Bernardo Bátiz
La mismapiedra
Los diputados del PAN, en ejercicio de su derecho como representantes populares, votaron junto con el PRI en favor del presupuesto de gastos del año próximo, a gusto de Hacienda, y dejando en la estacada a los demás integrantes del llamado G-4, que encabezados por el PRD presentaron un presupuesto diferente, mucho más favorecedor de la economía popular que de la macroeconomía estatal.
Es cierto que los diputados tenemos derecho a votar según nuestra convicción o nuestra conciencia, pero no lo es menos que tenemos que fundamentar nuestro voto ante los demás legisladores y ante la opinión pública; ahí es donde --a mi juicio-- los panistas fallaron. Volvieron a tropezar con la misma piedra, volvieron a apuntalar al sistema presidencialista en una ocasión en la que hubiera sido posible acotarle sus facultades y elevar por contraparte el poder real del Legislativo.
Ya lo habían hecho durante el gobierno de Salinas, en la creencia de que el reconocimiento de algunos triunfos y algunas ventajas políticas valían a cambio del apoyo a sus antiguos rivales.
En el discurso que pronunció el diputado Medina Plascencia para justificar los votos azules junto con el PRI, dijo entre otras cosas que están luchando en el mundo de la realidad, no en el de las fantasías, y agregó una cita según la cual ``en política no hay dogmas''.
Tanto el rechazo a la ``fantasía'' como a los ``dogmas'' son formas de expresar el pragmatismo en que ha caído Acción Nacional desde hace ya algún tiempo, y es una forma de reiterar su determinación de hacer a un lado los principios cuando están en frente ventajas inmediatas. Es también un expresión acorde con la tesis del sexenio pasado del gradualismo, que pretende ir avanzando lentamente frente a un gobierno que ``concede'' lo que la oposición le va pidiendo o exigiendo.
Maritain, autor que fuera muy caro a los panistas de la primera hora, decía que ``las hazañas de los grandes maquiavelistas nos parecen duraderas porque nuestra escala de medición temporal es extremadamente pequeña en relación al tiempo propio de las naciones y las comunidades humanas''.
Romper una línea de conducta congruente con los principios, y adoptar una que requiere demasiadas argumentaciones para justificarse, más ante los mismos compañeros de partido que ante los rivales, es perder la dimensión histórica de las decisiones. Lo importante no es el éxito circunstancial y momentáneo; el éxito, decía el mismo autor, nunca perdura y deben estar por encima de él aun en el pragmatismo de la política, la convicción y los principios.
Así lo vieron el diputado del PAN que votó en forma distinta a sus compañeros y otros que se limitaron a salir del salón de sesiones para no solidarizarse con el voto fundado más en ventajas materiales que en buscar un avance de nuestro país hacia la vigencia de las instituciones, especialmente la democracia y el auténtico juego de pesas y contrapesas de los poderes federales.