León Bendesky
Fin del primer acto parlamentario

Después de mucha discusión en la Cámara de Diputados, de lo que parecían posiciones fuertes del PAN y del PRD en materia de impuestos y gastos, de que se había creado un escenario en donde parecía posible una verdadera lucha en torno de la política fiscal del gobierno federal, la Secretaría de Hacienda salió airosa y prácticamente sacó la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos para 1998 sin grandes cuestionamientos. Y no sólo eso, sino que logró un triunfo político al romper la alianza del grupo de los Cuatro que se había visto bien en el periodo de instalación de la Cámara y en la definición de las formas internas de gobierno.

La tendencia de los acontecimientos en el par de semanas previas al final del primer periodo de sesiones del Congreso indicaba que el resultado del proceso legislativo en el asunto del paquete fiscal sería diferente. El arreglo entre el PRI y el PAN en San Lázaro y en el Palacio Nacional se precipitó prácticamente en los últimos momentos y dejó al PRD en una mala posición. Solos y dando una imagen hasta de ingenuidad política, los legisladores perredistas presenciaron una vez más cómo quedaban fuera de la jugada en su intento de modificar el rumbo de la política económica. Se quejan incluso de chantaje por parte del PAN, quien amenazaba con entorpecer la cuestión del presupuesto para el Distrito Federal. Se fueron con la finta, dirían en el futbol. Lo que se veía como una fuerte presión y una capacidad de negociación por parte de las fracciones legislativas de la oposición, que tenían la mayoría en la Cámara, acabó alzando la pregunta entre muchos ciudadanos y ojalá fuera así también, entre muchos legisladores, sobre lo que significa ser oposición al gobierno, pues la verdad es que el PRI como partido brilló por su ausencia y sus diputados hicieron bulto otra vez.

Hubo cambios en el paquete fiscal del gobierno, pero aun sin adoptar posiciones maximalistas, y aceptando que la política parlamentaria se define por la negociación y no por tener posturas contestatarias a ultranza, se esperaba más de las posiciones que por semanas mantuvieron tanto el PAN como el PRD. Se disminuyó la partida secreta del Presidente, aunque se le dejó un enorme margen de discrecionalidad; se destinaron más recursos a los municipios; se redujo el monto destinado a los apoyos al sistema bancario en una proporción mucho menor a la originalmente planteada, y hasta algún diputado despistado del PAN logró meter a última hora un impuesto sobre bebidas alcohólicas que hace que ahora los vinos y cervezas nacionales paguen más impuestos que los importados. En todo caso, las modificaciones al presupuesto presentado originalmente por el gobierno no lo alteraron en más de uno por ciento y la satisfacción que muestra el PAN por el resultado de tan desigual periodo legislativo no es para nada convincente. Entre las demandas de la oposición que se perdieron en los desatinos de último momento está la propuesta del PRD de aumentar en 5 por ciento en términos reales los salarios de los trabajadores del sector público, y en cambio se aprobaron los bonos y recompensas para los funcionarios. Ahí el PRD aflojó en los dictámenes al vapor y las votaciones de madrugada en contra del presupuesto.

El resultado del trabajo legislativo dejó bien parado al gobierno en el terreno de la continuidad de la política económica que tanto deseaba. Le redujo los costos de una negociación política con la oposición en la cual, según se sabía, estaba ya dispuesto a aceptar muchas de las modificaciones propuestas por el PAN y el PRD. No se expuso tampoco al juicio en el exterior, donde los inversionistas extranjeros podrían haber descalificado la debilidad ante la oposición en el Congreso. No sólo le salió muy barato al gobierno este primer enfrentamiento que había sido calificado de histórico en la vida legislativa del país, sino que hasta salió ganando.

Quien parece que ha obtenido también una ganancia, aunque pueda ser de corto plazo es Felipe Calderón, dirigente nacional del PAN, quien según se dice fue una pieza clave en las negociaciones con el gobierno. No sólo mantuvo la posición de su partido en el juego del poder de una manera bastante consistente con las prácticas que ha seguido en los últimos años, sino que puede ser que hasta haya desactivado conflictos que pueden llegar a ser muy onerosos para Acción Nacional. Los casos de Lozano Gracia, el ex procurador, de Fernando Canales el actual gobernador de Nuevo León, dejaron sorpresivamente de ser noticia. También le habría servido para recomponer las fuerzas al interior del partido entre las posiciones divergentes de los principales grupos que se disputan la hegemonía.