Después de todo, no sé si existen los crímenes imaginarios. Si te doy una flor y a cambio recibo una bofetada, ¿era flor lo que te di? Mientras algo no te moleste a la altura del corazón no tienes por qué indagar de qué se trata. Me molesta. Es que luego sucede que se van acumulando muchos asuntos como éste, precisamente a esa altura, y no sabes qué hacer. Si me aligero de ellos de modo exagerado volaría, y no es esto lo que quiero. Adquieren la forma de municiones, estas molestias roedoras; no de olas, no de cañadas. Parecen llevaderas, pero no lo son. Son palabras o actos que dices o haces en toda inocencia y que, al ser recibidos por su destinatario, se vuelven contra ti en toda maldad. Podría llamárseles malentendidos, comedia de equivocaciones, el burlador burlado. Te di una flor y a cambio recibí una bofetada de tu parte. ¿Era flor lo que te di?
Si insistes en afirmar que sí, ¿admitirás por lo menos que llevaba dentro un poco de veneno? Me paralizas; ¿cómo voy a saber qué clase de flores produce mi mente?, ¿cuáles resultan ponzoñosas y cuáles no? La materializaste. Lo curioso es que las flores exentas de daño no se vuelven contra ti. He aquí por tanto una prueba de tu crimen. Si sufres significa que eres culpable. ¿No hay víctimas posibles? ¿No hay palabras y actos inocentes? Si te adentras de veras en ti mismo, encontrarás que no. Eres culpable. ¿Y tú? ¿Qué llevaba dentro tu bofetada? Somos culpables. También en sueños, y aún más apenas materializas un sueño. Materializaste la flor. Materializaste la bofetada. No eres culpable de lo que sucede, pero sí de lo que dices y de lo que haces. ¿De lo que sueño? Con mayor razón si le das forma real.
Todo empezó porque le conté que eso lo había soñado. Sonrió y me pasó la mano por el pelo. Reconfortada, lo fui haciendo real. Le di una flor. El la dejó de lado. ¿No te gusta? Sí; claro; mucho. ¿Entonces? Pasaron unos días. En el menos indicado, porque hacía calor y a él le afecta, volví a mencionársela. Si me preguntan de dónde la saqué, ¿qué voy a contestarles? Has creado un monstruo; enfrenta las consecuencias de tus palabras y de tus actos. ¿De mis sueños? Se va a marchitar si no le pasas la mano por los pétalos y a lo largo del tallo; espinas no tiene. ¿Entonces, por qué te molestó? Me molestó. ¿Por qué no me lo hiciste saber? ¿Y detenerte? Nada es cierto. Te di una flor y ¿a cambio me das una bofetada? ¿Era flor? En el sueño, desde el sueño, sí. Pero materializaste tu sueño. Algo tengo que hacer con las municiones; inclusive en sueños, la vida ataca. Dispara y mata. A un pájaro puede ser; ¿pero a ti? ¿Cómo? Por más imaginaria que sea, toda munición lleva carga.
Duda, explora, encuentra la causa. En un momento determinado, justo antes de materializar la flor, guardaste silencio y sonreíste al advertir que la estabas materializando sin una última supervisión de su parte. Fue cuando introdujiste algo en la flor. ¿Esa fue mi culpa? Reflexiona; reconsidera; piensa en posibles consecuencias. ¿Qué te van a preguntar? ¿Qué van a imaginar, contestes lo que contestes? ¿No hay actos inocentes? La sonrisa te delató. Si sonreíste, no era una flor inocente. Era un crimen, muy poco imaginario.
De estos crímenes está hecha la vida. No exageres; apenas las relaciones humanas. Dijiste tal cosa; hiciste tal cosa y fuiste malentendido. Vuelve a intentar. Te di una flor y a cambio me das una bofetada. Se tensa tu expresión; alzas la ceja izquierda. La furia que has acumulado se desborda cuando te doy la flor materializada. Le conté que lo había soñado y me pasó la mano por el pelo. La flor que le doy, la deja de lado. ¿No te gusta? La materializaste. ¿Era flor? En el sueño sí; materializada, no. Flor espada desenvainada. Bofetada metáfora, palabras bofetada.
Existe un tratado sobre los crímenes imaginarios. Son palabras o actos que dices o que haces en toda inocencia y, después de que los recibe su destinatario, vuelven a ti en toda maldad. Si no te duele el corazón al recibir el golpe, se trata de un crimen imaginario. Quedas exento de culpa. Pero si te duele el corazón no es imaginario. Son flores espada, bofetadas estocada. ¿Por qué soñaste una flor estocada? ¿Por qué se la diste a él, que no la merecía? ¿O la merecía? ¿Por qué la soñaste; por qué se la diste? La soñé al verme en medio de un desierto; se la di para abolir mi desasistencia. A cambio recibí palabras bofetada.
Creaste un monstruo. Produje un ángel guardián, no un monstruo. Es monstruo porque nació en el sueño, en la imaginación. Entonces, el mío sí es un crimen imaginario. No si te causó dolor. Nos causó dolor a los dos. Tú lo materializaste en bofetada; yo, en flor imaginaria. Nada tiene explicación; nada responde ni corresponde. Si me das una bofetada y a cambio, de mi parte, recibes una flor, ¿por qué dejas la flor de lado? ¿No la quieres, no te gusta? Tuya, es. La recorre tu savia.