La Jornada domingo 19 de octubre de 1997

Horacio Flores de la Peña
La tragedia de Acapulco

Esta sí es la realización de una tragedia conocida e ignorada por todos; durante un tiempo se contó con recursos para tratar de salvar la bahía que se había convertido en una auténtica cloaca, se construyó un enorme colector en la costera para las aguas negras y tirarlas fuera de la bahía.

Este trabajo quedó inconcluso porque ya no hubo presupuesto para hacerle un vertedero por lo menos a diez o veinte kilómetros mar adentro donde las corrientes marinas se las llevaran lejos de la costa.

El primer colector sólo daba servicio a los habitantes que tenían drenaje y resultaba insuficiente para recoger las aguas negras y pluviales de las partes altas, por ello, era necesario reubicar en las partes planas a los habitantes que se habían acomodado en los lugares peligrosos: laderas con una gran pendiente y antiguos cauces de arroyos que eran una trampa mortal para sus habitantes.

Tampoco hubo fondos para el segundo colector y además se encontro una resistencia obstinada de parte de los afectados para moverse, fomentada por líderes corruptos y funcionarios menores de los gobiernos locales que hacían negocio con el dinero de la venta ilegal de tierra junto con líderes.

Se logró avanzar en el reacomodo hasta la altura que se conocía como ``La Laja'' pero faltó mucho, porque a la gente que se había asentado a partir de cierta altura, ya no se le podían dar los servicios mínimos de agua, drenaje y urbanización elemental.

En el gobierno de Rubén Figueroa padre, se trató de hacer este movimiento de gente pero también fracasó. Las razones las desconozco, pero lo que sí me consta, fue la campaña que desató la prensa en contra de este proyecto, obedeciendo los intereses de quienes sólo les interesa el Acapulco turístico y los terrenos donde se puede especular y hacer fortunas cuantiosas de la noche a la mañana, como en Punta Diamante.

El fondo del problema sigue siendo el de siempre, la pobreza extrema, y el desinterés de los gobernantes neoliberales por los problemas de los marginados de la economía, de la sociedad y de la vida misma. Toda esta gente de origen rural vino a mal vivir a esa ciudad, como a otras, pero por mal que estén en ellas, viven mejor que de donde venían.

La gran falla del gobierno es no haber aceptado nunca la urgencia de ocuparse del campo. La mejor forma de arraigar a la gente en el medio rural es ayudarle para que su trabajo resulte productivo y, cuando esto ocurra, se levantará la presión que ejerce sobre el medio urbano la emigración rural, también se reduciría la emigración a Estados Unidos y se tendría una oferta cada vez mayor de bienes de consumo necesario y aun de exportación.

Muchos funcionarios, especialmente los del Banco de México y de Hacienda, con los que tenía contacto cuando trabajé en el sector agrícola, tenían la tesis de que invertir en el campo era tirar el dinero, que era preferible importar los productos agrícolas porque serían más baratos y de mejor calidad y que los campesinos se dedicaran a los servicios o la industria. ¿Cómo? eso nunca lo decían, por lo que resultaba de una ingenuidad criminal pero aún hoy es la biblia de los neoliberales.

Cuando estas gentes se apoderaron del gobierno, en 1982, el descuido del campo fue total, porque se aplicó un criterio de banqueros ventanilleros a la solución de un problema político y social, cuyo descuido ha tenido consecuencias nefastas, y lo de Acapulco es sólo una muestra de lo que puede ocurrir un día, no sólo con otro fenómeno meteorológico sino con la violencia desatada por el hambre y el odio contra una sociedad que los margina en forma brutal.

El presidente Zedillo ha dado una muestra de lo que debe hacer un jefe de Estado en un caso como éste, marcando así una gran diferencia con lo que ocurrió en 1985. Ahora hay alguien que se preocupa por los afectados, y si bien no puede solucionarles todos los problemas, cuando menos lleva la solidaridad humana y del Estado, cosa que no ocurrió en otras ocasiones.

Está en lo justo en desplazar las agrupaciones políticas del puerto; una y otra vez han demostrado su deshonestidad y desinterés por los afectados. Después será el tiempo de castigar a los que no cumplieron con su deber. Especialmente a la Secretaría de Gobernación cuya ausencia fue notable, tomando en cuenta que el Presidente estaba ausente y cuyas declaraciones son incalificables por su tontería criminal. Qué daño causan a México estos personajes de ese tan funesto grupo político.

Sólo como un dato más, vale la pena mencionar dos hechos; el primero concierne al PRD, que se va convirtiendo en el partido de los hijos de los ex líderes corruptos del PRI y del lumpen comunista universitario. Esto es muy serio y los dos son capaces de acabar con cualquier partido.

El segundo es que la presión demográfica le dio a la pobreza un carácter de urgencia que sin ella no hubiera tenido. En la promoción del crecimiento fueron juntos, las gentes de izquierda y la Iglesia católica, los dos por ignorancia estúpida y mala fe, pero ganaron y se pospuso años la planeación familiar. Tiene razón Nicanor Parra cuando dice que la izquierda y la derecha unidos, jamás serán vencidos.

¿Y a propósito, dónde estaban las autoridades locales de Guerrero?