Mafalda, todavía vigente porque la injusticia social no ha cambiado: Quino
César Güemes, enviado, Guadalajara, Jal., 1 de diciembre Ť Tuvo, según se sabe, sencillamente que moderar la firma de libros. Sin embargo, una fila enorme de lectores, muchos de ellos asiduos a Quino desde Mafalda, aguardaron con paciencia para llevarse la firma del cartonista, que consiste en una microcaricatura de su propio rostro. Quizá hay algunos inconvenientes para conversar con el maestro, además del esperado acoso a que se ve sujeto.
Pero vayamos directamente al diálogo que mantuvo con nosotros mientras visita nuestro país y trata de ser inatrapable en una Feria Internacional del Libro que es una suerte de amplia red para un pez como él, Joaquín Salvador Lavado, Quino.
--Una producción tan alta como la suya despierta desde luego el interés de saber cuántas horas de trabajo se permite al día, qué tanto descansa o qué tanto se agota.
--Es muy difícil decirlo, porque cuando uno trabaja en su casa no tiene horario. Yo me levanto digamos a las ocho y media, de aquí a que me baño y me afeito, empezaré a trabajar a las 10. De ahí no paro sino hasta el mediodía o hacia la una de la tarde para el almuerzo. Luego sigo por la tarde.
``Pero claro, si en el cine dan una película que me interesa, dejo el trabajo en el momento en que está y me voy a verla. Luego regreso y es importante señalar que al lado de la cama siempre tengo un block en el que voy haciendo anotaciones o bocetos por la noche. Por eso es muy difícil decir cuánto trabajo. Si estoy en un bar, mirando a la gente, lo mismo hago apuntes.''
Observar y buscar para crear
--¿Será que el oficio condiciona la manera de pensar de un cartonista para que el humor se genere? No es una casualidad, pues, que las ideas vayan surgiendo.
--El proceso en mi caso es la observación, esté donde esté, y luego en la mesa de dibujo, con el block en blanco, elaboro las ideas, No es que se te ocurran nunca así, de golpe. Hay que buscarlas.
--Aunque ahora ya no aparecen Mafalda y compañía, sin embargo los temas de su labor parecen los mismos, las preocupaciones son muy similares.
--Es que las cosas no han cambiado. Mi temática ha sido más o menos la misma, hablo de la desigualdad, de la injusticia y todo eso.
``Lamentablemente lo que pasa en el mundo no ha variado, por el contrario, en vez de mejorar empeora. Desde que dejé de hacer Mafalda me parece que hay más injusticia social en todo el mundo, la situación es más severa.''
--¿Elaboró finalmente el duelo luego de desaparecer a Mafalda?
--Nunca fue un duelo.
--¿Una separación de mutuo acuerdo, un divorcio amistosamente pactado?
--Es parte del trabajo, mucho más allá de eso. Mafalda finalmente es un dibujo, una creación, no es una persona.
``Yo la dejo de dibujar cuando me parece que empiezo a repetirme.''
--El caso es que el público, incluso y desde luego una generación nueva, que no creció con Mafalda, la busca, la sigue.
``Así sea tan sólo un dibujo, pues, continúa con vida.''
--Es por eso que decía recién, porque como no han cambiado las cosas, la gente sigue atada a ella al hablar de la problemática actual. Es por esto que sigue vigente. El mundo de afuera de Mafalda es lo que la mantiene con vida.
--En su trabajo más reciente es sencillo advertir que hay claras reminiscencias del personaje y de su entorno, incluso menciones por ahí, como perdidas. No deja de lado ese pequeño universo que creó.
--No, no lo dejo, acepto eso. Publico desde hace 43 años. Y cuando llevaba 11 de hacerlo me encargaron una historieta, la hice, salió bien, la trabajé durante 10 años y funcionó. De modo que para mí ese personaje u otros, son como la madera para un carpintero. Si hago sillas y otro tipo de muebles, sigo siendo carpintero. Mafalda es un mueble que salió bien y quiero continuar con la carpintería. Ahora, es verdad, no hago diferencia entre cómo la dibujaba a ella y cómo hago ahora a mis nuevos o más recientes personajes. Los trabajo igual, los quiero igual. Soy el mismo carpintero.
--A una generación completa le creó usted, desde luego de cierta manera un tanto inocente, la adicción a una historieta. Los hizo dependientes y luego les retiró, sin más, aquello que con gusto consumían. Hay que ser valiente para hacer eso, maestro.
--El problema es que a mí me parecía que empezaba a repetirme. O peor, me costaba mucho ya no repetirme. Dejé de hacer la historieta en 1973. Pero igual cuando llegan los militares en el 76 no hubiera podido hacerla o publicarla. O sea que tanto da que la hubiera dejado por voluntad propia o por imposición del gobierno militar. Además de que fue una época irrepetible.
``No se puede seguir atado a una sola cosa, sobre todo para una persona como yo, a quien le gusta crear algo distinto cada semana.''
--¿Diría usted que en la historieta, como sucede en ocasiones en la música, se improvisa?, ¿o tiene ya todo resuelto de antemano y el trabajo de dibujo es meramente trasladar la imagen que concibe al papel?
--Improviso bocetando, con el block en blanco. Pero si no tengo la idea completa, con toda la situación terminada, no puedo avanzar tranquilamente.
``Lo cierto es que tengo que dibujar todo a lápiz, todo, hasta el último puntito de cada ojo de cada personaje. Y después paso a la tinta. No soy como Fontanarrosa, quien dibuja directamente a tinta.''
--¿Corrige mucho?
--Mucho, el trabajo de corrección es parte de la labor.
--De modo que lo que vemos de su dibujo terminado sí es distinto de lo que empezó a trazar.
--Así es. Y por lo general resulta más fresco lo primero, el boceto.
Pensar en la vejez
--Hay algunos temas constantes en su actual temática, la vejez, la muerte, los músicos. ¿Encuentra la explicación de cómo llegan estos personajes o estos temas a su mundo cotidiano y luego de ahí al papel?
--Bueno, la música como la pintura y la escultura son maneras de expresarse que me tocan muy de cerca.
``Siempre que trabajo tengo música de fondo, y voy constantemente a conciertos. Ese mundo me fascina.
``Además de que ahí se presenta de nuevo el tema de los débiles que se defienden del poderoso, en el caso de una orquesta, del director.''
--¿Y la vejez?
--Es un tema que preocupa a cualquiera, quizá.
--Hay personas que no piensan ni en la vejez ni en la muerte. Tal vez sea algo propio de cierta etapa de la madurez, maestro, y no algo tan común.
--Es posible, aunque también es verdad que los chicos tienen una etapa, entre los cuatro o cinco años, en que el tema de la muerte les preocupa muchísimo. Lo de la vejez es un tema constante y me interesa abordarlo. Me aterroriza, porque implica que se depende de otras personas. Me horroriza tener que depender de una enfermera o de familiares. No me gustaría, aunque vemos que pasa, que uno se quiera tomar una copa de vino y te digan: no, abuelo, el médico ha dicho que eso no. Es tremendo que ni siquiera cuando se es viejo se pueda uno dar sus gustos. Siempre la dependencia es algo malo. Es siempre una situación política.
Los cartonistas, cofradía amistosa
--¿Desde cuándo empezó a notar que las relaciones humanas eran de poder, incluso y quizá sobre todo aquellas que se muestran como más amistosas o amorosas?
--Lo percibo desde bastante pequeño, porque vengo de una familia muy politizada. Mi abuela era una republicana española y comunista. Mis padres fueron republicanos españoles también.
``En mi casa había mucha discusión política. Cuando era chico, como no había televisión, me acercaba mucho a las noticias y al cine. Desde los ocho años empecé a ir al cine. Ahí pude ver en cintas los noticiarios en donde aparecía Hitler diciendo sus discursos, lo mismo que Mussolini o Churchill.''
--¿Tiene algún gusto en particular respecto del cine de hoy?, ¿hay algo que busque de manera específica?
--Lamentablemente el cine ahora ha caído en manos del circuito estadunidense. Uno está en Milán y ve el programa de cine y le pasa lo mismo si está en Buenos Aires. En dondequiera dan las mismas cintas, por lo general de cosas que se incendian o donde aparecen monstruos o peleadores. El cine europeo se exhibe muy poco. En Milán, bueno, se puede ver, pero en Buenos Aires no. En España se ve algo de cine francés, pero poco, lo mismo viceversa. Cuando era chico había muchas más opciones. Sobre todo después de la guerra llegaba a la Argentina mucho cine hindú, polaco, japonés, y todo eso se acabó.''
--¿Ve cine argentino?
--Menos, pero porque se produce poco por cuestiones económicas. Le pasa a Argentina lo mismo que a México, me parece. En Argentina se producen ahora, si acaso, 40 películas al año.
--Tal vez para un cartonista el cine de animación sea una fuente casi necesaria. ¿Es así?
--Pues no me interesa particularmente. Lo que me gusta es ver la gráfica tal cual.
--¿Cómo es la relación con sus compañeros cartonistas?
--Somos bastante unidos, pero es más bien una cofradía amistosa que algo que tenga que ver directamente con el gremio. Además, no es con todos. Con Fontanarrosa hay una muy buena relación. Lo cierto es que muchos de nosotros nos llevamos bien.
--¿Desde cuándo tiene noticia y acude a los dibujantes mexicanos?
--Desde que vine a México por primera vez, hará ya de eso 25 años. Y luego en La Habana, bueno he estado siempre con Helioflores, Naranjo, Palomo. Sí he estado muy cerca de México, de Rius, aquí tengo muchos amigos y sigo el trabajo de varios cartonistas en tanto es posible.
--La vida sigue sin Mafalda, pues.
--Sigue.