Sin duda, el primer conflicto de importancia que enfrentará el próximo gobierno del Distrito Federal durante sus primeros días será el comercio ambulante. Diciembre y enero son meses de intensos consumos y, en consecuencia, de abiertas disputas por las calles del Centro Histórico, las zonas aledañas a los mercados públicos y las estaciones del Metro.
Ello explica el sentido previsor del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, quien con su equipo y sin esperar a la toma de posesión, inició hace semanas los primeros contactos con algunos líderes y organizaciones del comercio ambulante, con el propósito de encontrar nuevas soluciones a un problema que parece no tener fin.
Aun así, hay claras muestras de volverlo más crítico. Resulta incongruente con el discurso conciliador del actual gobierno, la entrega prematura de miles de permisos para las ventas de fin de año, privilegiando desde ahora algunas organizaciones en las calles más rentables. Las autoridades saben bien que los reclamos de otras organizaciones por obtener dichos permisos en igualdad de circunstancias se tornarán en violentos enfrentamientos no sólo con la autoridad, sino entre las mismas organizaciones.
Hay otro problema a prever. Después del 6 de julio los viejos liderazgos caciquiles no desaparecieron sino sólo cambiaron de piel. Un gremio como el de los comerciantes ambulantes, unido no por la ideología, sino por sus intereses de sobrevivencia diaria, está acostumbrado a constantes cambios de filiación, incluso partidaria. En los últimos meses el PRI y el extinto partido del ferrocarril han visto decrecer sus filas, y en cambio las pequeñas organizaciones pertenecientes al PRD y al PT se han fortalecido. Ayer nuestro compañero Raúl Llanos reporteó aquí el amparo, que según las autoridades del Metro han brindado y brindan éstos partidos a los comerciantes en sus accesos.
Es obvio, un ambulante buscará siempre aquella organización que le brinde mayor protección política, lo cual explica también el acercamiento de algunos ex líderes del PRI con el próximo gobierno perredista. La pregunta es si tal amparo político será brindado a esas organizaciones perredistas por un gobierno de similar filiación partidaria. De todos modos el desbordamiento del comercio ambulante se dará en las calles; de ahí la importancia por encontrar caminos distintos a los fracasados programas de reordenación del comercio informal. A manera de contribución, he aquí dos propuestas.
En una simple lógica de mercado, la ubicación del comercio ambulante en los cruces o corredores del transporte se debe a que tienen ahí su mayor demanda. Por eso han resultado inútiles los programas para reubicarlos en otras partes; la experiencia ha mostrado que siempre retornan a las calles más transitadas y a las banquetas más cercanas a las estaciones del Metro.
Una primera propuesta es experimentar la ocupación ordenada del comercio en algunas calles del Centro Histórico, suprimiendo su uso vehicular para convertirlas en corredores peatonales-comerciales. Tal opción, que probablemente causará fuertes protestas del comercio establecido y sectores irritados por la ocupación ilegal de las calles, es algo más que una reiterada propuesta nuestra; opera ya sin ninguna dificultad en la zona comercial de Polanco, donde una calle ha sido ocupada por puestos fijos con la autorización oficial. Sería entonces, un buen ejemplo para trasladarse a otras partes de la ciudad.
La segunda propuesta es remodelar algunas estaciones del Metro para instalar en sus interiores espacios adecuados para el comercio popular. En otras grandes ciudades como en Nueva York, las estaciones del Metro cuentan con áreas fijas para el comercio y en algunas otras como en Tokio son, incluso, centros comerciales. Aquí el caos, el desorden y los enfrentamientos entre la fuerza pública y los comerciantes en el Metro se presentan precisamente porque no se han edificado los espacios adecuados.
Con ambas propuestas desaparecerían o por lo menos disminuirían los inspectores que intentan suprimir infructuosamente al comercio ambulante con un Bando de Policía que ha resultado un fracaso para sus fines, pero todo un éxito como fuente inagotable de corrupción y de ilícitas ganancias para muchos funcionarios.
Extraña ante los esperados y próximos conflictos, la pasividad de los asambleístas para dictar y aprobar nuevas medidas, particularmente los del PRD y PT, entre quienes figuran dirigentes sociales con fuertes influencias en algunas organizaciones del comercio ambulante.
Por otra parte, es conveniente pactar desde ahora acuerdos políticos que incluyan nuevas propuestas, con las organizaciones del PRI cuyo presidente en el Distrito Federal, Manuel Aguilera, es al mismo tiempo coordinador de esa bancada en la Asamblea.
En materia de comercio ambulante no hay por qué esperar el conflicto. El nuevo gobierno aún tiene tiempo de enfrentarlo con nuevas perspectivas y soluciones más realistas.