Los peritos coinciden en señalar que la alimentación es para el hombre mucho más que la nutrición. En tiempo y en espacio, la alimentación humana es un concepto relativo que se ha ido ajustando a pautas socialmente prevalecientes en cada sociedad concreta. ``La necesidad alimentaria se define con normas sociales y no sólo biológicas'', dice el experto mexicano Julio Boltvinik.
La desnutrición es una mesa mal servida que se apoya en cuatro patas: escasez de alimentos, ignorancia, infecciones gastrointestinales y alimentación inadecuada. Por ejemplo, la discriminación de las mujeres y de las niñas es un elemento importante de desnutrición.
Más de la mitad de los casos de mortalidad infantil que ocurren en el mundo están relacionados con la desnutrición. Su poder destructivo se hace sentir en los millones de sobrevivientes que padecen limitaciones físicas, sufren una mayor propensión a contraer enfermedades durante el resto de sus vidas o quedan mermados intelectualmente.
De los 12 millones menores de cinco años que mueren anualmente de enfermedades prevenibles, el 55 por ciento (más de 6 millones) perece por causas relacionadas directa o indirectamente con la desnutrición. Los cálculos más dignos de crédito indican que en el mundo hay 226 millones de niños que sufren cortedad de talla, ya que su estatura es menor que el promedio entre los niños de su edad.
La diarrea infantil es una de las causas principales de desnutrición. Cada año, la deshidratación diarreica se cobra la vida de 2.2 millones de niños menores de cinco años en los países pobres: 6.027 por día, 251 por hora, poco más de cuatro niños muertos por minuto. ¿Podemos salvarlos? El sobrecito de azúcar y sales de rehidratación oral cuesta menos que un caramelo.
La desnutrición tampoco es resultado exclusivo del hambre, las guerras y otras catástrofes, como se cree generalmente. Tres cuartas partes de los niños que mueren debido a causas relacionadas con la desnutrición son niños a quienes los expertos en nutrición califican de leve o moderadamente desnutridos y que a los ojos de un lego no muestran signos o síntomas de problemas. Es decir que no se limita a si un niño puede satisfacer su apetito porque este niño puede ingerir una cantidad suficiente de alimentos como para calmar su hambre inmediata, y estar, sin embargo, desnutrido. Un niño mal alimentado hasta los seis años corre el peligro de convertirse en desnutrido crónico: padecerá trastornos irreversibles en el lenguaje, lesiones de tipo cerebral, deficiencias en la comunicación y en la capacidad productiva motora causándole serios problemas para el aprendizaje y la adaptación social.
Por tanto, comer mal también ocasiona desnutrición. El exceso de consumo es un factor que recientemente fue incluido en 1972 en las organizaciones de salud de la ONU. Mientras los países hacen esfuerzos por disminuir la mortalidad infantil, aumenta el número de muertes cardiovasculares causadas por la malnutrición y el consumo inadecuado de alimentos ricos en grasas. En Estados Unidos más de 13 millones de niños tienen problemas para recibir la cantidad de alimentos que necesitan. En la Federación Rusa, la tasa de cortedad de talla de los niños menores de dos años aumentó de 9 por ciento en 1992 a 15 por ciento en 1994.
En México y América Central, el uso exagerado de comidas rápidas ha ido cambiando el consumo habitual de alimentos tradicionales como la tortilla, el arroz y el frijol. Enfermedades como la diabetes, la obesidad y la arteriosclerosis son vistas como un déficit alimentario o exceso de consumo de alimentos. Su origen surge de la interacción de la urbanización, el sedentarismo, la mecanización, la inadecuada cultura alimentaria y el consumo excesivo de alimentos baratos.
En suma, se tiene conciencia de que la desnutrición es consecuencia de la pobreza y que una también es causa de la otra. No obstante la crisis mundial de la desnutrición haya despertado hasta la fecha muy poca alarma pública.