José Blanco
Casandra XXI (III y último)

Los Estados Unidos Confederados del Oeste declararon su independencia y se unieron a la cuenca asiática con Silicon Valley como ciudad capital, ya desde 2002. En tanto, los Estados Unidos Confederados del Sur y los Estados Unidos Mexicanos del Norte (Baja California, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí) están organizando un país propio, aunque los negros del otro lado del Bravo no aceptan que la lengua oficial sea el spanglishchinesevietnamese porque, dicen, temen la furia de Changó (en eso coinciden ya caribeños y negros gringos).

De otra parte, está en formación la coalición de un llamado ``corredor estratégico'', que intenta ser un Estado-nación, con Florida, Cuba, Yucatán, Quinta Roo, Belice y Guatemala. Campeche pidió su adhesión, pero fue rechazado: parece que intentaba ser una penetración priísta.

Colombia, en acuerdo con los grupos de narcotraficantes peruanos, bolivianos y los propios colombianos, se apoderó de Panamá, que se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en el mayor centro de acopio y distribución de droga en el mundo. El resto de América Latina se halla nuevamente bajo dictaduras militares feroces. Los golpes de Estado comenzaron cuando Menem fue investido por sus allegados como Máximo Mariscal Mayor de Todos los Tiempos y Presidente Adjunto Perpetuo de la Argentina (gobernada directamente vía E-Mail por Al Gore). El resto de los generales sudamericanos dijeron que no podían ser menores que el que se decía Mayor, y se hicieron del poder con ayuda de los AK-47 que los narcotraficantes remataban porque ya nadie los combatía.

Como es natural, los golpes de Estado en América del Sur han estado acompañados del resurgimiento de grupos guerrilleros dispuestos a ``acabar de una vez por todas con una burguesía neoliberal que ha terminado por crear en el mundo una especie de juicio final: esta vez, con el desenlace de la lucha, advendrá sin remedio la verdadera patria socialista'', según han proclamado. Las luchas intestinas latinoamericanas suman ya varios millones de muertos. Todo indica que en poco tiempo veremos una fragmentación de los países latinoamericanos similar a la del antiguo México y a la de Europa. Entre tanto, en las principales ciudades de América Latina cada día decenas de estudiantes realizan manifestaciones gritando una nueva consigna: ¡el pueblo, unido, jamás será vencido!

Africa es la confusión misma. Nadie logra formar un Estado, fuera de Sudáfrica y algunos grupos musulmanes; en el resto hay un combate campal de carácter tribal que ya redujo la población en 40 por ciento.

Sin duda, las bandas más poderosas del mundo soy hoy los traficantes de alimentos. Las principales son rusas, mongoles, chinas y árabes por su gran alcance internacional, pero no hay país donde no reine alguna como el mayor poder político. La índole del tráfico alimentario lo ilustra bien la crónica de un periódico de Tabasco de la semana pasada: en las escuelas primarias de Villahermosa se acercan tipos extraños (nadie está seguro si son hombres o son androides fabricados en Silicon Valley) que a hurtadillas muestran a los niños pequeñas bolsas negras que contienen rabanitos. Piden una fortuna por ellos. Escenas similares se repiten en los siete estados a que ha quedado reducida la Nueva Gran Tenochtitlan, como la rebautizó el presidente Gurría.

Así, mientras Al Gore se marchita como un alhelí puesto en una duna del Sahara, un grupo de científicos holandeses acaba de hacer un descubrimiento: hay múltiples indicios de que debido a la desaparición casi total de la producción manufacturera, al cese de la producción petrolera, a la escasísima generación de corriente eléctrica en el mundo y al nuevo carácter sedentario de la población del planeta (casi nadie puede ir a ningún lado: los aviones, por ejemplo, hace cuatro años todos suspendieron sus vuelos), más de mil especies vegetales y animales dadas por extintas están volviendo a reaparecer: la naturaleza, en alguna medida, acaso pueda recuperarse.

Como siempre Casandra tenía razón, pero como nunca ni la vimos ni la oímos...