José Blanco
Unanse

Tenemos una nueva Unión Nacional de Trabajadores. La UNT intentará inaugurar un camino distinto al drama laboral corporativo cuyo símbolo estremecedor fue la tan prolongada como ignominiosa dictadura sindical de Fidel Velázquez. Saludamos esta iniciativa que, de ser exitosa, puede convertirse en una vía civilizatoria más para la democracia moderna que México debe llegar a ser.

A fines de los años 40 el Estado mexicano, recordémoslo nuevamente, se armó de un poder suplementario para gobernar el proceso de industrialización mediante una línea política sindical simbolizada por el arribo de El Charro Díaz de León al Sindicato de Ferrocarriles. La bandera política a partir de entonces fue una versión estatista, populista y corporativista del nacionalismo revolucionario, que predominó sobre otras versiones originadas también en el crisol de la Revolución Mexicana, como el estatismo frentista de Lombardo, o el estatismo laborista y colectivista por el que propugnó Rafael Galván.

La industrialización mexicana de los años 40 a los 70 se fundó en una férrea pinza política: de una parte, una política de ``precios de garantía'' a los productos de los campesinos (alimentos y materias primas), que eran en realidad deprimidos precios tope para poder establecer bajos salarios urbanos industriales y, por tanto, altas ganancias en la industria manufacturera y en el comercio y, de otra parte, unas formas muy acabadas de control de campesinos y asalariados: la CNC y la CTM con todos sus adláteres oficiales y los no oficiales (el sindicalismo blanco regiomontano principalmente).

Los resultados del ``modelo'' fueron campesinos paupérrimos (particularmente las comunidades indígenas) y asalariados controlados, bajísimos niveles de sindicación, contratos de protección, ``líderes sindicales'' que vendían sus servicios de administración de expectativas y de control obrero a cambio de canonjías políticas personales y de cuotas ``sindicales'' para sus propios bolsillos; pero también industriales, comerciantes y banqueros enriquecidos, en una espiral de desigualdad social en continuo crecimiento y, por si fuera poco, estabilidad social por varias décadas por la vía de tan civilizados instrumentos de control político forjados por la ``Revolución Mexicana''.

Con la crisis de agotamiento del ``modelo'' de industrialización ya desde mediados de los años 70, los juramentos de justicia social del discurso populista quedaron sin sostén y sin posibilidad de seguir generando expectativas falsas. La base histórica popular del Estado ``revolucionario'' fue estrechándose indefectiblemente.

Debido a los cambios en la estructura de clases de la sociedad mexicana vinculados a los procesos de industrialización y urbanización; y debido también a la ampliación de sus sectores medios educados y a la crisis del patrón de desarrollo económico aludida, se abrió en México un proceso de rápida erosión del pacto corporativo y del sistema político mexicano conformado junto con el ``modelo'' de crecimiento industrial; irremediablemente entraron en una profunda crisis los viejos instrumentos de dominación. Los ``sindicatos'' se convertían en organizaciones totalmente disfuncionales a la nueva economía globalizada y competitiva, pero aún así les fue sacado hasta el último aliento para dominar el medio obrero durante los procesos de ajuste económico de los años 80 y 90.

La modernización política y la modernización económica ``pasan'', obligadamente, por la conformación de un nuevo sindicalismo, autónomo, genuino, responsable y claro en sus tesis estratégicas; ello crearía condiciones para llevar a las empresas a fundar su competitividad interna e internacional, no en la depresión de los salarios reales o en más altas tasas de explotación, sino en el establecimiento de políticas de investigación científica y tecnológica, que impliquen reales procesos sostenidos de modernización productiva. Las tensiones y conflictos entre salarios y ganancias, entre sindicatos genuinos y empresarios, en la economía capitalista, van resolviéndose mediante la modernización y el desarrollo tecnológicos. La UNT debe cumplir su papel. Que tenga éxito.