Creció 749% la deuda del DF con Oscar Espinosa
Ricardo Olayo Ť El último regente designado deja la ciudad con un endeudamiento que creció en 749 por ciento; la cifra oficial de desempleo ubicada en 153 mil personas --que es un nivel mayor al que se tenía en septiembre de 1994-- y un promedio salarial en recuperación que aún no alcanza el rango de hace tres años.
Señalado por escrito --en julio pasado-- por la dirigencia de su propio partido como uno de los corresponsables de la derrota, junto con los delegados, Oscar Espinosa declaró el domingo en entrevista televisiva que ``había indicios'' de que el resultado en las urnas sería contrario al PRI.
Hoy es reacio a firmar un convenio de mutualidad con el Revolucionario Institucional, no obstante que se comprometió públicamente a hacerlo con el ex regente Manuel Aguilera el 26 de septiembre pasado, durante un desayuno con el sector popular del tricolor.
No son las únicas cuentas pendientes de los muchos asuntos que Espinosa se encargó de difundir como prioridades de su gobierno. Para muestra: en 20 meses de existencia del Consejo de Seguridad Pública del DF jamás reunió al pleno del organismo que es la máxima instancia de coordinación en la materia. La ciudad, en tanto, quedó a disposición de las acciones de mandos militares que incluyeron la realización de operativos ilegales con magros resultados.
A unas horas de que sea relevado, Espinosa termina de reunir entre sus colaboradores los ``libros blancos'' que concentran los asuntos relevantes y los pendientes de las nueve secretarías que conforman el DDF; deja también para el siguiente gobierno una memoria de su gestión.
En su última comparecencia ante la Asamblea Legislativa, el mismo Espinosa apuró la ``evaluación'' de su trienio: ``No puedo decir que hemos vencido. Muchos de los males que afectaban la vida de nuestra ciudad al iniciar esta gestión continúan presentes entre nosotros. Pero hoy hay señales positivas indudables que nos indican que estamos en el camino''.
El tema de la deuda rompió la supuesta tersura en la transmisión del poder. Espinosa solicitó al Congreso aumentar el débito en 7 mil 500 millones de dólares, cantidad que se sumaría a los 12 mil 500 con que terminará endeudado el gobierno. La respuesta de rechazó ya se hizo escuchar de parte de la comisión de enlace; y también los gastos en ``obras innecesarias'' han revelado las diferencia en los estilos de gobernar.
En materia de resultados económicos, el desempleo se ubica en 153 mil personas, 30 mil más que en septiembre de 1994. La masa salarial de la población que cotiza en el IMSS es superior a la de junio de 1995, pero está por abajo del tercer trimestre de 1994.
Este año sí hubo bono anual
Al regente no le ha sido suficiente el tiempo para terminar la negociación de las condiciones generales de trabajo con el sindicato del DDF, asunto que es una más de las herencias al gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas.
Los bonos de actuación que se dio para sí y para los funcionarios de confianza, fueron un escándalo que según algunos de sus colaboradores le causaron el mayor descrédito; sin embargo, ello no inhibió su entrega este año.
El bono anual de 1997 equivale a cuatro meses de salario nominal, según el oficial mayor, Manuel Merino; para el caso del regente significa 200 mil pesos y para los secretarios 125 mil pesos extras a su sueldo, además de los ``incentivos'' y los ``reconocimientos''.
Estos bonos son sensiblemente menores que los entregados en 1995 y 1996 cuya existencia se pudo conocer por la denuncia de servidores públicos de otros partidos. En 1997, el monto del dinero entregado en el segundo semestre causó malestar entre mandos medios consultados porque representa apenas una pequeña cantidad de lo que estaban acostumbrados a recibir. La disminución del monto se dispuso a fin de equilibrar otros renglones del gasto efectuado en el trienio.
Control migratorio o desorden
El DDF estima que la viabilidad de los proyectos urbanos en los próximos 20 o 25 años depende del control en el flujo de población, sobre todo en los municipios conurbados. La meta para el 2020 es que el DF tenga como máximo 10 millones de habitantes y los municipios no más de 12 millones, a fin de poder tener los bienes y servicios dentro del planes programados.
El gobernador mexiquense, César Camacho Quiroz, declaró hace unos días que la entidad ha resentido los efectos del desarrollo al lado del DF por el aumento de la población que hace insuficiente la oferta de servicios.
En sus límites, el DDF mantiene los problemas de contaminación con un promedio hasta octubre de 157 puntos de ozono cada día, cifra que está por encima de la norma permitida, aunque va a la baja respecto de los años previos. Alrededor de 10 mil predios quedan sin regularizar, así como 300 asentamientos humanos donde habitan alrededor de 250 mil personas. Irregulares en el uso de suelo, como su oficina alterna en la colonia San Miguel Chapultepec.
Ricardo Olayo Ť Problema irresuelto en la gestión de Oscar Espinosa, las manifestaciones en el Distrito Federal fueron constantes en contra de su gobierno por mejores servicios y cumplimiento de acuerdos firmados.
De enero a octubre, se originaron en la ciudad 2 mil 446 protestas, ocho diarias, que constituyen un desafío para el próximo gobierno. Según información de la Coordinación de Gestión Social del DDF, más de 972 mil personas se movilizaron por las calles de la ciudad con plantones, marchas y concentraciones.
En los meses prelectorales de mayo y junio se manifestó el mayor número de personas con más de 510 mil, y durante julio y agosto la cifra no llegó a 46 mil personas en manifestación.
La Asamblea de Representantes no pudo culminar la reglamentación de las marchas a pesar de que realizó foros de consulta con especialistas.
Solamente en octubre, hubo 390 manifestaciones con la participación de 86 mil personas, la mayor parte por razones laborales y de impartición de justicia. De ese total, 222 movilizaciones fueron ``independientes'', 143 del PRD y 20 del Partido Revolucionario Institucional.
Contra lo que puede pensarse, no todas fueron al Zócalo; 134 llegaron a ese punto y otras 256 en delegaciones y oficinas de gobierno de secretarías del DDF, entre otras. Al Departamento del Distrito Federal correspondieron en octubre 109 marchas con 14 mil personas movilizadas por problemas de vivienda, regularización de predios y protesta por invasiones.
Daniela Pastrana Ť En el escenario político para el primer gobierno electo de la ciudad prevalece la incertidumbre.
Las dos grandes fuerzas, pulverizadas en la capital, lian con una recomposición interna que no acaba de concretarse; el partido en el gobierno, sorprendido por el poder, traza líneas improvisadas sobre su propio desorden. En el Legislativo local, preso de una composición inimaginable, las minorías se agigantan con sus votos decisivos y la actividad parlamentaria chapotea en los errores.
``Las señales políticas ya no tienen significado; es como jugar barajas con alguien que no conoce las reglas, tira las cartas sin ningún sentido'', dice un viejo político priísta.
Botones sobran. En el PAN, la resaca del 6 de julio ha puesto en riesgo, como nunca antes --ni siguiera en el periodo de José Angel Conchello, que se caracterizó por las constantes fricciones con la dirigencia nacional--, la permanencia de la estructura estatal.
En el PRI, el sector popular --que históricamente ha representado el mayor número de votos en la capital-- cuenta ya dos escisiones importantes, en menos de dos meses, y tiene en puerta una tercera, con la elección del dirigente juvenil.
El PRD pelea contra el PRD. El mismo día que el Consejo Estatal perredista acordó que no habría ninguna presión sobre Cuauhtémoc Cárdenas para el nombramiento de delegados políticos, el comité delegacional de Milpa Alta circuló una carta con cerca de 100 firmas para apoyar a tres aspirantes. En los días posteriores, se han destapado candidatos en prácticamente todas las jurisdicciones, pese a que la dirigencia nacional se unió al llamado del Consejo.
Es el saldo, pues, del 6 de julio. El legado político de Cuauhtémoc Cárdenas, para muchos el candidato a vencer en la contienda por la Presidencia del año 2000 y desde este viernes primer jefe de gobierno del DF.
Los dirigentes de la nueva oposición han asegurado que no apuestan al fracaso de Cárdenas en el DF y que trabajarán en la estructura de su partido para ganar el 2000. El PRD y la Asamblea Legislativa de mayoría perredista juran y perjuran que no serán un apéndice del gobierno.
En los pasillos, se dice que el viernes inicia una campaña de mil días para las elecciones más importantes en la historia del país. Y los reflectores políticos apuntan a una carta: el trabajo de Cárdenas en la capital.
PRD
En el PRD todo es felicidad. Con un presupuesto triplicado y un buen ahorro de la Secretaría de Finanzas, los perredistas iniciarán la administración estrenando edificio. Atrás queda la época de la falta de recursos, en el viejo inmueble rentado de paredes roídas y pisos desgastados.
Con la aplastante victoria en la capital, que les entregó la jefatura de gobierno y la mayoría en la Asamblea Legislativa, además de 29 diputaciones federales en el Distrito Federal, los perredistas aseguran que no serán sumisos ante Cárdenas, que se mantendrán independientes.
Conocida la diversidad de los grupos en el partido --que han llevado a la ventilación pública de los conflictos internos e incluso al debate entre perredistas en la tribuna legislativa--, el dirigente estatal. Armando Quintero, ha convocado a los militantes a la disolución de las corrientes y el trabajo en equipo para fortalecer al gobierno.
``El partido no teme a la confrontación de ideas, pero estamos en la línea de la unidad'', ha señalado también René Arce, el secretario general y vicecoordinador de la fracción parlamentaria.
En los hechos, los grupos se mantienen en bloques. En el nuevo edificio aún no habrá un padrón confiable de los afiliados que, por lo demás, todos los días aumenta, igual que las solicitudes de empleo.
Quintero reitera la consigna: ``Seremos un partido en el gobierno, no un partido de gobierno. No repetiremos los errores del Partido Revolucionario Institucional''.
Sus colaboradores, sin embargo, reconocen que el peligro está en la estructura media.
``Lo que todavía no se ha resuelto es qué vamos a hacer con los inspectores de Vía Pública, con los ministerios públicos, con los directores de área y los jefes de sector de la policía. Para no ir más lejos, con los diputados locales que ni siquiera se preocupan por aprender ahora, que sin querer llegaron a donde están'', reconoce un dirigente perredista.
PRI
El funcionario se echa para atrás en la silla y mira directo, con la tranquilidad que le dan más de 30 años en el partido del poder.
``No es tan grave. Lo más difícil será lidiar con perredistas engrandecidos con su nuevo juguete y, por supuesto, la falta de dinero. Pero el PRI es el único que tiene una estructura de control en el servicio público. El PRD va a tener la directriz, pero no la operación'', dice el priísta.
Tras casi siete décadas de control político, a los priístas les cuesta ser oposición. Les duele tener la tercera parte del presupuesto con el que contaban hace seis meses. Les asusta perder el apoyo institucional del gobierno para el trabajo de gestión.
``No vamos a dejar que el nuevo gobierno merme en nuestras organizaciones'', ha sostenido el líder del PRI capitalino, Manuel Aguilera Gómez.
El ex regente regresó en septiembre a sus oficinas de Puente de Alvarado --que ya había ocupado durante la gestión de Manuel Camacho Solís en el DDF-- para relevar en la dirigencia local a Roberto Campa Cifrián, el hombre al que le tocó asumir la derrota más apabullante en la historia de 70 años de hegemonía priísta.
El 6 de julio, el PRI perdió en todos los distritos, aunque quedó en el segundo lugar de votación. Los 900 mil votos que obtuvo no llegaron siquiera a cumplir el padrón priísta, calculado en un millón de afiliados.
Por primera vez, el voto duro no funcionó. Y nadie se atreve a afirmar que no volverá a suceder.
La evaluación de la actual dirigencia acusa al descuido de la atención ciudadana y la gestión, aunque al interior del partido se reconoce que es el resultado de un proceso de descomposición de años.
La estrategia ahora está en la ``democratización'' del PRI, con elecciones abiertas para designar a los dirigentes y un intenso trabajo de gestión.
Pero los vicios están curtidos. Las impugnaciones al proceso de elección del líder del sector popular, Jorge Schiaffino Izunsa, ya tienen saldos: más de 100 organizaciones de ambulantes del PRI anunciaron la integración de una Alianza Metropolitana de Organizaciones Populares que trabajará independientemente de la CNOP de Schiaffino. Dos semanas después, los tianguistas de la ciudad, encabezados por José Sánchez Juárez, renunciaron al PRI para unirse al Partido del Centro Democrático de Manuel Camacho.
El nuevo riesgo de fractura es la elección de la dirigencia juvenil, que se realizará en marzo. Al interior del partido ya han sirgido voces que reclaman irregularidades en la convocatoria y en la integración de la comisión dictaminadora.
Viejo amigo de Cárdenas, el dirigente priísta ha asegurado que el PRI mantendrá una relación cordial y de respeto con el nuevo gobierno, y sólo en el caso de que no se atiendan los problemas se irán a la manifestación.
Pero en conversaciones privadas, los priístas bromean con la consigna: ``en el amor, en la guerra y en la política, todo se vale''.
PAN
Resignado, un viejo militante panista dimensiona la pérdida: ``1997 era el año del PAN. Perdimos todo. Regresamos al punto de la campaña de Manuel Clouthier, hace nueve años''.
Peor aún, el blanquiazul perdió la puntera política de la ciudad, que había mantenido 18 meses en las encuestas electorales, y en cuatro meses cayó al tercer lugar, a nueve puntos porcentuales del Partido Verde Ecologista.
Hablan los números. Al inicio de la campaña, las expectativas panistas preveían un aumento de 10 por ciento respecto de la votación de 1994, que en la capital fue de un millón 200 mil, y el triunfo en por lo menos 25 de los 70 distritos electorales en disputa. Por descontado estaba la jefatura de gobierno.
El 6 de julio, el PAN apenas alcanzó 600 mil votos, dos diputaciones locales y una federal.
Los dardos blanquiazules apuntaron al desafortunado carisma de su candidato, Carlos Castillo Peraza --al que los mismos panistas eligieron por una aplastante mayoría-- y a la débil estructura local, que no logra superar la marca de 3 mil militantes.
Se pidieron cabezas. No cayeron. La dirigencia estatal ha sorteado dos veces el peligro de convertirse en delegación del CEN, pero a cambio la dirigencia nacional exigió la restructuración de las carteras en el Comité Directivo y una participación en la recomposición del partido.
La estrategia, dicen los panistas en su Ruta 2000 (programa rumbo a las elecciones presidenciales), es abrir al partido a todos los grupos de la sociedad.
En su dircurso, Gonzalo Altamirano Dimas, presidente del Comité Directivo Regional, ha sostenido que el PAN será el primer vigilante del gobierno de Cárdenas, con quien no tiene ninguna relación, pero que no espera su fracaso porque sería mezquino.
En corto, los panistas reconocen que será una relación difícil y que su papel de principal antagónico en la propuesta política puede ser definitivo, dependiendo de la labor del perredista.
Solamente la semana pasada, el PAN se adelantó a la entrega de invitaciones a la toma de posesión y desató un debate falso en la prensa al señalar que no los habían invitado y que ``de todos modos tenían mejores cosas que hacer ese día''.