De los tres espectáculos extranjeros que el Festival Cervantino ofreció dentro del rubro de teatro, es sin duda el montaje del Berliner Ensemble el de mayor trascendencia. Si bien el Cirque Eloize con su espectáculo Excentricus acentúa la teatralidad que todo circo tiene --están esos juegos entre sus integrantes al colocar las colchonetas, al introducir las escaleras-- su acento mayor se pone, como debe de ser, en la destreza y la gracia de los cirqueros. El español Teatro de la Abadía (que por tener su sede en una iglesia desacralizada retoma el nombre del memorable teatro irlandés) ofrece tres entremeses cervantinos actualizados, en los que develan toda la pícara malicia que impidió que fueran representados en vida de su autor, con frescura y buen desempeño al doblar papeles muy diferentes; de los tres, es sin duda El retablo de las maravillas el que más puede calar políticamente en la España de ahora si se sustituye a bastardos y judíos por cualquier grupo despreciado, como los gitanos, porque el racismo resurge con toda su crudeza.
La resistible ascensión de Arturo Ui fue escrita por Bertolt Brecht en 1941, durante su exilio finlandés y no fue escenificada en vida de su autor. Como se sabe, Brecht utilizaba diferentes materiales, incluso reescribía obras ajenas, para explicar lo que ocurría en su país. Sus alegorías lo llevaron a concebir el célebre efecto de distanciamiento, proponiendo un teatro didáctico en el que el espectador debía utilizar la razón, nunca las emociones, ante lo que se estaba presentando. De allí las rupturas con letreros y canciones cuando se estaba llegando a un momento que podría ser catártico; de allí su técnica gestual de representación tan alejada de la vivencia stanislavskiana: el espectador no debe perder de vista que está en un teatro. Los montajes del teatro épico, como llamó Brecht a su teoría, combinaban la estilización escenográfica, la luz blanca con los reflectores a la vista, con un vestuario y una utilería de gran rigor en la época y en la textura de los materiales. A juzgar por las fotografías del primer montaje de La resistible... que el propio Berliner Ensemble montó en 1956 bajo la dirección de Peter Palizch y Manfred Wekwerth, ambos directores mantuvieron esa línea.
Heiner Müller --de cuya obra como dramaturgo vimos hace muy poco Cuarteto-- era un teatrista demasiado creativo para sujetarse ortodoxamente a las reglas brechtianas. De tal suerte que este, que me parece fue su último montaje para el Berliner, subvierte estilísticamente la propuesta brechtiana pero conserva su denunciador espíritu. En una muy austera escenografía de Hans Joachim Schlieker, en la que dos marcos rectangulares de un rojo muy vivo contrastan con los negros y grises predominantes en el vestuario, coloca casi inmóviles a sus actores, a excepción de Martin Wuttke, quien en su papel de Arturo Ui se desplaza gesticulante por todo el escenario. Los movimientos de todos los demás son escuetos y ceñidos, con lo que adelanta el epílogo --que en el original es prólogo-- en que aparecen como un gabinete de figuras de cera.
Müller eliminó los carteles que Brecht proponía como rupturas y que debían ubicar al público en los momentos históricos de la ascensión hitleriana en que se basó cada escena de brutalidad y rapiña de los gángsters de Chicago que, muy irónicamente se disputan el mercado de la colifor. En lugar de esto lleva la ruptura brechtiana al límite. En este texto no hay canciones y, para cuando las hubiera, Brecht pedía pasar imperceptiblemente al canto. El director no sólo introduce canciones --que, a diferencia de lo que hace el propio Brecht cuando las escribe en otras obras-- se apartan del todo del marco general, a excepción quizás de The night Chicago died: partes operísticas grabadas de varias voces en fonomímica de una sola actriz. El extrañamiento se siente aún mayor. La técnica gestual de actuación se conserva en la extraordinaria participación de Martin Wuttke, quien pasa de ser un hombrecito insignificante a la altanería hitleriana gracias a las lecciones del actor encarnado por Michael Altmann; ambos destacan en un conjnto de muy buenas actuaciones.