Julio Boltvinik
Política despolitizada
En su tercer Informe de gobierno, Zedillo propuso una política económica de Estado, es decir, una política económica consensada entre las principales fuerzas políticas que, por tanto, no dependiera de los resultados de las urnas. Una política económica en la que los electores no contemos; sólo los inversionistas. Una política económica despolitizada, sin ciudadanos. Ahora acaba de dar dos pasos en esa dirección: por un lado logró fracturar al G-4 que parecía estarse constituyendo como un verdadero bloque opositor, cooptando al PAN, partido que, inesperadamente y negociando en secreto, terminó votando con el PRI. Por otra parte, con el nombramiento de Guillermo Ortiz como gobernador del Banco de México, al que el gobierno quiere ampliarle las facultades para que defina la política cambiaria, se acerca a la configuración de una política económica zedillista manejada desde el Banco de México, por tanto, independiente de lo que ocurra en materia de elecciones presidenciales en el año 2000.
El PAN pactó con el PRI-Gobierno un presupuesto y juntos lo impusieron. El PAN sostiene que este presupuesto tiene avances importantes, sobre lo cual me reservo mi opinión hasta analizar comparativamente la iniciativa y el presupuesto aprobado. Sin embargo, es obvio que todos esos ``avances'' los habría podido concertar con el G-4, con una diferencia radical: habría sido la oposición la que habría aprobado el presupuesto. El PAN actuó como si nada hubiera cambiado el 6 de julio, como si el PRI siguiese siendo mayoría en la Cámara de Diputados, y de lo que se tratase es de arrancarle concesiones al poder omnímodo.
Esta actitud del PAN me recuerda la extraña desaparición de Fernández de Cevallos después del debate televisivo con Zedillo y Cárdenas, del que salió triunfador. Dejó de hacer campaña durante varias semanas hasta que las encuestas, que reflejaban que ganaría las elecciones presidenciales, dejaron de hacerlo. Ante la posibilidad de ser Presidente de la República, se arrugó y dejó que Zedillo ganara. Ahora el PAN tenía, actuando en el G-4, la posibilidad de ejercer el poder otorgado por el voto popular el 6 de julio. El PAN se volvió a arrugar. El asunto es muy grave. A los electores nos deja con la pregunta: para qué votamos por la oposición, si el Gobierno-PRI sigue haciendo lo que quiere. Paoli Bolio, diputado del PAN, quiso justificar a su partido diciendo que el voto del 6 de julio no había sido por el cambio en la política económica, con la cual su partido está de acuerdo. Es evidente que Paoli se equivoca y que los electores, profundamente afectados en nuestro nivel de vida, sí votamos por el cambio en la política económica. Algunos también votamos por la democracia, que significa frenar el poder absoluto del PRI-Gobierno. En esto la acción del PAN traicionó aún más gravemente el sentido el voto popular. Donde la acción oposicionista hubiese sido útil, el PAN votó con el gobierno. En cambio, donde su voto era inútil, pero lucidor, en las reformas a la Ley del IVA, ahí sí se puso la camiseta oposicionista. Se mostró independiente donde no cuenta y sumiso donde sí cuenta. En todo caso, la fiesta del triunfo democrático ha sufrido un golpe tan helado y prematuro como esta temporada invernal.
La decisión de enviar a Ortiz al Banco de México debe verse a la luz de varios hechos relacionados. La salida de Francisco Gil, que había criticado acremente la privatización bancaria que Ortiz había instrumentado en el sexenio pasado, le deja a Ortiz una Junta de Gobierno sin opositores serios. Si ocurre como se rumora, que el puesto de Gil sea ocupado por Martín Werner, incondicional de Ortiz, éste mandaría plenamente en el Banco. Si además queda en Hacienda algún otro miembro de su equipo, y se aumentan las facultades del Banco, Ortiz quedaría convertido en el ``presidente económico'' transexenal del país, asegurando así la política económica de Estado, es decir más neoliberalismo y más pobreza. Al respecto, Ortiz acepta que la pobreza creció en los tres años que estuvo en Hacienda. No encuentra más camino para revertir este proceso que la famosa tesis del goteo, algo así como que la pobreza se reducirá en la medida en que la mesa llena se rebase y deje caer algunas migajas para los que se arrastran en el suelo, tesis ya rechazada por todos los organismos internacionales, incluido el Banco Mundial. Dijo, repitiendo a Zedillo: ``para superar la pobreza y mejorar la distribución del ingreso, no es suficiente con crecer uno o dos años de 5 a 7 por ciento. Tenemos que crecer diez, veinte años'' (El Universal, 17/12/97).