AUTOPISTA


La estadística del miedo


La ciudad de México es el sitio donde la gente es encajuelada ante la mirada opaca de tres policletos que comen tortas, donde las mujeres van al supermercado a sufrir el secuestro exprés de sus hijos y a rescatarlos a cambio de sus bolsas de comida, donde los taxis tienen una cita fantasma a una cuadra de empezado el recorrido con dos expertos en navajas y picahielos, donde los ciudadanos memorizan el número confidencial de sus tarjetas de crédito para no vacilar en el cajero automático en caso de un asalto, donde ``cristalazo'', ``venadeo'', ``coyotes'', ``zorros'' y ``llave china'' son palabras no sólo que se entienden sino que integran el repertorio habitual de las conversaciones.

Hemos llegado a tal grado de degradación que la gente se empieza a preocupar de no haber sido asaltada. Los crímenes son tan frecuentes que tal parece que hay una fecha fatal para cada quien y que a todos nos aguarda una desgracia. Quienes ya pasaron por el trance saben que se libraron de males peores; en cambio, quienes no hay cumplido con su ``cuota'' al latrocinio ni han rendido ofrendas al espanto cotidiano, saben que es muy probable que pronto les toque a ellos. La sensación alcanza el absurdo del trámite necesario, el rito de paso, el impuesto por vivir en el DF: ``estoy aterrado de que no me hayan asaltado, se me hace que ya me toca pronto'', murmura alguien que cree en las estadísticas.

Para muchos, resulta preferible haber pasado por el fuego, mostrar las huellas del agravio, que saberse víctima en potencia. La ciudad de México, capital de la impunidad y la impotencia, donde sólo existe la esperanza retrospectiva del delito que ya pasó.


Lo que resulte

Acaba de llegar a nuestra redacción la novela más veloz de la que tengamos noticia. Y en modo alguno nos referimos a la rapidez de la prosa, virtud tan encomiada por Italo Calvino, sino a lo instantáneo de la ejecución. El manuscrito de marras lleva el título de Yo viajé con Chapa Bezanilla . El lector avisado ya intuye el tema: el regreso a México del ex fiscal Pablo Chapa Bezanilla a bordo de un avión de Aeroméxico. El autor firma como Carlos Premier. Quizá se trate de un forzado juego de palabras en torno al programa Premier de Aeroméxico y al ex mandatario Carlos Salinas.

Yo viajé con Chapa Bezanilla fue concebido y pasado en limpio con tal celeridad que apenas se reparó en el modesto paso intermedio, la escritura del texto. Pero, ¿quién se anda con tiquismiquis cuando lo que está en juego es la actualidad de la narrativa? ¡Que otros se dediquen a la ociosa corrección de los libros que no dependen de las noticias del Canal 13! Como el ciclón Paulina, Carlos Premier es una ráfaga que ataca maraca.

Aunque los informes del Reclusorio Oriente sobre la salud de Chapa son bastante vagos, es posible suponer que el ex fiscal tardó más en acostumbrarse al cambio de horas que su cronista en consumar la novela testimonio. Y no se crea que estamos ante una de esas anoréxicas creaciones que requieren de hojas falsas y letra gorda para fingir su dimensión de libro. Yo viajé con Chapa Bezanilla es una robusta prueba de que cuando hay voluntad, lo que sobran son palabras.

Después de un prólogo narcótico titulado ``Averiguaciones previas'', que narra la visita al duty free del aeropuerto Barajas de Madrid, Premier divide su obra en las actividades del protagonista durante el vuelo. Los capítulos llevan nombres como ``Chapa Bezanilla ve completa la película Anaconda'' o ``Chapa Bezanilla escoge pollo y se lo come''. La estructura recuerda sagas episódicas como ``Asterix en Bretaña'' y ``Asterix en los juegos olímpicos''. El héroe enfrenta los mismos desafíos en diversas circunstancias. El tenso hilo conductor es el careo del ex fiscal con la justicia. Obviamente el narrador no sabe nada del asunto (como el resto de los mexicanos, en materia de impartición de justicia, carece de pruebas para lo que sea). De manera apropiada, el desenlace se llama ``Lo que resulte''. Premier simpatiza con su personaje -ha tenido catorce horas para verlo comer pollo-; la proximidad y el tedio humanizan al sabueso que en su momento de gloria se vistió como Indiana Jones para desenterrar un cráneo equivocado. El término legal ``lo que resulte'' anticipa un futuro que ya no cabe en la novela y que acaso refute sus planteamientos. De manera involuntaria, Premier ofrece con esas tres palabras una metáfora de la justicia mexicana y las investigaciones sin causa precisa ni conocimiento de los hechos que hacen que a la gente se le detenga por una cosa (a Chapa, presunto responsable de descalabros mayores, por la pingüe travesura de violar la ley de panteones) y se le condene por lo que se encuentre en el camino (por desgracia, los peritos suelen investigar a la manera del jet de Yo viajé con Chapa Bezanilla, y no encuentran otra cosa que aire). ƒrase una vez un país donde la única acusación fidedigna se llamaba ``lo que resulte''.

CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

POSIBILIDADES DE UN VOLCAN


Estoy en las faldas de un volcán. Es alto, espigado, con las laderas un poco convexas, como el Fuji, y su color ceniza se perfila bien contra un fondo de nubes blancas. Por gigantesco y poderoso, es amedrentador.

Alguien nos advierte que puede hacer erupción en cualquier momento. Por eso estamos ahí: somos turistas y aunque hay cierto peligro queremos ver de cerca el fenómeno. Según dicen, la fuerza y colorido del espectáculo son insuperables. Algo como un interior de Pierre Bonnard estallando, colores que ascienden y se derraman en una apoteosis de estados de la materia: gases amarillos, gelatinas rojas lentas como zarabandas avanzando, piedras preciosas en vuelo entre líquidos cristalinos y ardientes. La tierra se estremece un poco y empiezan a oírse estruendos muy roncos, nacidos no de garganta, sino de las cavernas toráxicas de un jaguar gigantesco. La inminencia es paralizante, ya va a empezar la erupción.

îyese entonces un golpe monumental en la llanura amarilla usada como vibrante y extendido tambor, luz blanca surge de la boca del cono y brota de ahí un pez tropical vivo y gigantesco dando coletazos, brilla la armadura de sus escamas, y el blanco escudo de su ojo es la luna llena con una pupila negra. El pez de fuego y pedrería, pez volador, se contorsiona nadando silencioso en el aire puro de la noche. Despierto emocionado y feliz.

Y agradecido. Porque este sueño que ha tenido la fuerza y nitidez de una visión (en el sentido que se usa esta palabra con relación a Blake, por ejemplo), ¿lo hice yo?

En un sentido sí lo hice; en otro, me fue regalado. Nadie declara: ``fabriqué o hice un sueño''. Se dice: ``tuve un sueño''. Los griegos decían ``Un sueño se posó sobre mi cabeza''. Pero, si no lo hice yo, ¿quién hizo el sueño que tuve?

El sueño contiene recuerdos míos. El volcán que aparece lo vi en Costa Rica y escuché sus roncos estruendos de animal dormido. En diferentes acuarios me he entretenido dibujando peces tropicales, en mi modesta medida, como Paul Klee, el más grande pintor de acuarios, reales y soñados, que ha dado el mundo.

¿Cómo se hacen los sueños? El sueño es algo que me sucede, que me pasa. Que se fabrica a lo loco dentro de mí con mis propios recuerdos e invenciones. ¿Qué clase de cuentos son los sueños? ¿Por qué son tan raros? El poeta sentencia que ``estamos hechos de la materia de los sueños'', pero ¿cuál es la materia de los sueños?, y ¿cuál es la forma?

Volcán es montaña violenta, casi una contradicción. ¿Cómo admitir la neurastenia en la estable y sedante montaña? Pero en ese furor el mineral cobra vida y se aproxima a la planta apenas sensitiva y a la bestia alerta.

Todo está lleno de dioses: en la erupción la erecta piedra grita, vocifera y exhibe sus entrañas. ¿Quién diría que está hecha de fuego? Esqueleto de hoguera. Se sabía: ¿no fue acusado Sócrates de decir que el Sol era una piedra? Sí, pero qué piedra. De sacrificios, y con arte plumario. De otro modo, Leo Szilard se dio cuenta, al cruzar una calle en Londres, de que el Sol está hecho de explosiones nucleares. O ¿qué buscaba en el Etna furioso Empédocles, dios fingido, cuando perdió la sandalia antes de perder la vida en el beso de su boca?

Donde hay que salir con violencia del encierro insoportable, hay volcán. ¿En qué submarina y convulsionada prisión de diamante se formó el pez gigante y luminoso que brotó del volcán soñado? ¿No te gustaría que en una rutinaria comida el salero común hiciera extraños y roncos ruidos y comenzara a expulsar por los agujeritos, hacia arriba, la sal?

El antivolcán es otra cosa: succiona y traga en vez de escupir y vomitar, y es un cono clavado en la tierra, un agujero peligroso y helado que, por extraños procedimientos, diferentes a los térmicos, petrifica los líquidos y sublima los sólidos. Sus paredes, muy lisas, muestran en círculos concéntricos todas las gamas y tonos de azul.

Examino estas posibilidades vulcanológicas porque quiero acercarme a la materia del sueño que tuve, y los sueños no están hechos de palabras ni de imágenes, sino de significados, es decir, de la exploración de las posibilidades de lo que íntima, muy íntimamente sabes de las cosas.

En este caso, de un volcán.




Naief Yehya


MENTIRAS, DISTORSIONES E INCREDULIDAD


Para ningún paranoico es noticia que la mejor conspiración es aquella que opera a la vista de todos y en plena luz del día. Eso es precisamente lo que ha sucedido en últimas fechas: el entretenimiento masivo se ha enfocado obsesivamente en el tema de las conspiraciones. Media docena de películas, series televisivas y bestsellers se han encargado de volver omnipresente el fenómeno del complot y, al hacerlo una moda, lo han tornado en otro producto desechable. La cultura de los fanáticos de las teorías conspiratorias ha sido proyectada fuera del underground (de las polvosas librerías de usado, los sórdidos foros especializados de Internet, los archivos desclasificados de los gobiernos y las dudosas revelaciones de polémicos documentos supersecretos de origen cuestionable) para incrustarse en ineptos programas televisivos (con la excepción eventual de Los expedientes secretos X), así como en la anodina cultura del multicinema. Esta devaluación de las teorías conspiratorias ha tenido por efecto trivializar la existencia de conspiraciones reales, dada la manía posmoderna de convertir la realidad en materia prima para la creación. En obras como JFK de Oliver Stone, o Día de la Independencia de Roland Emmerich, datos reales, especulaciones y fantasías se entrecruzan para crear ficciones que habitan un espacio intermedio entre cine y realidad. Así, se ridiculiza de igual manera la supuesta conspiración para ocultar la verdad del incidente de Roswell, que los muy reales asesinatos (desde Martin Luther King hasta Colosio), golpes de Estado (desde el Congo hasta Chile), experimentos con sujetos humanos (desde Tuskegee hasta la seudociencia de la Atomic Energy Commision) y masacres (desde Sabra y Chatila hasta Waco) que han sido llevados a cabo por la CIA, el FBI, la KGB, el Mossad y demás organizaciones gubernamentales.

Laboratorios ambulantes

Durante décadas, miles de personas en Estados Unidos que padecían de una variedad de malestares (especialmente diversos tipos de cáncer), eran ridiculizadas por asegurar que habían sido objeto de algún tipo de experimento radiactivo. Sus afirmaciones, junto con las de quienes afirmaban tener implantes electrónicos en el cerebro o de quienes juraban haber sido violados por extraterrestres, se descalificaban como delirios de lunáticos. No obstante, documentos secretos de la Atomic Energy Comission (AEC) desclasificados en 1994 revelaron que desde 1944 hasta 1974 la propia Comisión de Energía Atómica había llevado a cabo experimentos en civiles, militares, adultos, niños, mujeres embarazadas y retrasados mentales, con el fin de determinar los efectos de la radiación. Los sujetos a menudo no dieron su consentimiento y muchas veces no sabían que estaban siendo usados como conejillos de Indias.

Lluvia de isótopos

Aparte de los experimentos anteriores, el gobierno estadunidense ha mentido también respecto de las pruebas nucleares atmosféricas que se llevaron a cabo en Nevada entre 1951 y 1962. La lluvia radiactiva producida contaminó entre 10,000 y 75,000 personas, especialmente niños, con yodo 131. Mientras el promedio aceptable de radiación era de 2 rads (dosis de absorción de radiación, 1 rad equivale a 5 mamografías), los niños recibieron, a través de la leche, entre 50 y 160 rads. Las dosis, de acuerdo con las fórmulas internacionales para calcular el daño radiactivo, eran suficientes para causar entre 25,000 y 50,000 casos de cáncer en la tiroides. La información fue publicada en un estudio del National Cancer Insitute. Véase: http://rex.nci.nih.gov en la sección What's New.

Cassini

El tema de las lluvias radiactivas se ha vuelto a poner de moda a pocos días del lanzamiento del satélite Cassini, el cual será enviado en un cohete Titán IV con destino a Saturno, a donde llegará en julio de 2004. Cassini ha sido objeto de un acalorado debate, ya que lleva 32 kilos de plutonio como fuente de energía. Hay quienes afirman que esta es la sustancia más tóxica que existe en la Tierra, otros dicen que es más peligrosa la cafeína. En todo caso existe el temor de que el cohete explote (como le sucede a 1 de cada 20) y que llueva plutonio pulverizado (que es la única forma en que puede ser peligroso). Aunque uno quisiera creer en la Nasa, cuesta trabajo tener confianza después de una larga historia de encubrimientos y mentiras. Más datos en: http://llnl.gov/csts/publications/sutcliffe/118825.html; http://www.jpl.nasa.gov/cassini/what/whatsnew.html.

Marcianos espías

Durante los cincuenta y sesenta, la Fuerza Aérea estadunidense también mintió a quienes reportaban avistamientos de ovnis. La CIA publicó un estudio en el que reconoce que la Fuerza Aérea sabía que más de la mitad de los objetos en el cielo no eran naves extraterrestres sino aviones espías U-2 y SR71. La Fuerza Aérea mentía diciendo que se trataba de fenómenos atmosféricos, como cristales de hielo o inversiones de temperatura. El documento, CIA role in the Study of UFO's, 1947-90, puede ser consultado en: http://www.odci.gov/csi/studies/97unclas.

Aclaración: Cometimos un error la semana pasada. La dirección del Foro virtual de la cultura mexicana es: http://www.art-history.mx.

Naief Yehya

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