Vecinos: a 2 de los 6 se los llevaron heridos
Alberto Nájar y Bertha Teresa Ramírez /II y última Ť Las declaraciones ministeriales de 26 testigos asentadas en el expediente de consignación de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), revelan que dos de los seis jóvenes ejecutados salieron heridos de la colonia Buenos Aires, pues los policías que los detuvieron les dispararon a quemarropa.
De acuerdo con los testigos, la tarde del 8 de septiembre se generó un clima de terror porque los policías, afirmaron, advirtieron violentamente a los vecinos que no intervinieran. ``¡Todos tenemos ganas de matarlos, hijos de su pinche madre!'', gritaron a las personas que trataron de evitar que se llevaran a los detenidos.
Todos los vecinos entrevistados por el Ministerio Público (algunos de cuyos nombres se omiten por razones de seguridad, pero que constan en el expediente de la PGJDF que obra en poder de este diario) coinciden en que la balacera inició cuando a la calle Doctor Andrade llegó el auto Ford Crown Victoria, al que perseguía una motocicleta conducida por un jaguar y dos sujetos vestidos de civil.
La empleada de una refaccionaria relató que ``tanto el policía como su acompañante empezaron a disparar contra los ocupantes del vehículo de color negro y que esos disparos eran a una distancia de dos metros, observando que uno de los ocupantes del vehículo negro sale del mismo y se refugia en un edificio cercano, pero el policía continúa con los disparos sin lograrlo lesionar''.
Enseguida ``salen otras dos personas más del multicitado vehículo negro y se refugian en los negocios que se encontraban enfrente, agregando que la persona que acompañaba al policía en la motopatrulla no iba uniformada y al seguir los disparos una de las personas que se había refugiado en la refaccionaria de donde labora la emitente empieza a gritar `ya estuvo, ya estuvo' y sale con las manos en alto, y un sujeto vestido de civil lo toma de la playera y se lo lleva hacia la calle de Doctor Andrade y en esos precisos momentos se acercó el otro sujeto sujeto que vestía de civil y le empezó a disparar hacia su persona, percatándose de que varios disparos se impactaban en el cuerpo de esta persona cayendo de inmediato al suelo y agregando que esos disparos son a una distancia de un metro''.
La testigo no conocía al individuo que resulta lesionado, pero en cambio reconoce a Daniel Colín Enciso, El Gallero, quien se había refugiado ``en la refaccionaria al lado de la que labora la declarante'', y que ``fue sacado por los sujetos uniformados resultando lesionado en alguna de sus piernas, y ya no supo más del mismo''.
En una segunda declaración ministerial identificó a Pedro Pasarán y Oscar Manuel Bazán Figueroa como los sujetos que dispararon a los dos jóvenes. Esta versión fue ratificada por otra declarante, quien en esos momentos se encontraba en casa de su suegra y recibió la noticia, por parte de otros dos testigos, ``que habían matado a dos personas y herido a otras más, e incomunicando a otras personas''.
La lluvia de balas alcanzó a personas que, como Laura Ortiz Burgos, se encontraban en su casa. De acuerdo con su declaración, al iniciar el conflicto trató de salir de su departamento para buscar a sus hijos, pero su marido y un vecino llamado Juan Solís Becerril lo impidieron.
Los tres se detuvieron en el pasillo del edificio marcado con el número 430 de Doctor Andrade, y como la balacera no cesaba la señora se asomó a la calle y en ese momento ``pasaba corriendo frente al edificio sobre la banqueta de sur a norte un sujeto del cual no puede describirlo, ya que sólo le vio la sombra, y en ese momento escucha que su esposo le grita `tírate al suelo', escuchando las detonaciones... ya en el suelo la declarante siente que la pierna izquierda le sangra, y adelante de donde estaba se encontraba el señor Juan tirado sobre el suelo gritando: `¡Ya me dieron, ya me dieron!' y se agarraba del estómago''.
Cristóbal Rosas Ordaz, esposo de la lesionada, declaró por su parte que en una pausa de la balacera ``se levantó del piso y se asomó hacia la calle, por lo que observó en la acera de enfrente, del lado poniente, a varios policías vestidos de azul y de negro apuntando hacia la acera en que se encontraba el de la voz, pero que ya no disparaban, por lo que se salió del edificio y se dirigió hacia la tienda de abarrotes que se encuentra en la acera poniente de Doctor Andrade, donde encontró a sus hijos, espantados pero sin ninguna lesión''.
Adrenalina en la Buenos Aires
Las declaraciones asentadas en el documento muestran que los ocho minutos que duró la balacera transcurrieron en medio de una total confusión, entre gritos, disparos y amenazas. Claudia Hernández Zárate señaló al MP que al tratar de evitar que se llevaran a su esposo Daniel Colín Enciso, ``un vehículo, del cual no da ningún dato, pasa a su lado y baja un sujeto vestido de civil con un arma de fuego en la cintura, el cual empezó a golpear a su esposo a patadas. Le dice que no le pegue y dicho sujeto le dice que como no quería que le pegara si había matado a ése, señalando a un cuerpo de un sujeto tirado en el piso''.
Este individuo ``le dice a su esposo que en ese momento se iba a morir diciéndole `todos tenemos ganas de matarlos, hijos de su pinche madre', escuchando que otro policía, del cual no sabe ubicar también le hacía eco diciendo `que se chinguen todos esos putos'. En eso ante la insistencia de la dicente para que soltaran a su marido, el sujeto de civil la empezó a patear en diferentes partes del cuerpo y diciéndole que también la iba a matar''.
Otro testigo que se encontraba frente al número 430 de Doctor Andrade, al percatarse que disparaban contra el Ford Crown Victoria, pidió a los policías que se calmaran ``porque nadie les estaba disparando, pero los tres uniformados de azul oscuro con botas negras les gritaron `no se metan o los matamos' y de la palabra a la obra dispararon cerca del dicente''.
La mujer que presenció los disparos a Daniel Colín y a un joven desconocido, comenta en su segunda declaración que los policías ``se gritaban entre ellos `vamos a darles en su pinche madre a éstos y a los que se pongan'', e incluso al momento que llegó el autobús de la desaparecida Ruta-100 con los zorros a bordo, ``llegaban gritando `tírenle al que sea, vamos a romperles la madre''.
¿Quién mató al zorro?
El nerviosismo de los vecinos contrastó con la actitud de los policías, quienes de acuerdo con tres declaraciones ministeriales siete jaguares no dispararon y se limitaron a vigilar la calle, ``sin evitar que los demás siguieran disparando''.
Destaca en el documento la versión de una persona quien ``al tener a la vista en esta oficina las fotografías de los elementos de jaguares de nombres Gonzalo Granados Villaseñor y Enrique Torres Hernández (jaguares), reconoce a los mismos como los que venían uniformados en la misma motopatrulla, sin saber número y dirigiéndose al reconocido como Oscar Manuel Bazán Figueroa y José Pedro Pasarán Hernández (zorros), les dijeron que soltaran las armas y al no hacerlo dichos uniformados dispararon como en forma preventiva sin ver que sus disparos lesionaran o mataran a alguien''.
Un testigo más confirmó la versión. Pasarán Hernández, por cierto, murió en el lugar de los hechos a causa de un disparo en el cráneo.
El expediente incluye el testimonio de dos vecinos de la calle Real de Minas, en Tláhuac, donde aparecieron los cuerpos ejecutados de Juan Carlos Romero Peralta, Daniel Colín Enciso y Oscar Iván Mora Lecea. Uno de ellos indicó que al anochecer del 8 de septiembre, ``en los momentos en que sale hacia su casa, deteniéndose a la altura de la carretera, instantes en que se percata que pasa un carro blanco, chico, con un limpiador atrás, y del cual iban a bordo dos personas adelante y en la parte de atrás cuatro o cinco sujetos, ya que se percató que inclusive uno de los pasajeros de atrás iba sentado sobre las piernas del otro, el cual vestía camisa negra con mangas cortas''.
Otro vecino de la zona indicó que ``vio pasar una patrulla muy rápido y aclarando que estaba lloviendo y al ir caminando por la calle de Pino Suárez, exactamente en el lote donde trabaja vio regresar a la patrulla, parándose frente a él, incluso el dicente les dice buenas tardes, contestándole el saludo y viendo un patrullero que se encontraba en el volante y dos más que se bajaron y caminaron rumbo al Camino Real de Minas, quedándose el dicente en la esquina''.
En esos momentos ``escuchó ruidos como de cuetes y varios tronidos, pasaron unos momentos y volvió a escuchar otra vez varios tronidos, cuando escucha estos últimos vio que los dos policías que habían caminado hacia la esquina regresan a la patrulla corriendo y se suben estando los tres adelante y arrancan rápidamente dirigiéndose a la salida, aclarando que era extraño que en vez de ir para donde se oían los cuetes se fueran para el otro lado''.
El expediente incluye al final una fundamentación jurídica del porqué solicita ejercicio de la acción penal contra 19 policías, por los delitos de abuso de autoridad, homicidio simple y homicidio calificado. También presenta una relación de los estudios microcomparativos efectuados a las balas encontradas en Tláhuac y en la Buenos Aires.
Al final, en la página 155, aparece la firma de los agentes del Ministerio Público consignadores: Javier Rodríguez Esparza y Arturo López López.