Mientras se discute si el debate debe ser o no a través de Gobernación, la verdadera discusión de los diputados está ya en curso, con funcionarios de Hacienda. Los principales temas inmediatos de discusión, o sea, los ingresos federales y el presupuesto del gasto federal para 1998, corresponden, en efecto, a esta área del gobierno.
Hay una discusión en el plano más general. Funcionarios de Hacienda insisten públicamente, por ejemplo, en que el crecimiento se garantiza a largo plazo sobre la base de limitar el gasto público. No parece que haya sido ese tipo de problemas el que generó la crisis iniciada a fines de 1994 con las devaluaciones, por lo que tal vez haya que considerar otros factores para un crecimiento a largo plazo que, como tal, parece que todos deseamos. El equilibrio en las finanzas públicas sería, en todo caso, uno de los elementos a considerar.
Pero el centro de la discusión en las semanas que siguen tendrá que derivar a puntos más específicos, y más vale empezar a hablar de ellos. Parece claro que la recuperación económica no ha llegado a todos por igual y que deben plantearse medidas que favorezcan a los más afectados. No se trata sólo de un acto de justicia, sino de una necesidad económica: la plena recuperación del mercado interno es necesaria para la normalización de la actividad económica en toda una serie de ramas de la actividad económica.
Uno de los medios es la estructura de los impuestos. Por un lado, la exención de IVA a más productos de consumo generalizado, compensada con un IVA más alto para bienes y servicios consumidos por una minoría reducida. Se ha planteado también que el impuesto sobre la renta sea más progresivo, o sea, que los que ganan menos paguen menos y los que más ganan paguen más, que ahora. Por otro lado, se pueden instituir exenciones y créditos fiscales para estimular actividades necesarias o que mejoren la calidad de vida de los mexicanos en lo ambiental, en lo social, etcétera.
Otro medio es la forma como se distribuye el gasto público. Además de la importancia de lo que en general se ha llamado gasto social, y que incluye educación, salud, vivienda y seguridad social principalmente, hay otros renglones a los que deben destinarse suficientes recursos. La investigación y desarrollo tecnológico es un ejemplo de un área en la que los recursos rinden beneficios fuera de proporción con el monto destinado, siempre que se usen adecuadamente. Otro ejemplo es la infraestructura que respalde el renglón anterior. Por ejemplo, ahora que está fresca la memoria de los daños causados por el huracán Paulina, resulta que la mayoría de los observatorios meteorológicos del país carece de equipo adecuado; cuando se descompone un aparato no se repone y, en general, han sido víctimas de una insuficiencia de presupuesto. El resultado: varios años consecutivos sin registros ni mediciones de tales o cuales variables climáticas.
De poco serviría que en el Presupuesto se incluyeran fondos para estos y otros fines, si se deja a la absoluta discrecionalidad de funcionarios el que se ejerzan en realidad y a tiempo. Así ha sucedido en varias ocasiones. De ahí que puede esperarse que la discusión también incluya medios que garanticen un ejercicio responsable del presupuesto, que no esté sujeto a la discrecionalidad de un funcionario.
Temas como estos parecen ser algunos de los que veremos discutirse en las próximas semanas, más allá de las apariencias que proyecta la discusión que mencionamos al principio de este escrito.