José Agustín Ortiz Pinchetti
El candil en la casa y la oscuridad en la calle

Muchos progresistas mexicanos revierten el refrán. Son demócratas en México, pero simpatizan con las dictaduras afuera. Dicen estar a morir por la democracia mexicana y muestran devoción por Castro en Cuba y simpatía romántica por los etarras vascos. Los autócratas del Caribe y los terroristas vascos coinciden en un odio feroz hacia la democracia.

La devoción por el castrismo está reviviendo al reactivarse el mito del Che. La leyenda de Ernesto Guevara tiene un lado sano: el rescate del heroismo y la congruencia en esta época cínica. Y tiene también una parte enferma: la exaltación de la derrota y el sacrificio suicida. Pero una cosa fue la revolución de la época del Che, con su hermoso color verde-oliva de principios de los 60 y otra la tiranía parda de Fidel Castro. Todos estamos en contra del bloqueo. Hay que ver para creer: la próspera comunidad cubana de Florida ha logrado mantener la intransigencia norteamericana chantajeando a los congresistas. Si levantan el bloqueo les quitarían el voto de la emigración que es clave en la península. Luego envían millones de dólares a Cuba a sus familiares desesperados y dan a Fidel a la vez oxígeno y pretexto excelente para que justifique las miserias económicas y políticas que impone al pueblo bajo el significativo lema ``Socialismo y muerte''.

Yo les preguntaría a los sinceros defensores de la Revolución Cubana si ellos aceptarían para su propia patria: 1) Que hubiera aquí dos grupos de partidos, uno de ellos en el poder y los otros en la cárcel. 2) Que se prohibiera bajo pena de muerte (allá sí se aplica) el organizar sindicatos independientes o hacer huelgas a los trabajadores. 3) Que hubiera un sistema de espionaje, incluso de la vida privada, en cada cuadra. 4) Que el estado ``vendiera'' a las transnacionales, con ganancia, mano de obra barata de sus propios nacionales. 5) Que confinara, torturara, apaleara, aislara a los disidentes incluso por sus ``preferencias sexuales''. 6) Que esta burocracia fuera la única en tener derecho a departamentos de lujo, aire acondicionado, tiendas, hospitales especiales, automóviles, choferes. 7) Que los nacionales tuvieran derecho a entrar a las tiendas reservadas a los turistas, a los restaurantes, a las playas, a los hoteles. 8) Que la ineptitud burocrática que arruinara la economía fuera justificada por la ``presión externa''. 9) Que ``toleráramos'' ver partir de nuestro país en balsas a los desesperados. Y que supiéramos que casi la mitad de ellos muere en el trayecto. 10) Que el gobierno fomentara la prostitución por razones éticas alegando que el país necesita divisas y llamando a las prostitutas mambizas que equivaldría en México a llamarlas guerreras insurgentes. 11) Que un presidente de la República con 40 años en el poder (imagínense a Salinas de 80) heredara el gobierno a su hermano (que por cierto se llama Raúl). La lista de hechos reales imputables al régimen castrista sería inagotable. Que cada quien escoja su utopía.

Otros demócratas mexicanos defienden el derecho de los etarras al asilo. Sabemos que vienen a México a descansar de la agitada vida del terrorista. Muchos estarían porque el gobierno negara las extradiciones que pide España. Aducen que México ha sido generoso con los exiliados políticos y que si lo ha sido con los españoles de los años 30, ¿por qué no, con los vascos de los 90? Los etarras son émulos de los castristas pero no tienen el poder. Lo quieren para hacer de los países vascos una Cuba europea. En Euzkadi el 90 por ciento de la población está contra ellos. Pero España es virtualmente indestructible por un ataque terrorista. Hace unos días supimos que la ETA preparaba un atentado contra el Museo Guggenhein en Bilbao durante su inauguración a la que asistirían el próximo sábado los reyes de España. Los etarras querían volar el museo, a muchos de los asistentes y presumiblemente al rey Juan Carlos (uno de los pocos reyes que valen la pena); un policía heroico impidió el crimen a costa de su vida.

Los densores de la ETA en México se olvidan que España es el tipo de democracia por la que estamos luchando los mexicanos desde hace años. Por ejemplo desde 1968. Así somos los pogres mexicanos. Queremos la libertad aquí y ahora pero aplaudimos a la tiranía y sus agentes afuera y ahora. Un caso muy curioso de personalidad dividida.