Que me investiguen, reta su otro defensor, el senador Rocha Díaz
No es delito evadirse del arraigo domiciliario, sostienen ambos
Andrea Becerril Ť ``Que me investiguen lo que quieran, no tengo ninguna preocupación'', respondió el senador Salvador Rocha Díaz a las acusaciones de autoridades de la Procuraduría General de la República (PGR), en el sentido de que usó sus contactos como ex ministro de la Corte y legislador para alertar a Jorge Lankenau y posibilitar su escape.
En entrevista, el senador priísta agregó que no aconsejó huir a Lankenau, quien es cliente de su bufete. ``Pero aún si lo hubiera hecho no es delito''.
Agregó que ``es indignante la forma ilegal y arbitraria en que está actuando la PGR'', ya que detuvieron ayer a familiares y abogados del ex banquero regiomontano que se encontraban en el domicilio de éste, pese a que sólo llevaban una orden de cateo.
Además, hasta ayer por la tarde ``se habían negado a acatar una suspensión provisional de amparo, con el fin de liberar a los detenidos'', entre ellos Rafael Ambrossi, su socio en el bufete jurídico que lleva la defensa de Lankenau.
Rocha Díaz aclaró que no hay conflicto de intereses ni impedimento constitucional, legal o ético para que lleve a cabo su función como senador y al mismo tiempo se dedique a la la abogacía.
``En México los legisladores tenemos pleno derecho de ejercer nuestra profesión, en mi caso de litigar, y lo único que sería delictivo es que usara el tráfico de influencias en favor de algún cliente y no hay nada de ello.''
El senador guanajuatense expuso que pese a muchos intentos que ayer hizo, el procurador Jorge Madrazo se negó a tomar sus llamadas y lo remitieron con otro funcionario, el subprocurador de Averiguaciones Previas, Everardo Moreno, quien ``está muy mal informado, pues me aseguró que los abogados y los familiares de Lankenau no estaban detenidos en la delegación de la PGR de Monterrey, sino presentados para declarar''.
Se trata de un ``atropello al estado de derecho -agregó-, ya que se les retuvo desde la madrugada''.
El legislador consideró ``absurdas'' las acusaciones de autoridades de la PGR de Nuevo León. ``Evadirse de la cárcel o de un arraigo domiciliario no es delito. Además, malamente hubiera podido yo alertar al ingeniero Lankenau si ayer viernes estaba en Querétaro, dictando una conferencia. No tengo el don de la ubicuidad''.
Esa actitud ``arbitraria e ilegal de la PRG'', lo único que revela es su desesperación ante la negligencia con que ha actuado'', añadió.
Explicó que si durante dos meses la Procuraduría mantuvo rodeada la casa del banquero, quien cada cuatro horas debía asomarse a la ventana para que lo vieran los vigilantes, el que se escapara es muestra de mucha negligencia''.
Rocha Díaz agregó que desde hace ocho días no hablaba con Lankenau, cuyo caso lo llevan conjuntamente su bufete y otro grupo, el de Zínser y Gómez Mont. ``Así que no hay muchas posibilidades de que yo lo hubiera alertado. No lo hice, y si lo hubiera hecho no es delito'', concluyó.
Dueño de una personalidad ambivalente, cordial pero receloso al mismo tiempo, Jorge Lankenau Rocha logró que en sólo cinco años la firma de sus negocios financieros se convirtiera en uno de los símbolos de la ciudad de Monterrey. Para algunos de sus colaboradores más cercanos, los problemas del ex banquero, hoy prófugo de la justicia, comenzaron cuando desarrolló una tardía pasión por el futbol, un deporte que jamás practicó en su infancia o juventud, y acerca del cual se declara un completo ignorante.
A principios de marzo de 1996, en un reportaje de portada, el diario estadunidense The Wall Street Journal, elogió el estilo gerencial de Lankenau Rocha, quien se ha convertido en el tercer neobanquero mexicano que huye de la justicia acusado de haber cometido un fraude desde la dirección de su negocio.
Un estrecho colaborador de Lankenau Rocha comentó hace mes y medio a la revista Milenio que el ex presidente de Abaco Grupo Financiero ``se burlaba de las organizaciones tradicionales. Jorge dice que su organización es plana; o sea, él está a la cabeza y todos los demás abajo''.
Quien de esa forma se expresaba es Ignacio Villarreal, uno de los más estrechos colaboradores de Lankenau, encargado de idear la imagen con la que el grupo financiero se dio a conocer al público.
Villarreal dijo a Milenio: ``Jorge es un hombre curioso, muy curioso. Sus ojos se mueven continuamente; es muy inquieto, muy preguntón, con una curiosidad que va más allá de lo normal''.
Pero aun la gente más cercana a Lankenau Rocha poco puede hablar sobre la personalidad del hombre acusado de defraudar 170 millones de dólares a más de 250 inversionistas que confiaron a él su dinero.
Jorge Lankenau sólo revelaba retazos de su personalidad, como un rompecabezas, según el retrato hecho por Villarreal. Su curiosidad, agrega, lo llevó a desarrollar una desmedida afición por la astrología. Cuando concursó por la venta de Confía, decidió su puja eligiendo un número capicúa: ofreció 3.73 veces el valor en libros de la institución, un monto que le dio el control del banco.
La misma publicación afirma que los signos del carácter de Lankenau lo identificaban como un hombre duro y reseco, algo cordial, pero celoso y receloso que veía las amistades de otros como posibles complots en su contra.
El Wall Street Journal lo retrató como un hombre que marcaba la nota discordante en el gremio de los banqueros. Lankenau viste trajes arrugados; sus amigos citan su rudeza norteña, su parquedad; su incuestionable dedicación al trabajo y, sobre todo, su capacidad de convocatoria, agregaba el diario estadunidense.
Por lo menos la última de las características es avalada por gente que lo conoce. Un amigo no identificado dijo a Milenio que Jorge Lankenau ``tiene una enorme capacidad para convencer porque todo lo que habla lo dice con pleno convencimiento. No acepta otras ideas, cuentan sólo las suyas. No tolera la crítica y todo aquel que cuestiona sus órdenes sale de su vida''.
Cuando ayer escapó de un arraigo domiciliario que lo mantenía encerrado desde el 29 de agosto pasado en su lujosa mansión de la exclusiva colonia Pedregal del Valle de Monterrey, Lankenau Rocha no hizo más que echar a andar un camino ya recorrido antes por dos ex banqueros mexicanos.
Se ha sumado así, a la lista que desde septiembre de 1994 encabeza Carlos Cabal Peniche, quien después de cometer un fraude cercano a los 700 millones de dólares por medio de los bancos Cremi y Unión, de los que era presidente y principal accionista, logró huir del país sin que hasta ahora haya sido localizado por las autoridades mexicanas.
Una situación similar es la de Angel Rodríguez, quien gusta de ser llamado El divino. Rodríguez huyó de México a principios de 1995 y el año pasado fue detenido en las costas francesas, cuando paseaba en su yate y llevado a España, en donde ahora enfrenta un juicio de extradición.
Hace tres meses, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores intervino al Grupo Financiero Abaco, luego de que descubrió un faltante de capital por mil millones de dólares en la subsidiaria bancaria, entregada después a Citibank por 250 millones de dólares.
La perdición de Lankenau Rocha comenzó con su tardía afición al futbol, dijo Villarreal a la revista Proceso hace unas semanas. El ex colaborador comentó que el ex banquero dedicaba 60 o 70 por ciento de su tiempo a ese deporte.
Lankenau Rocha adquirió a principio de los 90 la franquicia del club de futbol Monterrey de la Primera División. Pero no sólo eso. Su banco patrocina al equipo de beisbol Sultanes de Monterrey; al equipo de futbol rápido La Raza y a los Borregos del Tecnológico de Monterrey en el futbol americano.
En 1993 Abaco se convirtió en el patrocinador de la Selección Nacional de Futbol. La escuadra nacional deberá llevar durante cuatro años más el logotipo del banco en sus camisetas, incluso durante el mundial de Francia el próximo año.
Villarreal cree, según lo declaró a Milenio, que Lankenau Rocha compensó una niñez solitaria creando en torno suyo una capa de frialdad. El ex banquero, afirmó, ``se fue barnizando y barnizando de un hombre frío hasta hacerse de una coraza impenetrable... Pero es un hombre muy sensible: si escucha La Comparsa de Ernesto Lecuona, se le salen las lágrimas''. (Roberto González Amador)