Simóm Brailowsky
El SNI y el mercado interno

Despierta optimismo la convocatoria que recientemente emitió el Conacyt llamando a la comunidad a manifestarse en torno al problema (nada falso, por cierto) del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), de sus efectos sobre el desarrollo científico y tecnológico, de los criterios de evaluación de proyectos e individuos, y cuestiones afines.

En lo relativo a la productividad científica, a grandes rasgos, lo que cuenta para el SNI son las actividades internacionales: publicaciones en revistas hechas en países desarrollados y las citas que ello origina, básicamente. Esto no tiene nada de malo, si no fuera porque al mismo tiempo se ha descuidado gravemente la producción hacia el interior.

Quisiera aprovechar este foro para llamar la atención sobre el poco valor que se otorga a lo que producimos hacia la propia comunidad nacional, es decir, de la productividad científica hacia el interior de nuestro país. Nos referimos a lo que se describe en la jerga especializada de las universidades públicas como aquello que ``no da puntos''. Aquí hablaré sólo de dos de estos rubros, pero invito a los lectores a ampliar la lista:

1) Las publicaciones en revistas nacionales, es decir, y perdón por el barbarismo, ``no internacionales'' (la ironía se refiere a que a muy pocas se les da la categoría de internacional por el propio Conacyt, a pesar de que su nivel sea de calidad). Aquí incluimos libros, artículos de investigación, de revisión o de divulgación, material audiovisual, reseñas de libros o de reuniones científicas, etcétera. Por supuesto, hay excepciones, pero éstas son poquísimas.

Se trata de las publicaciones nacionales consideradas como ``de excelencia'' por el mismo Conacyt. ¿Cuántos editores de boletines de sociedades científicas o de revistas de divulgación (incluyendo a Ciencia y Desarrollo, la revista de divulgación del Conacyt) se quejan de que cada vez que solicitan material la gente les responde ``lo siento, pero tengo que dedicar mi tiempo a algo que me dé puntos''?

2) Otra actividad que no cuenta es la de impartir pláticas o conferencias, a menos de que sea por invitación en un congreso, otra vez, internacional, porque las comunicaciones en congresos nacionales tampoco se consideran. Que quede claro que esto descarta, perdón por la redundancia, cualquier actividad académica que se realice en México, incluyendo las pláticas o seminarios que imparta uno al interior de la República (perdón por mi ``defeñez'') o cualquier simposio o reunión, así participen colegas del extranjero, que se organice en nuestro país (¡Como si no costara bastante trabajo hacerlas!). Afortunadamente, los colegas no se han amilanado ante tanto infortunio y el programa de la Academia Mexicana de Ciencias de divulgación científica (Domingos en la Ciencia, el Verano de la investigación Científica, etcétera) y el de la UNAM Jóvenes hacia la Investigación han continuado, a pesar de que esto no dé puntos.

El lector dirá que estoy molesto por el requerimiento del carácter internacional de nuestros productos. No es eso lo que me altera, sino la actitud colonizada de autoridades y evaluadores, su desmedido afán globalizador y neoliberal, en términos de política hacendaria vigente, de decidir que sólo lo que se produce hacia el extranjero y sólo lo que el extranjero reconoce tiene validez. No se dan cuenta de que al hacer ésto se resta importancia y se debilita la producción de ciencia hacia el interior, hacia el mercado interno. ¿Cómo se va a elevar el nivel de esta producción si el propio sistema la descalifica? ¿Por qué se le distingue automáticamente en un nivel inferior? Y aun si esto fuera cierto, y que los editores nacionales funcionaran con estándares subóptimos, entonces se debe corregir la situación dándole mas valor y apoyo a su actividad. Es trabajo, duro por cierto, que no se reconoce.

No estoy diciendo que ello deba sustituir la producción en el extranjero (publicaciones o comunicaciones), que es necesaria y que permite mantener el afán de excelencia en un nivel compatible con estándares mundiales. Se debería reconocer y fomentar el publicar o editar libros o revistas nacionales, organizar congresos o simposios a nivel nacional, participar en sociedades científicas, contribuir a la divulgación científica, y no castigarse por exclusión de la tabla de puntuación.

Otra de las cosas que no cuentan, y esto es porque no nos enteramos al estar fuera de las bases de datos internacionales (de nuevo, las referencias que usan para evaluarnos son bases de datos estadunidenses), son las citas en publicaciones nacionales. De nuevo, la falta de reconocimiento por la producción nacional.

Dejo fuera muchos aspectos particulares de estos problemas, incluyendo las excepciones, pero invito al lector a especificarlos por escrito al Conacyt.

Pienso que si en esta convocatoria se encuentra la preocupación genuina por aquilatar lo que hacemos los científicos mexicanos al interior de nuestro país, se contribuirá a remediar lo que algunos hemos llamado el fenómeno de ``nosotros contra nosotros mismos'' que tanto nos aqueja.