Luis Hernández Navarro
CNI: primer aniversario

Este 11 de octubre el Congreso Nacional Indígena (CNI) cumplió su primer año de vida. En poco tiempo se ha convertido en la organización indígena nacional más amplia y representativa del país, y en una de las fuerzas sociales más dinámicas en el espectro político nacional.

El CNI está formado por una amplia variedad de comunidades, pueblos y organizaciones indígenas. Algunas, como la UCEZ, los Comuneros de Milpa Alta y la CNPI han participado en proyectos de coordinación nacional campesinos. Otras, como la Unión de Comunidades Indígenas Huicholas, los nahuas de la Sierra de Manantlán, y las autoridades y organizaciones mixes casi no tienen experiencia previa en la participación de convergencias nacionales. Unas provienen de la lucha agraria; otras de la movilización etno-política; y, otras más, de la reivindicación económico-productiva. Tienen en común su independencia del Estado y de los partidos políticos.

En el CNI participa la gran mayoría de dirigentes indígenas formados en la última década y que emergieron a la luz pública a raíz de la insurrección zapatista, al lado de autoridades comunitarias tradicionales. Actúa, también, una parte significativa de los líderes formados al calor de las movilizaciones en torno a la celebración de los 500 años de resistencia indígena realizadas entre 1989 y 1992. Este encuentro de liderazgos, donde se mezclan distintos niveles y tipos de representación política, que van de la comunidad a la región, y de representantes con cargo municipal a mediadores políticos de corte tradicional (usualmente profesores y profesionistas indígenas), le dan al Congreso una implantación y una representatividad muy significativa. Sin embargo, simultáneamente, proporcionan una diversidad de culturas organizativas que tienen que aprender a coexistir, y que dificultan la necesaria cohesión interna que requiere una organización de esta naturaleza.

El CNI es el heredero organizativo de los Diálogos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena. Surge de la convocatoria hecha por el EZLN a dirigentes indígenas para participar como sus asesores e invitados en el proceso, del Foro Nacional Indígena de enero de 1996, organizado también por los zapatistas, y de las reuniones de seguimiento de este Foro que se efectuaron después de firmar los acuerdos con el gobierno federal. Nace al calor del debate nacional sobre la cuestión indígena propiciada por la suspensión de las negociaciones en septiembre de 1996, y de la salida de la comandante Ramona hacia la ciudad de México, como delegada del EZLN en la fundación del CNI.

La estrecha relación que se ha construido entre el movimiento indígena independiente y el zapatismo ha sido ratificada permanentemente durante este año. Tal y como lo señaló el dirigente purépecha Juan Chávez, en el discurso inaugural de la segunda asamblea del CNI: ``el EZLN y el CNI somos ya una sola fuerza nacional. La palabra armada que se hace escuchar desde enero del 94 es por nosotros aceptada, defendida y respetada, en razón histórica del supremo derecho de los pueblos a la rebeldía. El EZLN enarbola hoy las demandas que por siglos nuestros pueblos han visto negadas por los gobiernos. El CNI hace suyas estas demandas...''. No en balde, el Congreso tiene como eje central de su programa de lucha, exigir al gobierno el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.

El CNI ha pasado por tres etapas en su primer año de vida. La primera va de su fundación, alrededor de la consigna: ``Nunca más un México sin nosotros'', a febrero de 1997. En ella desempeña un importante papel en el análisis y difusión de la Iniciativa de reformas constitucionales de la Cocopa, así como en el debate nacional para defenderla. La segunda se ubica entre febrero y agosto de 1996, y se caracteriza por un repliegue regional ante el proceso electoral, y por el señalamiento de que éste se había realizado con escasa participación de los pueblos indios, así como por la realización de trabajos de reorganización interna. En la tercera, que va de septiembre a la fecha, se despliegan acciones nacionales alrededor de la participación en la marcha realizada junto con el EZLN, y la celebración de dos asambleas nacionales. Simultáneamente, se han desarrollado significativas luchas regionales, como la de los wirrarikas en Jalisco y Nayarit, o la de los huaves, zapotecos y mixes del Istmo oaxaqueño.

A un año de su fundación, más allá de las dificultades que un proyecto organizativo de esta naturaleza tiene para su consolidación, el CNI ha ganado ya el reconocimiento de la mayoría del movimiento indígena, que ve en él su ``su casa'', y de la opinión pública que acepta lo genuino de su causa. En el camino, la legitimidad conquistada ha abierto un espacio para la lucha de otros sectores populares en el país.