La Jornada martes 2 de diciembre de 1997

Alberto Aziz Nassif
Cárdenas: ¿expectativas imposibles?

El próximo 5 de diciembre, cuando tome posesión Cuauhtémoc Cárdenas como el primer jefe de gobierno electo del Distrito Federal, empezará a develarse el juego de suma cero que ronda los inicios de este cambio: por una parte, la elección democrática y una alternancia en el poder abren un enorme potencial de cambio y de expectativas para la ciudadanía (Perfil de La Jornada, 01/12/97); pero al mismo tiempo, hay una opinión generalizada de que los problemas del DF son tan graves y complejos que resulta prácticamente imposible resolverlos, por lo menos en el corto plazo. ¿Estamos frente a un callejón sin salida o existe alguna forma de superar este empate trágico?

Casi cualquier diagnóstico sobre el DF resulta terrible y fácilmente puede validar la creencia de que esta urbe no tiene remedio. Una ciudad que ha perdido la gobernabilidad, en donde las bandas de la delincuencia organizada forman redes que han cercado y superado a la autoridad y se ha coludido con ella, creándose una amplia zona de impunidad; civiles y militares han terminado en un fracaso y la seguridad pública es un desastre; una gran mayoría de los habitantes ya ha sido asaltado una o más veces; todos los días escuchamos historias que superan ampliamente cualquier programa de televisión, con muertes, torturas, asesinatos, secuestros. Las cuentas oficiales sobre la contaminación resultan poco creíbles, y cada balance es un duro golpe a la salud; en el último año se calcula que sólo ha habido 27 días con una buena calidad de aire y la Semarnap ``no sabe'' si entre 200 y 250 imecas se agraven las consecuencias para la población, cuando la misma Secretaría de Salud pide modificar el índice de contingencia. El transporte público está fragmentado, es ineficiente y está muy lejos de servir como alternativa al uso del automóvil. Los ambulantes se reproducen cada día, su ubicación resulta cada vez más problemática y las rivalidades con el comercio establecido se polarizan de forma creciente. La supuesta recuperación de la economía no parece aliviar los problemas de empleo de la ciudad y hay una fragmentación social creciente que ya tiene manifestaciones graves de desintegración social, problema que se vincula con la delincuencia, los disparados signos de violencia y el desempleo. La corrupción se ha incrementado a niveles intolerables, todos los días se sabe que cualquier trámite es un motivo para la corrupción, desde la mordida al agente de tránsito, pasando por el taxista que necesita renovar su permiso, el que quiere hacer una construcción o el ciudadano que simplemente hace un cambio de placas; en cada caso hay que enfrentarse a trámites absurdos que llevan a situaciones de extorsión. Llegamos al final de una administración que perdió el rumbo, equivocó los métodos, quiso tener mano dura, usó la fuerza indiscriminadamente y sólo consiguió aumentar la violencia; le faltó liderazgo y sensibilidad política.

Una alternancia representa un cambio y sobre todo una esperanza. El agravamiento de los males del DF es casi proporcional a las necesidades sociales, políticas y afectivas de confiar en que el primer gobierno democrático de la ciudad pueda modificar el cuadro. Salvo en contaminación, la ciudadanía cree que va a ver una mejoría (ob. cit). Ya se sabe el tipo de tigre a que se va a enfrentar Cárdenas, pero lo que todavía no sabemos es el tipo de gobierno que va a resultar. Se puede hacer un listado de criterios de lo que debería ser un buen gobierno, tales como la transparencia, la participación, la honestidad, la seguridad, etcétera. Pero, quizá la principal tarea del próximo gobierno será establecer ciertas bases mínimas para hacer otra vez habitable la ciudad. Se necesita sacarla del estado de barbarie en el que se encuentra. Se trata de construir un gobierno que genere confianza y credibilidad, para lo cual es indispensable realizar cambios visibles para la ciudadanía. Se requiere de un liderazgo fuerte, pero no arbitrario; lograr consensos y al mismo tiempo ser eficiente. Los problemas graves del DF están vinculados a grupos, a redes, mafias, intereses, a los cuales hay que enfrentarse. Y para complicar más el cuadro, se cuenta con muy poco tiempo, prácticamente dos años, 1998-1999. Los primeros 100 días serán de vital importancia, como ya ha sucedido en otros territorios de alternancia, porque en ese lapso se medirán fuerzas y se pondrá a prueba al gobierno.

¿Cómo lograr una adecuación entre las posibilidades reales de cambio de un gobierno, con las gigantescas expectativas ciudadanas? De la respuesta a ese difícil equilibrio dependerá que esta experiencia de alternancia no fracase. Le deseamos éxito al primer gobierno democrático en esta misión imposible...