domingo 23 de noviembre de 1997


el Bronx y un líder demasiado decente


ELENA GALLEGOS


Palomeada por Emilio Chuayffet en las horas libres que le dejaba la Secretaría de Gobernación a principios de este año, la nueva fracción parlamentaria del PRI dispone de una dieta especial: sopa de su propio chocolate. Algunos ejemplos.


Cuando la perredista Norma Argaiz lanza la acusación sobre Arturo Núñez, los resortes de la burbuja priísta se tensan: Fidel Herrera parlotea, José Luis Lamadrid masca su puro y lanza puyas hacia la tribuna, Ricardo Monreal dicta a Socorro May López las líneas del contrataque.

Alrededor de la burbuja, una nube de ujieres, curiosos y periodistas bloquea el paso. Y en medio de todos, sumido en su asiento, Arturo Núñez mira a sus operadores sacar expedientes, armar la respuesta, mover las piezas de la minoría mayoritaria de San Lázaro.

Norma Argaiz acusa a Núñez de emplear recursos públicos para las campañas priístas en Tabasco: ``Regala lentes con dineros del ayuntamiento''.

Fidel Herrera se desgañita cuando ordena: ``¡Sobre Porfirio! ¡Vete sobre Porfirio!''

Silencio en el salón. Monreal da una palmada a Socorro May en su camino a la tribuna.

``¡Duro, dales con todo!'', da la orden de arranque Héctor Rodolfo González Machuca, y todos sus súbditos del bronx del PRI arman la gritería.

A esas alturas, los priístas hacen un gran círculo en torno a su coordinador, que sigue sumido en la curul.

May López se va sobre Porfirio. Lee una carta del hermano de Norma, Oscar Argaiz, militante del PRI ``acusado por Muñoz Ledo de ser bisexual e incitar a los jóvenes a consumir droga''.

Estalla ahora el bronx del PRD.

Porfirio no está. La priísta pone la trampa: ``Usted -le dice a Norma- es mencionada por su hermano como testigo contra las calumnias que le imputó su líder Muñoz Ledo'' (en Nacajuca, Porfirio se había valido de un pasquín local para lanzarse contra el candidato priísta, hermano de la perredista, con su habitual: ``Dicen que...'').

Norma regresará a la tribuna sólo para decir que no será ahí donde se limpie el honor de la familia Argaiz.

Ya se ve, en la defensa del líder, todo se vale.

Y los priístas le entran. Hay que defender al jefe. Al líder que, en la definición de Monreal, ``da el perfil del parlamentario que necesita México: serio, ponderado, prudente''.

Puede ser. Pero...

``Quizás -dice al vuelo Monreal- Núñez sea demasiado decente en un parlamento como el que tenemos, en el que todos los días escuchamos vituperios y descalificaciones''.

Por ser ``demasiado decente'', muchos diputados priístas creen que a Núñez le ha faltado garra para evitar el ``mayoriteo'' y las ``ofensas'' de las oposiciones unidas.

Algunos, de larga carrera legislativa, juzgan con una frase al ex director del IFE, ex subsecretario de Gobernación y negociador de la última reforma política: ``No tiene vena parlamentaria''.

Pero a lo mejor el problema es más simple: ni en sus peores sueños previeron los priístas un escenario que no fuera el de la mayoría. Por eso en San Lázaro van de yerro en yerro. Sin que desde Bucareli atinen a decirles cuál es el camino.

RETRATO DE FAMILIA

La bancada del PRI en San Lázaro tiene dos marcas: la mano del secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, y los poquísimos amigos del presidente de la República (antes, Cámara era sinónimo de amigos del Presidente).

Una buena parte de los diputados le deben su llegada a la Cámara a Chuayffet, a quien además se atribuye la designación del líder Núñez y de sus principales operadores: Herrera, Monreal, Lamadrid, Enrique Jackson y la nueva adquisición de la burbuja, Eduardo Bernal.

En las cercanías de este grupo anda el yucateco Carlos Sobrino, líder del Movimiento Territorial del PRI y protegido del secretario Carlos Rojas. Y también el potosino Carlos Jiménez Macías, ex dirigente de los burócratas.

Otro bloque lo forman los ``caballos negros'' de las sucesiones estatales, los enviados de los gobernadores. Es el caso de José Luis Flores Hernández, carta fuerte de Manuel Bartlett para el gobierno de Puebla.

Miguel Sadot Sánchez Carreño y José Antonio Estefan Garfias son prospectos del oaxaqueño Diódoro Carrasco.

En el pequeño grupo de amigos del Presidente se cuentan la doctora María de las Mercedes Juan López, Daniel Díaz Díaz, ex secretario de Comunicaciones; Alfredo Phillips Olmedo, Manuel Cárdenas Fonseca, agricultor de Guasave; Roberto Pérez de Alva Blanco, líder magisterial en Baja California.

Fuera de la burbuja, pero con peso en el grupo del PRI, están los liderazgos sectoriales. El sonorense Ricardo Castillo Peralta encabeza a los legisladores rurales. Los diputados del sector popular son coordinados por Antonio Manríquez, quien ha pasado sin pena ni gloria. Armando Neyra Chávez, mexiquense y hombre de Periquín Rodríguez Alcaine, está al frente de la bancada obrera.

Angel Aceves Saucedo y Guillermo Barnés son de todas las confianzas de Guillermo Ortiz, secretario de Hacienda.

Un sobreviviente en la bancada es Orlando Arvizu, a quien le jalaron las orejas por filtrar que en la Cámara de Diputados se armaba un Galileo como en el Senado.