La Jornada 14 de octubre de 1997

Valdivieso: descomposición social, el problema más grave de la nación

Josetxo Zaldúa, enviado /I, Santafé de Bogotá Ť Si las elecciones presidenciales colombianas fueran hoy, el sucesor de Ernesto Samper sería el hombre que lo puso en el disparadero. Alfonso Valdivieso, ex fiscal especial, sigue montado en la ola de popularidad que le dio el llamado Proceso 8000, originado en los narcodineros que fluyeron generosamente a las arcas del gobernante Partido Liberal en tiempos de la campaña electoral de hace cuatro años.

Este hombre con fama de honesto y de poco político, aspira al sillón del Palacio de Nariño esgrimiendo una bandera que es también promesa: dignificar la política nacional y rescatar el maltrecho perfil de las instituciones colombianas.

Inmerso en la campaña que culminará en mayo de 1998, Valdivieso, de extracción liberal, aunque es candidato independiente, recibió al enviado de La Jornada en su despacho bogotano, protegido por policías que vigilan los accesos y agentes que lo custodian como si de un tesoro se tratara.

``Esta es una campaña muy interesante, la estoy haciendo con mucho entusiasmo, pero también es muy compleja por la situación del país. Para mí lo único cierto es que cada día que pasa, después de haber recorrido muchas regiones del país, de haber hablado con mucha gente, me queda claro que la decisión de haberme retirado de la Fiscalía Especial fue una decisión correcta...

--¿Qué le empujó a dejar un cargo que le daba tanto brillo?

--La situación por la que atravesamos me indicó que había que asumir una responsabilidad, entendí que era un deber. Creo que la sociedad necesita de una persona que esté dispuesta a actuar de cara a la gravedad de los problemas que nos aquejan.

--¿Qué le ofrece usted al pueblo colombiano?

--Fundamentalmente pienso que le ofrezco una visión muy distinta del ejercicio del poder, muy poco usual, lejos de lo esperado, distinta a la que ha estado en vigor en Colombia, especialmente en los últimos años. Uno debe llegar al poder con mucha libertad, con mucha independencia y autonomía. Y eso es lo que me permite garantizarle a los colombianos que estoy en las mejores condiciones de tomar las decisiones que el país requiere en estos difíciles momentos. Creo que esta es una garantía muy decisiva si es que queremos, como creo que queremos todos los colombianos, enfrentar eficazmente la situación.

--¿Cuáles serían las prioridades de Alfonso Valdivieso como presidente de Colombia?

--Este país tiene demasiados problemas, de manera que uno se debe, inicialmente, al esfuerzo de establecer esas prioridades. Para mí, la esencial es considerar la acción que debemos llevar en el campo educativo, todo el sistema educacional, todos sus componentes, entre ellos la familia. La idea es enfrentar desde abajo el problema más grave de nuestro país, el de la descomposición social. De paso enfrentamos los retos de la globalización económica, de la competitividad. Otros temas que van a comprometer esfuerzos muy importantes también son los problemas de la paz y del desorden público que estamos viviendo. Para ello he planteado acciones frontales: recuperar el ejercicio pleno de la autoridad en Colombia y crear condiciones para avanzar en las soluciones políticas y negociadas. Y esas dos vías deben desarrollarse juntas.

--¿Y cómo llevaría adelante su plan?

--El problema es que la crisis en Colombia está creando enormes vacíos del Estado, vacíos que las fuerzas irregulares han venido llenando. Cada día observamos con asombro que estas acciones continúan desarrollándose sin que veamos cómo el Estado recupera la presencia perdida en grandes regiones del país. Habrá que trabajar muy duro para devolverle al Estado su lugar, y paralelamente desarrollar las condiciones que permitan crear los pilares para cimentar la pacificación.

--¿Oiga, usted tildaría a la insurgencia colombiana de narcoguerrilla?

--Yo creo que tienen un componente político que no se puede desconocer en cuanto a que buscan el poder, pero tienen un ingrediente muy importante relacionado con acciones como el narcotráfico, la extorsión no como sustento de su lucha política exclusivamente, sino como un modo de vida, y eso es muy grave. Y hay que decirlo así, hay que reconocerlo, son organizaciones con connotaciones subversivas, pero con una tendencia a la desnaturalización en su concepción política y filosófica muy preocupante.

--¿Diría que la financiación de la guerrilla proviene básicamente del impuesto a los narcos?

--Yo creo que la financiación de la guerrilla proviene mayoritariamente de fuentes que guardan relación con grupos no políticos, particularmente el narcotráfico, y eso hace muy sui generis la lucha de la subversión en Colombia.

--¿Usted cree que la guerrilla estaría dispuesta a dialogar con un nuevo gobierno, toda vez que dicen que el actual carece de legitimidad?

--Yo creo que el diálogo es un escenario que en sí mismo no se puede descartar o desconocer. Es posible que la guerrilla esté dispuesta a dialogar, pero yo no estoy muy seguro de si mi gobierno estaría dispuesto a bregar con una guerrilla que no quiere llegar a acuerdos, que no quiere encontrar soluciones, que no quiera llegar a la negociación. No voy a dialogar por dialogar, no me desgastaré en un diálogo que no conduzca a ningún lado. Yo espero que la guerrilla entienda que durante mi gobierno va haber autoridad y quien defienda las instituciones. No es un desafío ni un llamamiento al guerrerismo, es el realismo de una persona que quiere dirigir al Estado colombiano y que ve que lo hemos entregado a la anarquía y al desorden.

--¿Es posible ganar militarmente a la guerrilla?

--Yo creo que sí. Lo que ha sucedido es que ha habido desidia gubernamental, falta de eficacia y organización en las fuerzas militares, y falta entender que esos problemas, cuando tenían un nivel de desarrollo muy embrionario, no se enfrentaron y crecieron. Creo que hay solución, y no me parece que sea necesaria una derrota militar de la guerrilla, me parece que tanto para las fuerzas subversivas como para el Estado en general hay que acortar el tiempo para poder superar ese problema de desorden público.

--Si usted fuera presidente y se dieran las condiciones idóneas para negociar con la guerrilla, ¿sería partidario de sentar en la mesa a las fuerzas militares?

--Cuando se necesite, pero no en un primer momento. Las fuerzas militares están supeditadas al gobierno.

--¿Dónde ubica usted a los paramilitares?

--Son fuerzas delictivas, y no puedo desconocer que son en este momento una preocupante realidad; habrá que buscar un espacio para acabar con ellas por la vía de la negociación. Ellos desarrollan acciones que no tienen ningún carácter político.

--¿Hay paramilitares porque hay guerrilla?

--Es posible que sea una de las causas. Hay paramilitares porque hay insuficiente presencia institucional o militar, hay paras porque se ha degradado nuestra sociedad y se ha pensado que es posible avanzar en un esquema de tanta fragmentación social, y porque no se respetan las instituciones. Entonces sí hay una serie de condiciones que explican la presencia de esa clase de grupos.