La Jornada 1 de noviembre de 1997

La ex candidata, dispuesta a no contender en caso de nuevos comicios

Andrea Becerril Ť La ingobernabilidad en Campeche aumenta, al igual que la represión en contra del movimiento de resistencia civil iniciado hace 117 días, señala Layda Sansores, y advierte que la situación puede tomar dimensiones ``más dolorosas'', por lo que la única salida es la renuncia inmediata al gobierno del estado de José Antonio González Curi.

Precisa que está dispuesta a hacerse a un lado y no contender en caso de que se llamara a nuevas elecciones e incluso aceptar un gobernador de transición, capaz de unir a la sociedad campechana, hoy fracturada.

En amplia entrevista, señala que el pueblo de Campeche la sigue apoyando y ``sin reflectores ni micrófonos ha librado una lucha heroica'', porque los medios de comunicación a nivel local y nacional han hecho el vacío a ese movimiento postelectoral que sigue vivo pese a desalojos violentos, torturas a los manifestantes e incluso la muerte de una bebé de nueve meses a quien le estalló una bomba de gas lacrimógeno, hecho que el gobierno estatal trata de ocultar.

Después de las muchas marchas y plantones en la intensa actividad que ha desarrollado antes y después del 6 de julio, la senadora perredista luce muy delgada y dispuesta, afirma, a seguir denunciando lo que pasa en Campeche, porque ``no es posible que González Curi insista en convertir el palacio de gobierno en cuartel de policía y cámara de tortura''.

Resalta también que si antes el presidente Ernesto Zedillo y el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, no quisieron investigar las pruebas del fraude electoral, ``quizá ahora si quieran investigar las muchas y graves violaciones a los derechos humanos que se han cometido contra los campechanos''.

La charla se lleva a cabo en las oficinas del PRD en el Senado. Ahí, la legisladora señala que a la par que el coraje y la resistencia de los campechanos, se ha ido incrementando la violencia de González Curi y, contradictoriamente, se ha estructurado una campaña para acusarla a ella de ser quien pretende ``incendiar'' el estado.

Para dar fe de ello muestra un video filmado el pasado 19 de octubre, durante el tercer desalojo del plantón que mantienen en Plaza de la República, a un costado del palacio de gobierno.

Sansores va narrando, apoyada en las imágenes. ``Vea: como todos los días, llegamos con nuestras banderas y consignas. Había jóvenes, mujeres y niños; dimos una vuelta al palacio de gobierno, lo hacemos todos los días. Luego nos sentamos en las escaleras, nunca se pensó en entrar, el palacio está rodeado de vallas metálicas, pero ese día había además policías''.

En las imágenes del video se ve a los agentes policiacos y junto a ellos otros vestidos de civil que comienzan a lanzar piedras y palos a los perredistas.

``Al mismo tiempo los bomberos nos echan agua helada encima, retrocedemos para regresar al campamento de Plaza de la República, pero la policía nos sigue, corretea a los compañeros por todo el malecón, entran inclusive a la catedral''.

Destruyen el campamento, se roban equipo de sonido y todo lo de valor y golpean con saña a la gente, ``sin permitir que los camarógrafos y fotógrafos entren, inclusive al fotógrafo de Tribuna, Alan Gómez, que se había colado, lo patean hasta en los testículos''.

El extraño caso de la niña muerta

La cinta grabada por los perredistas muestra a policías golpeando a personas tiradas en el piso, a otros se los llevan casi arrastrando, pero no los meten a las patrullas estacionadas.

Sansores precisa que tienen los testimonios de 26 perredistas a quienes ese día llevaron a los sótanos de palacio de gobierno y ahí los torturaron. Hay dos desaparecidos.

Sin embargo, ``González Curi trató de borrar toda huella, a muchos niños gaseados los llevaron a hospitales, pero sus registros no aparecen''.

El caso más polémico es el de la bebé de nueve meses, Cintia Camal, la que, ``según varios testimonios, fue muerta en la Catedral, pues iba en brazos de su madre y le cayó en el pecho una bomba de gas lacrimógeno''.

Es un caso, precisa, que los perredistashan investigado a fondo y tienen testimonios de cuatro personas que en Catedral la vieron muerta, escurriéndole un líquido blanco de los labios, abrazada por su madre, quien buscaba un taxi para salir del lugar.

Después desapareció todo rastro, ``hasta una semana después en que sus padres, Antonio Camal y María Cristina Canché, dan una conferencia de prensa, en la cual ``niegan que la bebé haya muerto en Catedral y dicen que no quieren hablar conmigo''.

Pero caen en muchísimas contradicciones. ``Entiendo, porque son personas muy humildes a las que González Curi debe estar presionando.

Nosotros investigamos y descubrimos irregularidades muy graves: primero, la mamá desaparece misteriosamente y ningún hospital registra ni la entrada ni salida''.

Sin embargo, el acta de defunción que los padres mostraron en palacio de gobierno ``nos crea más sospechas, pues en el libro de registros de defunciones del IMSS, el de Cintia Camal aparece como el mismo folio del niño García Dzib y este niño quizá falleció porque en el mismo registro aparece más adelante con otro folio''.

Vigilan policías el panteón donde yace el cuerpecito

También ``es extrañísimo que el acta de defunción de la bebé la hiciera el ayuntamiento y uno de los testigos es la líder priísta Guadalupe Beltrán. El domicilio de la madre, según esa acta, está en la colonia San Joaquín, una de las que controla la líder mencionada, pero nadie conoce ahí a Cristina Canché''.

Tanto misterio ``algo esconde'', el panteón donde la bebé fue enterrada -que tardamos varios días en encontrar- se encuentra vigilado por policías, algunos hasta escondidos tras los arbustos''.

Por todo ello, pidieron que el cadáver de Cintia Camal fuera exhumado, pero las autoridades y los padres se han opuesto.

``No es exageración decir que en Campeche se está instaurando una dictadura peor que la de Pinochet'', agrega Layda Sansores e informa que organismos defensores de derechos humanos como Amnistía Internacional están preocupados y han dado seguimiento a lo ocurrido durante las elecciones y después del 6 de julio.

No duda ni un momento de la firmeza de sus muchos miles de simpatizantes, los que después del 19 de octubre, algunos aún heridos, regresaron a levantar el campamento. No duda tampoco que González Curi no podrá gobernar, por eso plantea que se designe un gobernador de transición.