León Bendesky
Aniversario de la crisis

El 26 de octubre de 1987 ocurrió la última gran crisis financiera, de la cual los más recientes episodios, como los ocurridos en México en 1994, o en el este asiático en las últimas semanas, son claras manifestaciones de la fragilidad financiera de la economía mundial. La caída de la bolsa de Hong Kong ha sido una buena forma de marcar el décimo aniversario de aquel jueves negro.

En estos diez años el dólar ha logrado mantenerse como la moneda hegemónica a escala internacional, y ello ha obligado a otros países a buscar la forma de reconformar la fortaleza de sus economías y a mantener el valor de sus propias monedas. La estructura productiva se ha transformado también, con el surgimiento de nuevas tecnologías, la expansión del sector servicios y la creación de un entorno de mayor competencia pero entre un número menor de empresas. Mientras que la economía estadunidense ha vivido en los últimos seis años el tercer periodo de expansión más largo desde el fin de la segunda Guerra Mundial, en Europa no se han podido abatir las grandes masas de desempleados, Japón y los países del sudeste de Asia han reducido sus tasas de crecimiento, y en América Latina las crisis económicas han sido recurrentes.

Las crisis bancarias han sido un elemento característico de este periodo, desde las primeras intervenciones bancarias en Estados Unidos, las quiebras en España, el sacudimiento del sistema financiero japonés y los problemas bancarios y monetarios en México, Argentina, Chile, Venezuela y Brasil, para señalar sólo algunos en esta región. Cada vez que hay un episodio de crisis se asegura que el daño ha sido contenido, pero el caso es que la fragilidad continúa, las corrientes financieras del mundo no responden a las condiciones necesarias para la creación de riqueza, lo que se agrava con la creciente desigualdad en la distribución del ingreso. Además, esas corrientes están marcadas por dos condiciones que no favorecen el fortalecimiento de los mercados, y que son: los enormes recursos del narcotráfico y las operaciones de los especuladores. El caso es que los recursos con que se opera en el sector financiero superan aquellos de los que disponen los bancos centrales para hacer frente a las dislocaciones de los mercados. Hong Kong disponía de más de 85 mil millones de dólares de reservas internacionales y aún así sucumbió ante el embate de los especuladores que buscaban forzar la devaluación de la moneda; en el camino provocaron el sacudimiento bursátil alrededor del mundo y algunos obtuvieron grandes ganancias.

Las crisis financieras van dejando otras secuelas, aparte de las repercusiones sobre la vida de millones de personas alrededor del mundo. Y estas secuelas son de tipo institucional. El mismo día de las crisis de Hong Kong, el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, William Simon, propuso en The Wall Street Journal la abolición del Fondo Monetario Internacional, argumentando que esa institución ya no cumple con las funciones para las que fue creada en 1945. En un mundo donde prevalecen los tipos de cambio flexibles y la determinación se las paridades en el mercado, no se justifican las acciones del FMI. Es más, Simon sostiene que los préstamos estructurales con los que ahora opera el Fondo son un factor que tiende a generar las mismas crisis financieras. Recuerda el ex secretario que desde 1976 se ha tenido que rescatar a México cuatro veces, y advierte que seguramente habrá que hacerlo nuevamente. Este llamado a abolir el FMI está inmerso en la petición que Clinton debe hacer al Congreso de 3.5 mil millones de dólares para aumentar los recursos de ese organismo. No está por demás ejercitar una nueva forma de compromiso político que, con una visión similar a la de hace 50 años, tienda a crear las condiciones para una expansión más sólida de la economía mundial. Pero no sólo el entorno político es distinto, sino que la estructura de los mercados y los intereses dominantes no crean un espacio para este nuevo arreglo. La próxima crisis podría ser de consecuencias tan grandes que cuando la capacidad política quiera imponerse el costo será sin duda mucho mayor.