Si el neoliberalismo, la modernidad, Madonna, la pobreza, la izquierda, Evita, el nacionalismo, la Guadalupana, los años 60, la derecha, el marxismo, la modernidad, el Che, la soberanía, los Niños Héroes y Pelé son y fueron mitos... ¿Dónde queda la realidad? ¿En el globo de la globalización o en la economía ``libre'' que nunca existió? ¿En la idea de que el mercado y el crecimiento pueden, por sí solos, impedir las desigualdades, o en la imposibilidad de que alguna evidencia histórica pueda demostrarlo? No hay cómo confundirse: la ``realidad virtual'', a más de formidable adelanto tecnológico, hace al propósito inconfeso de la doctrina neoliberal: ``antes de mí, la nada/después, el olvido''. Y en asuntos económicos, el objetivo del ``crecimiento'' se encarna en el espíritu del tango Cambalache: ``Todo es igual/nada es mejor''.
En 1978, durante el transcurso de un mitin contra la tiranía somocista, una campesina razonaba con tranquilidad ``Somoza dice que somos comunistas. Pero yo creo que el comunista es él, porque nos roba todo''. La lógica era aplastante, pues en quienes viven la realidad-real el significado de las palabras importa más que las palabras echadas al viento. Por lo que si para Somoza el comunismo era igual a robar, la gente, que no tiene por qué intelectualizar las cosas, recurría al sentido común y revertía en su contra el uso manipulador de las palabras.
Los banqueros dicen que el neoliberalismo es un mito. Pero si en las escuelas de Comunicación se enseña que para conocer hay que saber nombrar ¿cómo llamar al modelo económico que en su debilidad mental se imagina ``abierto'', pese a estar encadenado? ¿Importa mucho cuán preciso es el vocablo ``neoliberal''? Los banqueros aseguran que el término es utilizado por la izquierda que se quedó sin referentes. Pero fueron Margaret Thatcher y Ronald Reagan los primeros en hablar de ``capitalismo popular'', que justamente fracasó porque devino en mero populismo. ¿El neoliberalismo es un mito? Entonces utilicemos un término más preciso para nombrar al modelo de crecimiento económico vigente: ¿qué tal ``neoesclavitud''? ¿Seguro? ¿No suena más chido el primero?
De un modo suicida, los banqueros han olvidado algo tan elemental como que sólo el trabajo produce riqueza. Pero como están ``científicamente'' convencidos de lo contrario, han concluido que sólo la plata produce plata, que sólo el casino de la especulación financiera nos conducirá al ``crecimiento'' y la ``equidad''. Michael Camdessus, director del FMI, acaba de defender la ``economía libre'' de América Latina, al tiempo de advertir que si no entendemos la necesidad de más ``ajustes'', la sociedad ``deberá pagar un precio mucho más elevado en términos de un crecimiento frenado y de pérdida de empleos futuros''.
¿Está loco? No. No lo está. Como tampoco están locos los ``utópicos'' y los ``soñadores'' que supuestamente evaden la realidad. Camdessus repite aquello que la Reina de los corazones explicó con voz tronante a la asustada Alicia del cuento: las palabras no importan, lo que importa es el poder. Porque si la auténtica ``economía libre'' es el aspecto no monetario de la sociedad (el trabajo no pago destinado a satisfacer necesidades individuales y familiares, la ayuda mutua, la actividad comunitaria, etcétera) llamar igual a la de los bancos que cuando les va mal se arrodillan ante el Estado en el que no creen, no es una imprecisión semántica. Es un chantaje del fuero común que al conjunto de la sociedad toca pagar.