Joaquín Coldwell causó más desconcierto, advierte el antropólogo
Blanche Petrich Ť ``Aparentar no entender, aparentar que se piden cosas que no se piden'', fue la actitud del gobierno en las pláticas de paz para Chiapas, asegura el antropólogo Alfredo López Austin. Y ahora, con las recientes declaraciones del delegado del gobierno, Pedro Joaquín Coldwell, el atentado contra los obispos en el norte de Chiapas y las ``explicaciones pueriles'' que brindan las autoridades al respecto, la perspectiva es aún más confusa, alarmante: ``al hablar más como mediador que como representante de una parte del diálogo, nos quedamos todos sin certeza alguna sobre cuál es la posición de los actores''.
En opinión del catedrático, el hecho de que el responsable de la negociación con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional por parte del gobierno federal ``no se asuma como tal sino que hable como mediador --que no lo es--, introduce falsos personajes en el escenario, saca de su contexto lógico sus pronunciamientos'' y contribuye al desconcierto generalizado y a la alarma generadas por el ``gravísimo deterioro'' de la situación en Chiapas.
López Austin refirió que precisamente ``el desconcierto'' fue el estado de ánimo dominante en una reunión sostenida ayer por lo que fue, en su momento, el cuerpo de asesores del EZLN para las pláticas de San Andrés Larráinzar.
``Hasta hace unos meses yo hubiera dicho que existía la posibilidad de crear una ley indígena y de solucionar pacíficamente el conflicto. Hoy no sé. Mi perspectiva ha cambiado. Creo que desde la gira presidencial en Europa, que estuvo cargada de señales negativas, hay razones de sobra para el pesimismo''.
A pesar de ello, nada altera la vigencia y la necesidad de continuar los esfuerzos por lograr la ley de derechos indígenas porque, asienta López Austin, la idea de las comunidades indígenas de ser autónomas no parte de un modelo surgido de la intelectualidad antropológica, sino de su propia realidad: ``son autónomos por marginación y resistencia''.
Para López Austin son ``muchas las cosas'' que confirman que en el gobierno no hay voluntad política para darle una solución justa y cabal a los pueblos indígenas. ``Las pretendidas malas comprensiones son en realidad la única forma de mantener su pobre discurso. Lo que más teme el gobierno en caso de que se estableciera un sistema de autonomías es que los indígenas van a poder proteger su propio entorno geográfico a despecho de intereses no indígenas, incluso no mexicanos, que tienen derechos sobre los mismos territorios''.
--Quizá sea porque el tema de las autonomías no es, digamos, demasiado autóctono y no se comprende a cabalidad ni siquiera dentro de las propias comunidades indígenas. Hasta hace poco sólo los antropólogos y los sociólogos hablaban del tema. Ahora los juristas.
--Hay planteamientos de intelectuales, principalmente de antropólogos, que formulan modelos que llevan a las comunidades. Pero lo que ha tenido una mayor adhesión en los pueblos indios, y que es el eje del acuerdo de San Andrés, son propuestas surgidas de las comunidades indígenas, no un modelo que ellos traten de seguir. Están partiendo de una realidad, de una vida autónoma por marginación, por abandono, por resistencia a una sociedad a la que no quieren seguir perteneciendo en condiciones de inferioridad. Es un movimiento que las comunidades entienden mejor de lo que los intelectuales pudieran llegar a entender.
--¿Como sintetizaría las aportaciones que los foros de San Cristóbal y los congresos del CNI han hecho a los conceptos contenidos en los acuerdos de San Andrés?
--Básicamente, el fortalecimiento de la comunidad. Precisamente aquí está una de las diferencias con algunos de los planteamientos de la intelectualidad antropológica.
--A propósito de esta diversidad, ¿varían las propuestas y aportaciones de los pueblos indios conforme a sus regiones, sus culturas? ¿Difieren sus prioridades según la etnia?
--Hubo distintas corrientes, pero se logró un consenso, a contracorriente de la dinámica general en el país, bastante contraria a la posibilidad de consensos. Una considerable mayoría estuvo a favor de una autonomía, más enfocada a la comunidad. Hubo otra corriente que se enfocó en una autonomía regional por encima de las distintas etnias que ocupan esta región, que vino sobre todo de la ARIPA, una organización numerosa, con líderes intelectuales de un prestigio tan grande como Héctor Díaz-Polanco, un hombre con una experiencia muy grande, luchador. Sin embargo, no tuvieron mayoría. Es una posición muy interesante, pero la primera posición tiene más posibilidades de desarrollo, con menos enfrentamiento.
Hay regiones que tienen un peso muy considerable en ciertos planteamientos, como Oaxaca. Pero no se está peleando por fracciones. Creo que una de las grande ventajas del movimiento indígena es que no es chiapaneco ni oaxaqueño, sino que trasciende; no pertenece a determinadas etnias, sino a todos los que en México están en esta misma situación. No es un movimiento racista, independientemente de que la mayor parte de sus componentes sean indígenas.
--También es un movimiento que nada a contracorriente de los modelos de nación actuales, supuestamente modernos, neoliberales.
--Pero no son la única alternativa. El propio gobierno neoliberal reniega hasta del nombre de su ideología. Reconocemos que habrá que luchar mucho. Basta ver la televisión para ver cómo el gobierno se resiste, llegando incluso a extremos de dar una visión totalmente amarillista, como el hablar de que con las autonomías habrá reinstauración de los sacrificios humanos y cosas de esas.
--Se han expresado fuertes argumentos en contra de las autonomías. Uno de ellos es que los sistemas políticos y jurídicos indígenas actuales no son los más democráticos.
--Es cierto que todo sistema es perfectible. Hay sistemas que se han mantenido durante cinco siglos en la peor de las situaciones posibles. Cuando las condiciones de estos pueblos cambien, los sistemas cambiarán. Suponiendo, sin conceder, que los sistemas indios tengan aspectos poco democráticos, que violen derechos humanos. No es algo inherente a estas sociedades. Vamos a ver qué pasa con esos sistemas cuando sus condiciones sean más favorables. Pueden llegar a ser democracias nacientes.
--Otro argumento, citado por el secretario de Gobernación, asegura que la autonomía sería dejarlos vivir en la autarquía...
--¿Cómo viven ahora? ¿Viven en el mundo moderno? ¿Están al día? No están fuera del sistema pero les toca la parte más dura, precisamente por vivir en él. Hasta ahorita y desde la Conquista otros les han hecho sus proyectos de vida: qué religión deben tener, qué costumbres deben seguir, qué tecnologías rasuradas deben adoptar, qué sistema económico de inferioridad deben mantener.
Todo les viene de fuera. Y sin embargo tienen una cultura tan vigorosa que la han utilizado como medio de defensa. Si sus condiciones fueran distintas su cultura cambiaría, como cambia la nuestra. Se adaptarían, encontrarían una puerta a la vida digna como mexicanos. ¿Por qué la Constitución no puede cambiarse en beneficio del pueblo mexicano, si se cambió, se mutiló por el capricho de un proyecto que no convenía al pueblo?
--En la contrapropuesta gubernamental, ¿qué se pretendía en el fondo, una revisión, como se dice oficialmente, o una modificación de los acuerdos de San Andrés?
--No fueron meras precisiones jurídicas. Se está negando lo que se había firmado. Ejemplo: el del sujeto jurídico, que es importantísimo. No es lo mismo reconocer los intereses de los pueblos indígenas que, como el gobierno plantea, reconocer los usos y costumbres. El gobierno no quiere salir del impasse, aunque no puede dejar de predicar que busca el diálogo. Pero la falta de control político está llevando al gobierno a actitudes desesperadas. Cuando un gobierno llega a estos extremos hay que tener cuidado. Podemos cambiar de la dictablanda a la dictadura.