Esta ciudad de historia turbulenta y fascinante ha sido generadora de personajes notables que han luchado por forjarle nuevos rostros, sin que deje de ser la misma. Este fenómeno alcanzó su máxima expresión en el siglo XIX, en el que se parió el México independiente, parto doloroso y crianza no menos cruenta. Fue una centuria de sangre y lágrimas en la que perdimos la mitad de nuestro territorio y la noble capital del país sufrió terribles mutilaciones, como efecto de las Leyes de Desamortización de los Bienes Eclesiásticos, sabia medida que se aplicó tontamente destruyendo construcciones maravillosas que se podían haber adaptado a otros usos, sin mencionar la masacre de bibliotecas, muebles, cuadros y objetos de arte extraordinarios y lo que se vendió casi regalado a particulares nacionales y extranjeros.
A esos desastres hay que añadirles decenas de cambios de gobierno, un monarca extranjero que se vestía de charro y uno mexicano que se disfrazaba de emperador francés. Dentro de esa turbulencia política, social y económica, surgieron hombres como Guillermo Prieto, ese ser excepcional de imaginación y visión inigualables, que dejó una obra inmensa que abarca ensayo, crónica, poesía, crítica, teatro, además de su actividad política, que incluyó la diputación y el Senado en diversas ocasiones, y ser ministro de hacienda cuatro veces y de gobierno.
Herencia memorable constituyen sus memorias, así como las deliciosas crónicas que con el seudónimo ``Fidel'' escribió en numerosos diarios y revistas. Sus cuadros de costumbres dan vida a las calles, personas y lugares de la ciudad decimonónica, nos dice: ``Las calles de México en su transformación, me ofrecen unas páginas materiales; pudieran leerse en ellas nuestras revoluciones, nuestros desaciertos, servir de termómetro de nuestros atrasos o adelantos, de nuestras pasiones, de nuestros caracteres... las calles y las casas también son el espejo de sus dueños: galanas, petimetras y de etiqueta siempre las del centro: rótulos retumbates; allí las peluquerías de París, allí botica Dionisio y Café Paoli... allí los anuncios ``se corta y se riza el pelo por dos reales''... De esa manera el polifacético cronista nos lleva de la mano por la antigua ciudad de México, en donde nació el 10 de febrero de 1818 en el corazón mismo de la capital, en el Portal de Tejada número 5 (hoy Mesones); la casona todavía existe así como la de Tacubaya, en donde vivió años más tarde, ambas nos permiten apreciar la sencillez con la que vivían esos hombres que conformaron la patria. No hay que olvidar la importancia de los cargos que ocupó Prieto durante tantos años y sin embargo su estilo de vida nunca varió sustancialmente. Esa austeridad republicana que caracterizó a los gobiernos juaristas, tristemente se perdió. Tener un puesto político o un cargo de altura, se convirtió en una gran mayoría de los casos en sinónimo de lujo y derroche.
Este año se conmemoran cien años del fallecimiento de Guillermo Prieto, lo que ha dado motivo a innumerables festejos, entre otros, los que ha organizado el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, con el tema: ``Escenarios de Guillermo Prieto'', el próximo es ``Fundador de la Academia de Letras'', que se va a llevar a cabo en las capillas sede del Consejo, que se encuentran enfrente de la antigua Academia de Letrán, con la participación de Andrés Henestrosa, José Luis Martínez, Vicente Quirarte y Miguel Angel Castro; este acto remata con una Degustación de la riqueza gastronómica legada por ``Fidel''. La cita es el martes 25 a las siete de la noche, en San Juan de Letrán 24, esquina Venustiano Carranza, bajo una de las cúpulas más bellas de la ciudad.
Otro recordatorio maravilloso de Prieto ha sido la publicación de sus obras completas, que ha realizado el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Por su parte, la gaceta del Consejo, Crónicas de la Ciudad de México, en su dos próximos números presentará sendos artículos de José Luis Martínez: ``Ventura y desventura del niño Guillermo'' y ``Cómo seducir a una muchacha'', ambos verdaderamente deliciosos. Por cierto, el último número de la gaceta ya está a la venta en los Sanborns, Gandhi, Liverpool y Pórtico; ahora habla de religión y magia en los pueblos de Xochimilco, a través de las voces de sus mayores. También aparecen dos excelentes colaboraciones de Silvio Zavala y Andrés Henestrosa.
No queda más que ir a recordar a Prieto en una de las cantinas proverbiales del Centro Histórico: el Salón Luz --recién remozado-- en la esquina de Gante y Venustiano Carranza con su sabrosa comida tipo alemán: sopa de pollo con huevo duro, carne cruda con anchoas y unos chamorrotes.