas calles, centros comunitarios, uno tras otro evento, a toda hora en radio, se habla de Cuba, se condena a Fidel Castro, y se espera el fin del régimen.
Ayer, una comentarista radial con línea abierta al público, habló de las virtudes de una sociedad libre: ``Es una sociedad en la cual un obrero puede comer una hamburguesa un día, y decidir comer una comida en un restaurante de lujo el siguiente... tiene esa opción, verdad, pero no en Cuba donde los obreros son explotados''.
Entre comentarios al aire, después de las criticas a Castro y descripciones de más actos de represión en Cuba, varios concluyen enviando saludos a sus seres queridos en la isla, y muchos declaman poemas propios.
Sus versos se refieren a imágenes nostálgicas de la isla y, claro, referencias a José Martí, el ``apostol'' de la independencia.
Cuba está en Miami permanentemente: en sus estructuras políticas, en los legisladores que se eligen para representar a esta comunidad en Washington, en los restaurantes, como el famoso Versailles en la Calle Ocho y El Chico en Hialeah, en el café cubano que se consigue por todas partes, en la música.
También hay monumentos conmemorando a esta comunidad, la Torre de la Libertad con su bandera cubana y, claro, el Monumento de Bahía de Cochinos.
¿Quién dice que no hay elecciones libres en Cuba?
Hace tres días se anunció en los periódicos locales que los municipios de Cuba ``celebrarán elecciones generales y democráticas el domingo 18 de enero'', y también se convoca a los presidentes municipales, delegados a la Asamblea Nacional y las asambleas provinciales a un evento de fin de año.
El único problema: las citas son aquí, en Miami, y se trata de los municipios de Cuba en el exilio.
Muchos esperan regresar a su tierra (unos 100 mil lo hacen para visitarla legal e ilegalmente cada año).
Todos los fines de semana, tal como lo ha hecho durante los últimos 36 años, Andrés Nazario-Sargen, de 78 años de edad, dirigente de Alpha 66, acude a un campamento de capacitación paramilitar, donde junto con sus colegas aceita sus fusiles preparándose para el estallamiento de la contrarrevolución en Cuba.
Como él, muchos de la primera generación del exilio han expresado que el régimen de Fidel Castro está por acabarse.
``No han logrado curarse de ese odio primitivo contra Fidel'', considera el sociólogo Max Castro, del Centro Norte-Sur de la Universidad de Miami.
Insisten en que Dios está a su lado, y que el diablo, ``ese mago de las palabras'', será pronto derrotado.
Los ``dialoguistas'' son considerados ``colaboradores indirectos'' de Fidel, ya que con el diablo, ``no hay nada que hablar''.