OPERACION ANTIAMBULANTES
Raúl Llanos Samaniego Ť Día de conatos de enfrentamiento y de tensiones en el Centro Histórico; de operativos, pero también de mentadas, de decomisos y de camionetas sin placas. Escenario en el cual los principales actores fueron granaderos, inspectores de Vía Pública, ambulantes y hasta subdelegados de la Cuauhtémoc, sumidos en una lucha por la sobrevivencia: unos por quedarse en las calles, otros por seguir en sus cargos.
Fue el ``círculo vicioso'' o, mejor dicho, la historia sin fin. Granaderos en espera de órdenes para desalojar vendedores; comerciantes toreando inspectores que fingían frente a los subdelegados; y éstos justificándose ante el delegado.
Operativo policiaco en Moneda y
Corregidora
para evitar la venta ambulante. Foto: Carlos
Ramos
Mamahua
A final de cuentas, todos hicieron lo que quisieron, o lo que pudieron.
La orden había sido precisa desde temprano. Carlos Vega Memije, responsable de la Cuauhtémoc, comisionó a seis de sus subdelegados para impedir a toda costa la instalación de los ambulantes. Es más, cada uno debía asumir la paternidad de calles como 5 de Mayo, 20 de Noviembre y Tacuba, y no descuidarla... por ganas no pararon.
Con esa consigna, por lo menos cuatro desgastadas unidades de Vía Pública, sin placas, pero repletas de inspectores, avanzaron en convoy por las calles del Centro Histórico. Otros corrían con el walkie-talkie en la mano, alertaban, advertían a los ambulantes: ``Cuidado, porque ahí viene el jefe''.
Como todos los días, como todas las semanas
Ni modo, a levantar de nueva cuenta, como todos los días y como todas las semanas, los hules, las tablas, los muñecos de peluche, los carritos con la fruta, las bolsas con la ropa, ``en lo que pasa el señor subdelegado'', prometían los inspectores.
Cuando el susto pasaba, de nuevo los puestos a las calles, ya sea frente a las iglesias, estaciones del Metro... o frente a los granaderos, quienes se han resignado a convivir --más que combatir-- con los ambulantes. Y es que desde Moneda hasta Tacuba; de 5 de Mayo a Bolívar; de 16 de Septiembre a Palma; de Corregidora a Colombia, se desplegaron cerca de 600 uniformados, sólo a la espera de órdenes de desalojo, las cuales nunca llegaron.
Ni siquiera acudieron cuando la subdelegada de Participación Ciudadana, Alejandra Sánchez Gavito, se vio enmedio de un conato de enfrentamiento en la calle de Palma, frente al número 12. Ahí, líderes de ambulantes, azuzados por una televisora, bloquearon el paso a las unidades de inspectores, los encararon y arrojaron de todo, desde latas, piedras y frutas, además de mentadas.
Gritos, empujones, amenazas, llamadas de apoyo. En segundos, más inspectores, más ambulantes; unos con palos o piedras, otros con varillas o tubos, pero se confundieron. No se supo quiénes eran de aquí y quiénes eran de allá. Finalmente, las cosas no llegaron a mayores.
Esa fue la historia de todo el día. Ya la noche se encargó de borrar todo. Un día más. Quizá hoy las cosas vuelvan a ser iguales, a pesar de la advertencia del delegado Vega Memije de dar de baja o fincar responsabilidades penales a quienes toleren a los ambulantes.
Y todavía falta un mes para que oficialmente se instalen los vendedores en las calles del Centro de la ciudad.