La violenta dislocación de la economía japonesa derrumbó a Estados Unidos, al resto de Asia y a Europa. Y de regreso, la de EUA y Europa a la de Asia, en un ir y venir demencial y sin freno.
Bill Gates, el fundador del imperio Microsoft, brilló intensamente por su alto protagonismo en estos tiempos. Ampliamente apoyado por la American National Standars Institute (ANSI), en el marco de los grandes avances sobre artificial intelligence de fin de siglo, y bajo el método de analogical reasoning en el que Gates creía como en sí mismo, desarrolló un expert system, que contenía una base de conocimientos expresada mediante reglas ``si/entonces'' y un mecanismo capaz de valorar la situación y crear inferencias a partir de tal base de conocimientos, referida en este caso a los datos, tendencias e interacciones de las plazas financieras más importantes del mundo.
La conclusión a la que Gates había llegado era simple: si todos los bancos centrales del mundo se asociaban, las reservas de divisas (1.5 millones de millones de dólares) eran absolutamente suficientes --movilizadas en la cantidad que fuera-- para detener cualquier ataque especulativo de cualquier economía. Un monitoreo continuo de todos los mercados financieros del mundo, podía operar en automático el sistema de modo de conservar a todos en equilibrio financiero permanente.
Aún más, mediante una application program interface susceptible de ser operada a través de Internet por cualquier persona, Gates demostraba que su modelo de simulación de la economía mundial configuraba, sin posibilidad de error, un círculo virtuoso continuo por el que la economía planetaria alcanzaba éxitos cada vez más deslumbrantes. Debido a que el modelo de Gates permanentemente anunciaba sólo buenas nuevas, su autor lo llamó Ardnasac (nombre que no es un palindroma pero vale la pena leerlo como tal).
Los absurdos hechos, sin embargo, marchaban por senderos en posición ortogonal respecto al incuestionable analogical reasoning de Bill Gates. Al despuntar el presente siglo Gates fue internado en un manicomio: fue hallado un medio día completamente desnudo corriendo por las calles de Wall Street gritando desaforadamente que la humanidad era una sarta de imbéciles incapaces de percatarse de que lo que el mundo vivía era una pura crisis virtual, y que si alguien sabía de eso era él.
Lo que siguió sí que es para contarse. Todo mundo repudió la globalización, pues la bomba de fragmentación de la que estamos siendo testigos fue íntegramente atribuida a ese proceso. Con asombrosa rapidez, conforme la producción caía verticalmente en todo el planeta, la defensa que se ocurrió a todos fue crear ``trincheras'' económicas. Por supuesto los nacionalismos y fundamentalismos han sido una plataforma decisiva, pero también se han creado coaliciones de intereses un tanto insólitas, impulsando las tendencias actuales de la nueva división política del planeta que nadie sabe en qué parará.
Francia se dividió en los países de los bretones, los francos, los normandos, los galos y otros grupos que aún no aciertan como confederarse. No se diga España: gallegos, andaluces, catalanes y castellanos, cada grupo, su país.
Los vascos españoles se están afanando por crear un país propio con los vascos franceses, pero tienen una diferencia que están dirimiendo a tiros y mediante atentados dinamiteros cada vez más espectaculares: de qué lado ha de quedar la capital del país unificado, del lado español o del francés. Ello a pesar de que las voces ``español'' y ``francés'', en las condiciones de división de Europa, obviamente hoy no denotan nada.
En Italia los grupos que se decían descendientes de etruscos, cartagineses, romanos, celtas y visigodos, reclamaron un espacio con fronteras propias. Adicionalmente, el norte italiano desconoció absolutamente al mezzogiorno por su terca proclividad tercermundista.
En la balcanización europea tuvo mucho que ver la antigua Yugoslavia. La mayoría de los europeos insistía en que se necesitaba estar completamente loco para mantener a toda costa el matrimonio --como el siglo pasado lo hizo Tito-- de quienes nunca pudieron verse ni en pintura. La lección yugoslava, decían, era un tratado de sabiduría política, si bien, reconocían, en el divorcio había habido rudeza innecesaria.
Todo el mapa de Europa pudo hoy haberse dividido ya en más de un par de centenares de países similares a Andorra, Liechestein o San Marino.
Estados Unidos, en cambio, se fragmentó de una manera del todo distinta