Del libro Mercados de valores, de John Rohads, para empresas medianas y pequeñas, se desprende una interesante sugestión: la superación del gran obstáculo de la conversión de compañías de propiedad familiar en instituciones de propiedad pública que ha sido la manera como se manejan con frecuencia las firmas familiares que tiene unos cuantos dueños. La contabilidad de esos negocios suele ser poco estricta y, a veces, sus estados financieros no muestran la suficiente transparencia corporativa cuando se les hace una auditoría minuciosa con vistas a su transformación en compañías de propiedad pública.
Debido a este fenómeno, Rhoads piensa que compañías necesitadas de recursos no se animan a intentar reunir capital mediante ofertas públicas, lo que limita en conjunto los listados potenciales de un nuevo mercado de baja capitalización, tipo Nasdaq. Una manera de aminorar los temores de los dueños de compañías de propiedad familiar para transformarlas en públicas, temerosas de posibles represalias por parte de las autoridades en caso de que se encontrara que los libros de contabilidad de la empresa no se habían llevado bien, sería concertar un acuerdo para establecer una tregua fiscal y no retroactiva entre los empresarios y las autoridades fiscales. No sería ésta la primera vez que se hubieran ofrecido acuerdos fiscales oficiales. En 1989, Carlos Salinas de Gortari ofreció a los mexicanos que tuvieran valores en cartera en el extranjero un impuesto temporal fijo de 1% mediante una ``estampilla fiscal'' para la repatriación anónima de fondos devueltos a México, sin peligro de otro adeudo fiscal retroactivo. El programa tuvo éxito y varios miles de millones de dólares fueron repatriados.
En caso de que se acordara una tregua fiscal entre el gobierno mexicano y los propietarios de compañías mexicanas que listan y venden acciones en un mercado de valores regulado, ambas partes se beneficiarían. Por primera vez, muchas empresas mexicanas tendrían acceso a capital mediante los mercados públicos de valores tipo Nasdaq. El gobierno mexicano se beneficiaría de los ingresos futuros derivados de compañías de crecimiento obligadas a cumplir los estrictos requisitos contables y de transparencia establecidos para las firmas de propiedad pública.
Por otro lado, como sugiere Rhoads, un aumento en la recaudación fiscal de México se lograría vía incremento compensatorio en la productividad. La recomendación de una tregua fiscal entre empresas y autoridades hacendarias fomentaría nuevas inversiones productivas en multitud de empresas viables con potencial de crecimiento. Muchas estancadas o sobrevivientes se volverían productivas y consecuentemente contribuyentes del ingreso fiscal.
El efecto multiplicador causaría además otro beneficio general en la economía interna, traducido en ingresos adicionales para el fisco. Porque --of course-- intensificar la exigencia de pago tributario de la población renuente, sufrida por los salarios reales caídos, acentuado subempleo o desempleo y en muchos casos, sin dinero con qué pagar, fomenta odio creciente y desprecio contra el gobierno y angustia en la población.