Luis Javier Garrido
La alianza

La decisión de la dirigencia del PAN de votar junto con el PRI la Ley de Ingresos (11-12 de diciembre) y el Presupuesto de Egresos para 1998 (13-14 de diciembre), no sólo tiene una enorme importancia para los mexicanos porque mantiene por un año más la misma política económica que ha llevado al país al desastre, sino porque evidencia lo que muchos se resistían a creer: que hay un acuerdo profundo entre la cúpula panista y el salinismo en vistas al año 2000.

1.- El mantenimiento de ``la alianza estratégica'' entre el PAN y el gobierno era sin embargo previsible desde el 6 de julio, en que se vio que Ernesto Zedillo seguiría contando con una mayoría neoliberal, y por eso nada es sorprendente. La supuesta ``nueva alianza'' se ultimó tras un encuentro de Felipe Calderón (jefe nacional del PAN) y Carlos Medina (líder de los diputados panistas) con Zedillo en Los Pinos (10 de diciembre), y otra reunión en Hacienda, en donde tras hablar con el secretario Guillermo Ortiz, los jefes panistas aceptaron avalar las iniciativas oficiales, olvidándose de sus promesas de campaña y de sus acuerdos con la oposición.

2.- La decisión panista fue sin embargo muy grave, pues permite, entre otros aspectos, un presidencialismo discrecional en materia hacendaria y de presupuesto, le otorga al Ejecutivo amplias facultades para endeudar al país y preserva un presupuesto militar irracional destinado a la guerra contra los pueblos indígenas.

3.- Los balbuceos y mentiras de Carlos Medina y Felipe Calderón al afirmar que el dictamen es suyo, que el PRI se sumó a éste y que ahora sí se limita al presidencialismo y se va a fortalecer al federalismo y al Municipio Libre (como dice su desplegado del 14 de diciembre), supone sin duda que los mexicanos no tienen la capacidad de pensar.

4.- El llamado Pacto de Los Pinos demostró además algo innegable, y es el hecho de que la dirección del PAN prefiere negociar y pactar con el ``jefe nato'' del Partido de Estado un apoyo a sus políticas, antes que definir con las fuerzas independientes las políticas de cambio.

5.- La situación es particularmente grave, pues estas componendas no sólo no están llevando a la democratización del país sino que alejan más a México de la posibilidad de alcanzar un estado de derecho. La alianza del PAN con el grupo salinista se sustentó desde 1991 en una serie de complicidades, pero la principal de ellas es la que se podría llamar del mutuo encubrimiento: la de la alternancia en la impunidad. No es de extrañar por eso que durante su gestión como procurador general, Antonio Lozano Gracia no haya tenido más función que la de encubrir los ilícitos del salinismo, o que Carlos Castillo Peraza haya encabezado desde 1995 una campaña para que se le otorgara el perdón a Salinas. El nuevo Pacto de Los Pinos no puede dejar de entenderse, por lo mismo, en el contexto de las graves acusaciones que pesan sobre dos panistas: el ex procurador Lozano Gracia o el gobernador neoleonés Fernando Canales.

6.- La cuestión es por lo tanto muy clara: ¿una serie de componendas oscuras puede constituir una ``transición a la democracia'', como pretenden muchos?

7.- El voto PRI-PAN en las cámaras confirma que la alianza panista con el salinismo es mucho más profunda de lo que muchos suponían, y a nadie se esconde que tiene un objetivo central: el de impedir la llegada de Cárdenas a la Presidencia en el año 2000. Carlos Salinas, por medio de Cordoba y de Zedillo, controla al aparato blanquiazul y no hay la menor duda de que, al igual que en 1994, el próximo candidato presidencial del PAN será un salinista: Carlos Medina, a quien Carlos Salinas hizo gobernador de Guanajuato por dedazo en 1991, o Felipe Calderón, el hombre de confianza de Castillo Peraza, que coincide con Carlos Salinas en una obsesión casi patológica contra Cárdenas. De ahí que sabiendo quién es el verdadero poder en su partido, Vicente Fox haya terminado también por volverse salinista.

8.- Los analistas que de espaldas a la realidad nacional decretaron desde hace tiempo el fin del salinismo, la ``transición democrática'' y una ``nueva mayoría'' en la Cámara de Diputados, tendrán que rendirse ante las evidencias. Carlos Salinas sigue controlando las principales empresas del país y conserva un enorme poder político, pues tiene la posibilidad de imponerles candidatos tanto al PRI como al PAN, el ``sistema'' sigue reciclándose en función de esa alianza entre panismo y salinismo y no hay más mayoría en las cámaras que aquella que sustenta al régimen presidencialista y a la impunidad: la del Grupo de los 2.

9.- El voto en las cámaras confirma además que el grupo gobernante está dispuesto a todo con tal de conservar el poder en el 2000. La torpe campaña contra Cuauhtémoc Cárdenas y el nuevo gobierno capitalino no la encabezan el PRI ni Televisa, sino el diario Crónica y Televisión Azteca: los medios donde la influencia de Carlos Salinas es determinante, y desde luego la dirigencia del PAN, que en su ambición de llegar al poder carece de una actitud ética y no tiene más tesis que las del salinismo.

10.- La ``nueva mayoría'' PAN-gobierno no es desde luego nueva ni constituye una mayoría, es la expresión del mismo conjunto de intereses que en el sexenio pasado llevaron a México al desastre. La verdadera mayoría es la que va a seguir sufriendo las consecuencias de esa política económica.