Uno de los graves errores que han cometido los jóvenes tecnócratas que han estado al frente de este país desde hace unas dos décadas y media, es que creen que gobernar es lo mismo que hacer relaciones públicas, y cuando tienen cargos importantes se ocupan más de estar presentes en los medios, se engolosinan viendo sus fotos en las secciones de sociales de los periódicos y se embelesan oyendo en la radio su propia voz o contemplando su imagen en innumerables programas de televisión.
Creo que algo de eso le pasó al último jefe designado del Distrito Federal, Oscar Espinosa Villarreal, quien se ocupó tanto de promover su propia imagen personal que se le olvidó gobernar.
La ciudad que le deja al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas no es la que él presenta en los incontables programas en los que, en los últimos días, es figura principal. El habla de una ciudad funcionando y con viabilidad a futuro. Sin duda la metrópoli funciona, lo que pasa es que funciona muy mal; las cosas caminan porque los habitantes somos adaptables, nos las ingeniamos para poder seguir viviendo y disfrutando de la capital más grande y alguna vez más hermosa del mundo.
Pero muchos caen en el intento; la inseguridad se ha enseñoreado de las calles y demás lugares públicos, los hogares son asediados, pero la inseguridad no lo es todo, es el problema más ingente, pero hay otros muchos.
La ciudad que deja el regente saliente está cubierta de basura que, especialmente en el Centro Histórico, no se recoge con la diligencia de otros tiempos. A un lado del Palacio Nacional y de la Suprema Corte, en la amplia calle de Corregidora que une a estos dos edificios, sede de los Poderes Ejecutivo y Judicial con el Palacio Legislativo, se ven alteros de desperdicios, el comercio ambulante la hace intransitable y los asaltos, a plena luz del día, se suceden con regularidad bien controlada por los que deberían vigilar.
Y éste es sólo un ejemplo. En Gustavo A. Madero, en Iztapalapa, en la Miguel Hidalgo, en Azcapotzalco y otros rumbos, se multiplican los problemas y se deterioran los barrios y las unidades vecinales. Lo cierto es que lo que está pasando y la ingobernabilidad se parecen mucho y esa ciudad es la que a partir de pasado mañana estará a cargo de Cuauhtémoc Cárdenas; afortunadamente, ni el ingeniero es proclive a exagerar las relaciones públicas como su antecesor ni gobernará solo. Grupos importantes, el pueblo mismo, esperamos, estará a su lado y como es la esperanza de todos, podremos rescatar a nuestra capital.
Por lo que toca a la viabilidad futura, si las cosas siguieran como las deja Don Oscar, sería muy discutible que pudiéramos esperarla con confianza. En algunos aspectos, como por ejemplo, en los cientos de metros de topes metálicos con los que se han llenado las avenidas de la ciudad y que ciertamente entorpecen el tránsito en lugar de facilitarlo, el futuro de la ciudad será de rehacer, de reparar lo mal hecho y corregir los errores cometidos.
Para el futuro inmediato las acciones para corregir los problemas ingentes de seguridad, recolección de basura, comercio ambulante, regularización de la tierra --para señalar sólo unos cuantos--, deberán ser inmediatas y eficaces porque tal y como quedaron las cosas podría sospecharse de una intención encaminada a poner obstáculos al que llega, quien --como él mismo lo ha dicho-- requerirá contar con el apoyo de todos los habitantes de la capital. Fue electo por una amplia mayoría, esa misma tendrá que ser la que colabore con él en darle la viabilidad que el regente saliente recalca, pero que los capitalinos no encontramos.