La Jornada 17 de diciembre de 1997

Su excarcelación, sujeta a condiciones; no estoy resentido, dijo

Juan Manuel Venegas y Elizabeth Velasco Ť ``No, no voy a hacer política'', dijo Joaquín Hernández Galicia. ``¿Es un pacto? ¿Es ese el compromiso?'', se escuchaban las preguntas, a gritos, de los reporteros. ``No'', contestó de buen semblante La Quina, ``me interesa mi familia... a ella me voy a dedicar''.

El Reclusorio Oriente quedó atrás. Casi nueve años en prisión desde aquella mañana del 10 de enero de 1989, cuando un comando del Ejército Mexicano y de la Policía Judicial Federal rodearon su casa en Ciudad Madero. Acopio de armas, asociación delictuosa y homicidio fueron algunos de los delitos que entonces se le acumularon al dirigente del sindicato de Pemex, 40 días después de que Carlos Salinas de Gortari asumiera la Presidencia de la República.


Liberado del Reclusorio Oriente, Joaquín Hernández
Galicia,
La Quina. Foto: Jose Carlo González

-¿Guarda resentimientos, don Joaquín? -insistieron los reporteros ayer, mientras La Quina, acomodado en el asiento trasero de la suburban que lo sacó del reclusorio, extendía su brazo izquierdo para abrazar a su mujer, doña Carmelita.

-Ninguno. No hay resentimientos, ninguno, contra nadie. Gracias, muchachos, por estar aquí.

Unos cien informadores, entre fotógrafos, camarógrafos y reporteros coparon la camioneta placas WXZ-1964 de Tamaulipas con vidrios polarizados. ``¡No va a pasar, no va a pasar!'', gritaron. ``¡Bajen las ventanillas!, ¡bájenlas!'', exigieron, y lo lograron. Primero, se buscó la foto, la imagen; después, micrófonos y grabadoras, entre empujones, cubrieron el rostro de Hernández Galicia y su esposa.

Se le quería arrancar una frase, pero La Quina -traje azul, camisa blanca y corbata roja- atajó rápidamente: ``No, no voy a hacer política... me voy a dedicar a mi esposa, a mis nietos. Voy a atenderme las enfermedades que tengo''.

-Don Joaquín, ¿qué hará durante los próximos años?

-Todo, menos política.

-¿Qué siente, don Joaquín?

-Me voy triste, porque no me voy con mis compañeros, pero me los voy a llevar muy pronto.

Se refería La Quina a sus seis compañeros del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana que aún permanecen en prisión: Saúl Castillo Castillo, Carlos Anselmo Raga Calderón, Fidel Cárdenas Zaumosa, Mauro Estrada Cruz, Jesús Zúñiga González y Nicolás Cárdenas Collazo, todos ellos detenidos en el operativo del 10 de enero de 1989.

La larga espera

La libertad de quien fuera ``líder moral'' del sindicato petrolero durante tres décadas empezó a negociarse desde mediados de 1996. Amparos promovidos ante el Poder Judicial de la Federación, intenso cabildeo en la Secretaría de Gobernación y recurrentes apelaciones a la liberación preparatoria anticipada que establece el artículo 84 del Código Penal, marcaron el último año de Hernández Galicia en prisión.

Ya en noviembre de 1996 trascendía como rumor la ``pronta liberación'' de La Quina... pero Gobernación paraba en seco esas versiones: Hernández Galicia no ha pasado los exámenes que garanticen su ``plena readaptación'', se argumentaba entonces.

Por ese mes, concedió una entrevista a La Jornada: ``Si se me hace el milagro (su preliberación), me voy a dedicar a mi familia, a mis nietos. Tengo ese derecho''.

Habló también de Carlos Salinas de Gortari, y definió su sexenio: ``Fue una época de terror, y con mi detención inició (Salinas) su política de privatización, antinacionalista, atemorizando a dirigentes obreros, a empresarios... atemorizando a todo el país. Hubo muchos muertos y ahora están saliendo más''.

Era el 2 de noviembre de 1996 y La Quina ya había cumplido las tres quintas partes de la condena que por 13 años de prisión se le había impuesto desde el 12 de enero de 1989. Por efectos ``de buena conducta y su estado delicado de salud, las autoridades están en posibilidades de concederle libertad anticipada. Su negativa obedece a cuestiones políticas'', alegaban sus abogados Luis Bobadilla y David Chávez.

Y pasaron los meses. De su dormitorio en el área de Observación y Clasificación a la cama del hospital del reclusorio. De vez en cuando atendía su pequeño plantío de hortalizas. ``El único lujo que tuve en prisión'', decía.

Expuestos ante la opinión pública los derechos de preliberación de La Quina, en todos los sectores empezó a pedirse su libertad: la jerarquía católica, encabezada por el cardenal Ernesto Corripio Ahumada, no tuvo empacho en afirmar, incluso, que los delitos que se le imputaban ni siquiera estaban comprobados (La Jornada, 6 de noviembre de 1996)

Organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, agrupaciones de abogados y los dirigentes del PRD Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador también pidieron a Gobernación dejar en libertad a Hernández Galicia.

Del amparo judicial al acatamiento de Gobernación

La libertad de Joaquín Hernández Galicia quedó lista finalmente la semana pasada. El Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito Judicial emitió su sentencia al juicio de amparo 757/97 que interpusieron los abogados de La Quina.

La resolución judicial decretó la preliberación de Hernández Galicia mediante el beneficio de la libertad preparatoria. Sólo quedaba ya el acatamiento de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación, que ayer se cumplió.

Mediante un comunicado, Gobernación explicó: se resolvió otorgar el ``beneficio de la libertad preparatoria'' en cumplimiento a la ejecutoria dictada por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal.

Ante la resolución judicial, y en uso de las facultades que le confiere la ley, la Dirección General de Prevención y Readaptación Social decidió otorgar el beneficio de la libertad preparatoria en los términos fijados por el artículo 84 del Código Penal en Materia de Fueron Común para el Distrito Federal, y para toda la República en Materia de Fuero Federal, estableciendo para tal efecto las condiciones a las que deberá sujetarse, las cuales deberán ser observadas puntualmente por el beneficiado, ya que en caso contrario y de acuerdo a la propia ley, el beneficio podrá ser revocado.

``Hernández Galicia fue sentenciado a 13 años de prisión, que empezaron a correr el 12 de enero de 1989, por lo que este plazo finalizará el 12 de enero del año 2001. Por lo tanto, le resta por cumplir una condena de 4 años y 27 días, plazo en el que quedará a disposición de la autoridad encargada de la ejecución de la pena, por los delitos federales por los que fue condenado'', explicó Gobernación.

El último trámite

Poco antes de las 16 horas de ayer, Gobernación hizo llegar a las autoridades del Reclusorio Oriente su resolución para dejar en libertad ``preparatoria'' a Hernández Galicia.

El trámite para abandonar prisión fue ya cuestión de dos horas con 20 minutos. Mientras sus abogados lo cumplían, La Quina se aseó, afeitó y cambió el uniforme beige del presidio por el traje azul, nuevo, que doña Carmelita le compró.

A las 18:20 horas, Hernández Galicia abandonó el reclusorio y, sonrisa de por medio, afirmó a los reporteros: ``No, no voy a hacer política.''