Se ha vuelto común al finalizar cada administración del DDF, la realización de obras al vapor para justificar las asignaciones presupuestarias. Muchas de ellas, en efecto, son obras de ornato y maquillaje innecesarias, o por lo menos no prioritarias frente a otras necesidades más urgentes. Cualquier ciudadano se pregunta con razón para qué; en medio de la pobreza infantil que ambula por las calles, la falta de agua a zonas pobres y los raquíticos sueldos a los policías, se ensanchan las banquetas en la Alameda, se suprimen otras en calles aledañas y se cambian en colonias residenciales como la Del Valle y la Narvarte. Una de esas obras son las ``rayitas'' de adoquín colocadas alrededor de la Diana Cazadora. Dichos trabajos han merecido la crítica pública del próximo jefe del gobierno del DF quien ha invitado al actual regente a visitar otros.
Valdría la pena que tales visitas conjuntas se realizaran como parte de los trabajos de transición, pues algunas otras obras anunciadas recientemente por la administración del regente Espinosa Villarreal, tienen a nuestro juicio mayor importancia por sus implicaciones urbanísticas y sociales; obras, todas ellas, heredadas al nuevo gobierno, que convendría evaluar más allá de los escritorios.
Una es el corredor asfaltado sobre la antigua vía del ferrocarril a Cuernavaca, en su tramo de Cuatro Caminos a la Magdalena Contreras. Con un elevado costo se suprimen ahí las valiosas vías férreas para introducir una ruta de trolebuses. Las actuales vías podrían aprovecharse para operar sobre ellas un tren ligero o, incluso, un tren suburbano sin necesidad de gastar innecesariamente en quitarlas.
Otra obra a ejecutarse con las prisas de fin de gobierno, son los parquímetros en la colonia Juárez que, según las autoridades, cuentan con el apoyo vecinal; independientemente de ello, tal programa concesionado a la empresa privada tiene bases jurídicas muy endebles. En la colonia Cuauhtémoc, donde operan desde hace años, varios juicios de amparo han sido ganados demostrando su inconstitucionalidad. A nadie serviría, ni a la empresa privada ni a la ciudad, invertir recursos en colocar parquímetros en otras zonas para luego suprimirse por no apegarse a la ley.
Otras obras de mayor impacto fueron anunciadas la semana pasada por la Secretaría de Transporte del DDF ante su consejo asesor. Según informó el diario Reforma (18 de octubre pasado), se promoverá la licitación inmediata de cinco trenes para conectar la Estación de Ferrocarriles de Buenavista con Huehuetoca, Xometla, Teotihuacán, Los Reyes y Huixquilucan. Si dichos trenes fueran subterráneos, como parecería ser la intención, la obra no sólo será innecesaria sino costosa; desde Buenavista hacia esos poblados existen las vías de ferrocarril que podrían ser aprovechadas con sólo construir estaciones a la manera como funcionan las cuatro terminales de autobuses colocadas en las afueras del área central. No hay necesidad entonces de perforar el subsuelo para hacer túneles subterráneos, si ya existen las infraestructuras superficiales. Lo más delicado es el inicio de la carretera del Colegio Militar a Chalco, atravesando la Sierra del Ajusco y pasando al lado de Milpa Alta y otros poblados rurales del sureste de la ciudad, como Santa Ana Tlacotenco, Topilejo, San Francisco Tlalnepantla, Santa Cecilia, San Salvador Cuahtenco, San Pedro Atocpan, Temamatla y Tenango del Aire. La carretera en cuestión, que completaría el Tercer Anillo Metropolitano, es la continuación del pretendido tramo de la Venta-Colegio Militar suspendido, según se afirma oficialmente, porque aún no cuenta con la aprobación del Instituto Nacional de Ecología; aunque todos sabemos que se debe a la fuerte oposición vecinal.
Hemos insistido aquí en los peligros que implica la construcción de tal carretera por ser un detonador de la urbanización en la Sierra del Ajusco. El anuncio para iniciar los trabajo del nuevo tramo, parecería más una provocación para todos los pueblos de la región que, en más de una ocasión, han manifestado su rechazo a seguir extendiendo la mancha urbana hasta sus comunidades. Baste recordar la oposición a construir un Club de Golf en Santa Cecilia y la reciente suspensión de un fraccionamiento en San Gregorio Atalpulco. Es seguro que los inicios de la carretera levantarán protestas de los pobladores de dichos pueblos.
Estos intentos urbanizadores de las áreas boscosas, agrícolas y chinamperas del sur de la ciudad, lo único que han generado es una defensa organizada por parte de las comunidades agrarias de la zona. El próximo domingo 26 será constituido formalmente el Frente de los Pueblos del Sur, desde Xochimilco hasta Tulyehualco, de cuyos propósitos nos ocuparemos en otra ocasión.
Mientras tanto, ojalá y las visitas propuestas por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas incluyan todas estas obras con la finalidad de evaluar si en realidad son necesarias.