Destaca Monterroso la paz en Guatemala al recibir el premio nacional 1997
Francisco Vidargas, especial para La Jornada, Guatemala, 2 de diciembre Ť El escritor guatemalteco Augusto Monterroso recibió hoy, en el salón de banquetes del Palacio Nacional, el Premio Nacional de Literatura de Guatemala 1997. Fue un acto emotivo al que concurrieron lo mismo anteriores galardonados, como Margarita Carrera y Luis Alfredo Arango, que miembros de la llamada Generación del 40 a la que pertenece Monterroso, además de políticos como Gustavo Porras, secretario de la Presidencia, y Pablo Monsanto, dirigente de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).
En presencia de dos viceministros de Cultura y del director de Arte y Cultura, la escritora hondureña Helen Umaña, Premio Nacional de Literatura de su país, habló sobre la trayectoria del autor de La letra E. Inició su discurso parafraseando el cuento más conocido de la obra monterrosina: ``Cuando Guatemala despertó, Monterroso todavía estaba allí'', y recordó que ``nacido circunstancialmente en Tegucigalpa, de nacionalidad guatemalteca y residente en la Tierra, habita en México, donde tiene instalado el laboratorio de su palabrario''.
En cuanto a su obra literaria, apuntó que ``todos los caminos del ingenio conducen a Monterroso y todos los libros del mundo se dan cita en las páginas subversivas de este gran transgresor de los géneros, en donde la agudeza de la idea se sustenta en la sobriedad de la palabra''. Aseguró que ``vivimos la época de Monterroso, de esta oveja negra de movimiento perpetuo; de este buscador de oro de sinfonías concluidas; de este panegirista del animalero y de las moscas''. No es un escritor para escritores, aseveró, sino ``para el humano de cualquier siglo, para el lector cotidiano, necesario complemento del autor''.
Acto de justicia para un escritor universal
Augusto Vela, ministro de Cultura y Deportes, señaló que dicho acto era ``significativo, justo ahora que Guatemala emprende un nuevo camino de paz y reconciliación'', y recordó que hace un año en el mismo recinto se reunieron con el escritor para celebrar su regreso a Guatemala, después de un largo exilio. Su presencia, señaló el funcionario, evidenció en aquel momento cómo ``las cosas estaban cambiando en este país'', por ello más tarde regresó para ser testigo de la firma de los acuerdos de paz. Con Monterroso se da un ``acto de justicia, por los altos méritos de su literatura universal''. Si bien la ceremonia empezó con escasa asistencia, el salón se fue llenando conforme pasaba el tiempo, y cuando le fue impuesta la medalla y entregado el pergamino, se encontraba concurrido al máximo.
Fue el momento en que Monterroso se acercó pausadamente al micrófono y recordó la ceremonia del 29 de diciembre de 1996, la firma del Acuerdo Definitivo de Paz entre gobierno y guerrilla. Y rememoró ``la viva alegría y el entusiasmo con que vastos sectores del pueblo guatemalteco celebraban ese acontecimiento en el Parque Central'', además de la ``casualidad afortunada'' de su viaje, desde México, con los miembros de la URNG para su reincorporación a ``la legalidad y a su patria''.
Su discurso, con enorme carga emocional, que inclusive motivó lágrimas en el rostro de Pablo Monsanto, quedará en la memoria de Monterroso, de Bárbara Jacobs y de todos los que fuimos testigos de este día, en el que la misma tierra guatemalteca le rindió tributo, pues mientras hablaba se registró un breve sismo.
Al final, fatigado por el acoso de tantas personas que querían felicitarlo, Monterroso salió con Bárbara a la Plaza Mayor para rencontrarse con la ciudad.