De las películas de la 30 Muestra, haremos referencia a las ocho últimas acorde con la primera letra de su título. Comencemos con la C de Cartero (el) entra sin llamar (1997), del noruego Pal Sletaune, filme que obtuvo ex aequo el Premio de la Semana de la Crítica en Cannes, entre otros motivos cinematográficos porque Roy, su protagonista, el peor cartero de Oslo y probablemente del mundo, forma parte de aquellos seres invisibles, desafortunados e insignificantes que viven con base en sustitutos. Así, el segundo largometraje de Sletaune no sólo es una metáfora sobre el vicarismo que agobia a muchos humanos, sino también la radiografía visual de estos años terminales plenos de desasosiego. Véala y recree la inmoralidad que estremece a nuestro otrora planeta azul, hoy negro.
D de Dulce porvenir (1997), séptimo largometraje de Atom Egoyan basado en la novela de Russell Banks, cuya historia cuenta la variedad de versiones que cada quien puede tener sobre un hecho específico: un terrible accidente en el que pierden la vida varios niños. Cuatro personajes otorgan coherencia y sentido al filme de Banks/Egoyan que, por cierto, obtuvo en Cannes el Gran Premio del Jurado y el Premio de la Crítica Internacional.
En primer término, de los personajes, el abogado Stephens busca conmover a los deudos para presentar una demanda colectiva que mitigue los daños físicos y morales. En segundo lugar, Zoe --drogadicta y seropositiva-- hija del asesor jurídico, ajena a la tragedia y a la labor de su progenitor. En tercero y cuarto, a Dolores --la conductora del autobús que sufrió el percance-- y Klara --una adolescente abocada al rock, al incesto y a poseer a cualquier precio un ``dulce porvenir''--. Acérquese usted a ellos para entender lo difícil que resulta hablar sobre la verdad absoluta.
La L de Libro (el) de cabecera (1996), singular celuloide de alto contenido erótico de Peter Greenaway --aclamado en el Festival de Cine Fantástico de Sitges (España). La cinta creada por el cineasta británico propone, mediante deslumbrantes efectos ópticos (polivisión), un hecho del erotismo universal nunca antes visto: realizar escritos íntimos, ideogramas, sobre un cuerpo humano acorde a las indicaciones de un antiquísimo libro, Las notas de cabecera, de la milenaria escritora japonesa Shei Shonagon. Ejercicio que realiza una y otra vez sobre la piel de sus amantes la hermosa ``calígrafa'' Nagiko. Vea el filme de Greenaway y aprenda una nueva y excitante manera de redactar.
M de Mirada (la) de Ulises (1995), multipremiada película de Theo Angelopoulos (Cannes: Jurado y Crítica Internacional) cuyo extenso contexto (177 minutos) desarrolla dos grandes temas; primero la celebración --en los Balcanes-- del centenario de la cinematografía a través del rescate del vetusto material realizado en 1905 por los hermanos Manakías y --segundo--, el conflicto en Bosnia pleno de fanatismo, destrucción, muerte. Temática intensa que recoge al mismo tiempo, el pasado histórico de nuestro desastroso siglo y la reencarnación en innúmeras escenas de una mujer prototípica, a quien el protagonista (Harvey Keitel) amó y perdió una y otra vez. La mirada... es, más allá de la nieve, la lluvia y la niebla, el mejor filme de esta muestra.
Q de ¿Quién diablos es Juliette? (1997), de Carlos Marcovich, sobre la cual nos preguntamos: ¿se trata de un documental al estilo del cinema-verite? ¿Es acaso por su manejo cinemático --encuadre, edición, sonorización-- un vidoclip? ¿Contemplemos un largometraje de ficción que narra las vicisitudes de una adolescente cubana y una modelo mexicana? El trabajo altamente narcisista de Marcovich acepta tres afirmaciones. Aproxímese a Juliette y a Fabiola desde esos tres estilos cinematográficos, no se arrepentirá jamás. Al fin y al cabo, el caos es una pulsión inevitable de estos años terminales.
S de Secretos del corazón (1997), quinto filme del hispano Montxo Armendáriz, que nos plantea: ¿cuáles son aquellas vibraciones cardiacas que no llegamos a entender y que nos conducen a universos fantasiosos, o a los espacios del amor o del odio, o a la destrucción y el suicidio? La respuesta la busca, pero no la tiene ni Javi el niño protagónico, ni Montxo el realizador, ni el mismísimo Freud.
V de Viaje al principio del mundo (1997), del cineasta portugués Manoel de Oliveira; y la W de Western (1997), cuarto filme de Manuel Poirier. La primera narra un viaje al pasado guiado por Manoel (Marcello Mastroianni) que otorga la idea de un renacimiento perpetuo. Sobre la segunda concluimos, después de preguntarnos ``¿por qué se le otorgó el premio especial del jurado, en Cannes'', que es un road movie a cargo de dos personajes, uno de los cuales, Nino (Sacha Bourdo), el inmigrante ruso, resulta memorable