Bernardo Bátiz V.
Cambios políticos

El resultado electoral del 6 de julio de 1997, con el rechazo amplio al PRI y un apoyo sin precedentes a los partidos de oposición, no sólo produjo cambios radicales en la nueva composición del Congreso, en especial en la Cámara de Diputados, sino que también en otros ámbitos de la política mexicana encontramos variaciones, rectificaciones y nuevas posiciones, derivadas de la lección que nos dio a todos la ciudadanía.

Ciertamente fue en la Cámara de Diputados en donde, lo que se ha llamado el mandato popular del 6 de julio, produjo efectos que constituyen cambios de forma y de fondo, indicativos de que vendrán otros más. La contestación del Informe por un diputado de oposición, que se dirige al Presidente con cortesía pero sin la cortesanía acostumbrada; la ausencia de efectivos del Estado Mayor Presidencial y posteriormente la nueva conformación de comisiones y comités en la Cámara, anuncian nuevos vientos en la política nacional.

Otros efectos destacables son las medidas que se están tomando para adecuar partidos y gobiernos a una nueva realidad más cercana a la democracia. En el PRI del Distrito Federal se hacen declaraciones en el sentido de que elegirán a sus próximos candidatos y funcionarios en elecciones abiertas al estilo del PRD, y en el Senado surge un grupo que pretende oponerse o al menos resistir a la línea de su coordinador parlamentario.

En el ámbito de la administración pública, las declaraciones del día de ayer en La Jornada, hechas por el señor Tomás Ruiz, presidente del Servicio de Administración Tributaria, en las que entre otras cosas expresa su opinión, que debe ser la del Ejecutivo, de revisar y posiblemente eliminar la partida secreta del Presidente, es un signo de reconocimiento de que las cosas ya no son como antes y de que es indispensable dialogar ahora con los diputados, encargados de aprobar el presupuesto, a los que anteriormente sólo se les tomaba en cuenta como telón de fondo en estos menesteres.

Otro cambio notable es el que ha sufrido el Partido Acción Nacional, que ha hecho esfuerzos por lavar su imagen de partido que apoyó al presidente Carlos Salinas y que colaboró con el actual gobierno del presidente Zedillo, en forma muy notoria, al menos hasta el término violento de la experiencia fallida y penosa del procurador Lozano Gracia.

En la Cámara de Diputados, Acción Nacional ha hecho a un lado su insistencia en el ejercicio de la política total, ya no remarca que está cogobernando y asume nuevamente un papel, que esperamos conserve, de opositor al régimen. Sus oradores en la tribuna, posiblemente respondiendo a una consigna estratégica, no dejan de citar al fundador Manuel Gómez Morín en casi todos sus discursos, con lo que seguramente pretenden volver a sus orígenes doctrinarios y olvidarse del pragmatismo al que tan fervorosamente se adhirieron no hace mucho. Es de esperarse que el ondear de las banderas doctrinarias no respondan tan sólo a un aspecto diferente del mismo pragmatismo que se pretende ocultar.