La Jornada 19 de noviembre de 1997

Necesario, buscar contrapesos ante la fuerza de las multinacionales

José Antonio Román Ť En la globalidad económica del mundo tiende a desaparecer el nacionalismo y los Estados pierden la facultad de poder aplicar sus propias políticas económicas, que ahora son dictadas por las empresas trasnacionales y los centros de poder, señaló el politólogo Pablo González Casanova.

Al participar en el seminario Visión crítica de la globalidad, señaló que la ``transferencia'' de recursos de las naciones de la periferia a las desarrolladas del centro -mediante varios mecanismos como el pago de la deuda externa- fue de 86 mil millones de dólares en 1972, mientras en 1995 la cifra alcanzó los 378 mil millones, principalmente después de la imposición del modelo económico neoliberal, pues se ha demostrado que este modelo incrementó el monto de las transferencias que ya eran muy fuertes con anterioridad.

La historia futura, señaló, estará hecha de conflictos y negociaciones, lo que se puede ver en el análisis de cómo crece el endeudamiento en algunos países. La deuda empieza a aparecer como un factor político de presiones muy fuertes sobre los gobiernos endeudados, que les impide libremente establecer sus políticas económicas.

Al disertar durante el encuentro realizado en el Centro de Investigaciones y Docencia Económica (CIDE), el ex rector de la UNAM señaló que aun cuando hay un mundo con su centro y su periferia, en los países centrales también hay periferias.

Sin embargo, dijo, el fenómeno no es de países que están explotando o beneficiándose en general de otros pueblos. Es un error pensar eso. El fenómeno se advierte en las transferencias de los grupos asalariados hacia los no asalariados, es decir, del trabajador al empleado en cualquiera de las naciones.

Este fenómeno de empobrecimiento, explicó el sociólogo, se da también de manera creciente en los países desarrollados, donde los sectores que eran pobres hace diez años hoy lo son más todavía, aunque este problema es más agudo en los países subdesarrollados. Ahí, en los países del centro, también ha habido pérdida del poder adquisitivo y desempleo.

Semo: sufrimientos de millones, problema moral de nuestra época

Al comentar la ponencia del doctor González Casanova, el historiador Enrique Semo dijo que la gran pregunta que se plantea hoy la humanidad es: ¿vamos a permitir, sin problemas de conciencia, que una vez más la inmensa revolución técnico-científica que prácticamente se está iniciando se introduzca en la humanidad sobre los cadáveres de millones de seres humanos en todo el orbe?, o por el contrario, ¿tenemos derecho a decir -a 200 años de la revolución industrial en Europa- que las inevitables transformaciones tecnológicas tienen que introducirse por otros caminos, donde no se justifiquen los sufrimientos de centenares de millones de seres humanos?

Este, dijo, es el gran problema moral de nuestra época. Al analizar la época en que vivimos por medio de las categorías de libertad de mercado, desregulación, privatización y aumento de productividad, vemos que éstas son insuficientes y tenemos que penetrar en las consecuencias sociales, políticas y psicológicas que está produciendo ese fenómeno económico.

Insistió en que la revolución técnico-científica apenas comienza, pues los próximos 20 años serán mucho más intensos que los 20 anteriores. Además, mientras en las revoluciones anteriores la tecnología sustituyó el trabajo físico, la actual está remplazando muchas de las tareas de las mentes humanas.

Agregó que la restructuración de la organización del sistema económico está avanzando por saltos y en Estados Unidos se calcula que en los próximos 15 años el desempleo causado sólo por este proceso oscilará entre uno y 1.5 millones de trabajadores anuales. ``Este es el reto. Nadie puede hacer frente a esto y lo que nos toca discutir es cómo lo vamos a enfrentar''.

Debemos preguntarnos en qué condiciones se realiza la globalización. En primer lugar debemos tener presente la creciente importancia de las multinacionales y la consecuente concentración y centralización del poder económico en sus manos. La participación del capital trasnacional en el PIB mundial pasó de 17 por ciento en los setenta a 24 por ciento a mediados de los ochenta y a 30 por ciento en 1995. Las 200 multinacionales más importantes han adquirido un peso abrumador en la economía mundial por la elaboración de sus propias políticas económicas y el control de los flujos económicos.

Hoy, por ejemplo, cinco empresas se han apoderado de más de la mitad del mercado mundial en sectores clave como el aire espacial, el equipo eléctrico, el software, los alimentos preparados y las telecomunicaciones, y están prácticamente concentradas en diez países.

Por si eso fuera poco, su expansión es incentivada no solamente por sus propios gobiernos sino por los subsidios y privilegios de todo tipo en los países donde actúan, como Europa del Este y América Latina, regiones inmersas en procesos de privatización que están liquidando el patrimonio nacional.

Por el momento, el peso de las empresas multinacionales en la economía mundial no tiene contrapesos adecuados. Por eso la importancia de la invitación del doctor González Casanova de pensar en fuerzas antihegemónicas capaces de frenar a estas multinacionales, cosa que los Estados ya no pueden por sí mismas hacer.

El poder del TLC, mediatizado y limitado ante el Grupo de los Siete

En su avance, estas transnacionales multiplican la desocupación a niveles nunca antes conocidos. Y en el proceso de su desarrollo la desocupación se acelera también y no conoce límites o diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados, aunque en estos últimos el fenómeno adquiere características más agudas. ``Esto es apenas el principio de lo que se está cocinando''.

Más adelante, Enrique Semo apuntó que los instrumentos de coordinación económica multilaterales constituidos después de la Segunda Guerra Mundial han sido prácticamente desechados y sustituidos por la dirección de la economía mundial en un pequeño grupo de potencias que se conoce como el Grupo de los Siete (G7), ahora con Rusia como observador. Estos países dominan las políticas del FMI y del BM y, en la práctica, las políticas del GATT, la OMC y la OCDE.

De esta forma, los organismos regionales como el TLC, los procesos de América del Sur y los de Asia tienen un poder mediatizado y limitado precisamente por ese pequeño grupo de países sobre el conjunto de la política a nivel mundial.

En pocas palabras, agregó, en ningún momento de la economía del capitalismo ha habido ese poder por parte de siete países para imponer en todo el mundo una política económica. No hay a la vista una perspectiva clara que posibilite al mundo formas de cooperación económica, de gestión económica a nivel mundial en la cual el resto de la humanidad pueda participar junto con este club selecto para la determinación de rumbos más adecuados al interés de todos nosotros.

El reto para México es solamente uno: integrarse al proceso de revolución técnico-científico plenamente y en una posición dentro del concierto mundial que no nos vuelva a arrojar en los sótanos del subdesarrollo y hacerlo de una manera que la moral de los mexicanos no tenga vergüenza con las generaciones posteriores con lo que se está haciendo en estos años en que estamos viviendo.