Terminó la segunda vuelta de la crisis italiana. Refundación Comunista (RC) que, al retirarle su apoyo al gobierno de Romano Prodi lo había hecho caer, 48 horas después firmó con el caído un pacto por un año de duración y, tras levantarlo del suelo, lo volvió a poner en su poltrona ministerial. Como siempre, Italia demostró ser el país de los acuerdos, de la política, de los milagros (porque allí, en el Renacimiento, nació la política moderna y la moderna lucha de clases y todos tienen 500 años de experiencias a sus espaldas).
RC consiguió suprimir el pago de servicios hospitalarios, parar un ataque contra las jubilaciones ``por ancianidad'', dos mil millones de pesos para crear nuevos empleos juveniles y, sobre todo, arrancó la decisión de implantar las 35 horas semanales en los próximos cuatro años a pesar de que la derecha y las confederaciones patronales unánimamente levantaban sus escudos contra esta propuesta. Prodi, en cambio, logró hacer pasar su presupuesto, reducir su déficit fiscal a menos del 3 por ciento para que Italia participe en la creación del euro y, sobre todo, derrotar a la derecha de su propia alianza del Olivo (Dini, Ciampi) que quería prescindir de los comunistas para formar una nueva mayoría con los ex democristianos que forman parte de la oposición de derecha y a la derecha del llamado Partido Democrático de Izquierda (que también pedía elecciones generales y la ruptura con RC). Ahora Prodi tendrá a RC en su mayoría, por un año, como contrapeso de su derecha, se sacará de encima parte de la presión de Massimo D'Alema y del PDI y mantendrá un lazo con la juventud y con los trabajadores así como su oposición al dividido Polo de la Libertad, en el cual crecen los fascistas y con el que coquetea el PDI.
Las próximas elecciones municipales (se votará en Nápoles, Roma, Venecia, entre otras ciudades importantes, y en las ``zonas rojas'') reflejarán la opinión de los italianos ante la reciente crisis. En las mismas RC está aliada con los Verdes, el PDI y otros sectores del Olivo, aunque a veces presenta candidatos propios opuestos a los de sus aliados, cuando éstos no son potables. Esta unidad en la diversidad, dirigida contra la derecha y los fascistas, aclara aún más la discusión que llevó a la crisis del gobierno de centroizquierda y a su renacimiento de las cenizas. Además, RC, junto con los Verdes y con los Centros Sociales (centros juveniles autónomos), había convocado antes de la crisis una manifestación nacional para el 25 de este mes y la misma será un buen test político pues permitirá medir la disposición de los sectores que en la izquierda se movilizan, su relación con Refundación Comunista así como la relación entre ésta, el PDI y las direcciones burocráticas y conservadoras de los sindicatos.
Me inclino a creer que RC ganará votos porque todos han visto que: 1) estaba dispuesta a quedar aislada y a perder influencia en las instituciones con tal de no engañar a su electorado y de defender a los jubilados, los pobres, los jóvenes desocupados y los trabajadores; 2) que libraba sola una batalla parlamentaria dura pero que la combinaba con la movilización de masas; 3) que, si bien ha hecho concesiones, incluso importantes, lo ha hecho sin entrar en el gobierno y para evitar un mal mucho peor: un gobierno de los fascistas; 4) que quien quería echar a los comunistas de la mayoría y hacer entrar a la derecha eran los banqueros (y los ex comunistas arrepentidos del PDI). Por último, además, todos saben que en política las concesiones son inevitables cuando la relación de fuerzas no permite imponerse y se libra ``una guerra de posiciones''.
Los obreros, en efecto, saben que a veces las huelgas más heroicas se pierden o terminan con acuerdos más o menos malos y todo el pueblo italiano conoce, por experiencia, que el ``todo o nada'' y la intransigencia en la ``pureza'' opone los ideales a la lucha por su realización y los hace imposibles. Y que lo necesario (ganar fuerzas, tener aliados, organizar una contraofensiva cuando uno está contra la pared) obliga a hacer aproximaciones sucesivas al objetivo, incluso a dar pasos atrás para poder volver a avanzar con la condición única de que lo inmediato no se oponga al fin, que es independizar a los trabajadores del Estado, luchar por una alternativa a la política del capital financiero, movilizar a los sectores oprimidos para imponer ese contraplan, concientizar.
Es significativo, a este respecto, que los metalúrgicos de Brescia hayan ido a Roma, durante la crisis, para discutir con Prodi, con el PDI y con RC y tratar de evitar que la derecha llegase al gobierno, manteniendo sin embargo las exigencias sociales de RC. Y que igual cosa hayan hecho los Centros Sociales del Nordeste (los más ``autónomos'' de todos) que se entrevistaron con RC, con el PDI y con los Verdes en torno a la reivindicación de las 35 horas semanales, de los trabajos sociales e incluso del ``ingreso de ciudadanía'' (un cheque de supervivencia a los ciudadanos), de la autogestión y el federalismo en la administración del welfare. Existe pues plena conciencia de que se debe trabajar con quienes, en las instituciones y la vida electoral, tratan de mantener un puente con los movimientos por una alternativa. Esto es una garantía de futuro y no sólo para RC sino para toda Europa, donde ya son dos los países --Francia e Italia-- que aceptan las 35 horas y un Estado social.