Letra S, 2 de octubre de 1997
Con nuevos protagonistas, la batalla por el condón se libró intensamente en los medios. Ofrecemos aquí la crónica de cómo una ocurrencia clerical (``producto nocivo para la salud'') desató una defensa apasionada del derecho a la información y al ejercicio libre y responsable de la sexualidad.
El 28 de julio se inicia la tercera etapa de la campaña nacional de prevención del sida. Voceros de Conasida informan que esta vez el spot televisivo, transmitido por 92 canales, los spots de radio para 1,173 radiodifusoras, los 150 mil carteles y dípticos, y los carteles espectaculares tendrán como eje principal promover el uso del condón y estarán dirigidos fundamentalmente a los y las adolescentes. Pocos días después, en respuesta a lo que consideran una campaña inmoral, la jerarquía eclesiástica decide organizar una contracampaña para forzar al gobierno a suspender la campaña preventiva anunciada.
Uno de sus voceros --nunca reconocido, nunca desconocido-- el patético grupo Pro Vida, a través de su presidente Jorge Serrano Limón (J.S.L.), demanda penalmente, por segunda ocasión (la primera fue en 1989), a la Secretaría de Salud porque podría haber incurrido en un caso de ``genocidio'' al promover ``un método riesgoso'' que ``no sirve para nada'', según declara J.S.L. el 13 de agosto cuando ratifica su demanda en la Procuraduría General de la República (PGR) (Excélsior y Crónica, septiembre 14).
Esta previsible reacción de Pro Vida no rebasaría el nivel de fallido sketch carpero --sólo imitado por sus símiles en otros lugares, como la representante de ese organismo en Monterrey, Ana Elena Cantú Torres, quien sin ruborizarse afirma que promover los preservativos ``equivale a un llamado a matarse, porque se hace creer a los jóvenes que el condón protege al ciento por ciento''--, sino fuera porque prominentes jerarcas católicos se lanzan de lleno a la campaña saboteadora.
La andanada
Lo que confirma que se trata de una contracampaña eclesiástica concertada es el manejo unánime del argumento tendencioso de que el condón no sirve porque no es 100 por ciento seguro. ``En primer lugar, ahí hay una mentira porque los preservativos no protegen totalmente. Nunca dicen en qué porcentaje protegen y el porcentaje es mínimo; siempre hay el riesgo de una infección'', advierte categórico el experto cardenal Juan Sandoval Iñiguez en un mensaje dirigido a la comunidad católica de Guadalajara, el pasado 14 de agosto. Por su parte, Genaro Alamilla, obispo emérito de Papantla, cuestiona: ``¿Por qué se le engaña a la chaviza que con el uso del condón no se le pegará el sida?'' (El Universal, septiembre 2). En su obsesión contra el condón, los jerarcas católicos pueden llegar al delirio. Antonio López Aviña, arzobispo emérito de Durango es paradigmático: ``es una falacia aquello del `sexo seguro''', dice, y
remata: ``Hay pruebas de que hay hijos del condón'' (Reforma, septiembre 7).
El condón falla, no es seguro, tal es el principal argumento utilizado en esta contracampaña por unos expertos líderes católicos que no se molestan en fundamentar sus denuncias. Por el contrario, en su afán por descalificar el uso del preservativo y otras medidas de control natal recurren a la falsedad: ``Está comprobado que los anticonceptivos ocasionan daño tanto emocional como psicológico en las mujeres que utilizan los anticonceptivos, y en el caso del condón, tampoco está bien por ser un método artificial para impedir que se conciba una vida'', argumenta, seguro de sí mismo, el arzobispo López Aviña.
Otro de los ``argumentos'' manejados por los prelados denostadores del condón es la imposición de éste y otros instrumentos contraceptivos por intereses imperialistas a una cultura cuya tradición no registra el control de los nacimientos: El nuncio apostólico Justo Mullor, al criticar las campañas de planificación y de prevención, se refirió a los ``enormes intereses'' que están detrás de ellas. Mientras Serrano Limón denunció que ``las campañas del Conasida responden a intereses trasnacionales'' (La Jornada, agosto 27). Por su parte, el cardenal Sandoval Iñiguez también señala culpables: ``Los laboratorios que los producen (los condones) se llenan los bolsillos de dinero a costa de la inmoralidad de la población a la que alientan de esta manera al libertinaje''. En tanto que el sacerdote Jorge Palencia remata: ``no es costumbre, no está dentro de la idiosincrasia de los mexicanos el uso del condón'', y pide que se lance la siguiente advertencia: ``Si sigues siendo promiscuo te vas a morir''(La Jornada, agosto 15).
La artimaña más socorrida por la derecha ultraconservadora para desaprobar al condón, al que le asigna un poder mayor al de las hormonas para despertar la libido, es el que maneja la Arquidiócesis de México en su órgano informativo Nuevo Criterio: ``Las campañas de la Ssa son nocivas, pues favorecen la promiscuidad sexual y van en contra de la salud social''. Y el nuncio apostólico Justo Mullor añade: ``a veces detrás de esta propaganda hay una anarquía sexual que no es bien para todos y no es bien para nadie (sic)'' (La Jornada, agosto 26). En tanto la diócesis de León, Guanajuato censuró a los medios de comunicación porque ``incitan a la promiscuidad y atentan contra los valores de la familia cristiana al promover el uso del condón'' (La Jornada, agosto 30). Por su parte, el representante de Pro Vida en León, Guanajuato, Juan Antonio Rangel, en coincidencia con los prelados y después de calificar al condón como ``pasaporte a la muerte'', afirmó que ese instrumento ``es una invitación a las relaciones sexuales con desorden'' (La Jornada, agosto 16).
Crónica de una derrota
Pero sin duda, la declaración que despierta mayores reacciones y que impulsa de manera involuntaria y extraordinaria la campaña a favor del uso del condón es la ocurrencia del arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, de incluir en los condones, al igual que en las bebidas alcohólicas, la leyenda Este producto es nocivo para la salud. Ninguna campaña preventiva contra el sida había logrado hasta ahora un impacto tan favorable en la sociedad. Y todo gracias a esta ocurrencia del arzobispo Rivera. La cantidad de respuestas fundamentadas en diarios, revistas y programas de radio sobre la eficacia de los condones superó con creces la andanada eclesiástica anticondón. Además, logró que nuevos actores, que hasta ahora se habían mantenido al margen de la polémica, entraran en escena. El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), Francisco Barnés de Castro, y el director del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Diódoro Guerra Rodríguez, abordados por los reporteros en un evento en el que participaron juntos, se pronunciaron a favor del uso del condón como medida preventiva. Barnés de Castro dijo que ``la juventud debe estar debidamente informada''. Mientras que Diódoro Guerra fue más allá: ``es una prioridad cualquier método o instrumento que permita preservar la salud de la sociedad''. De modo que el condón ``no sólo es bienvenido, sino aceptado y debe ser estimulado'' (La Jornada, agosto 28).
Por otro lado, Arturo Sáenz Ferral, presidente de la Comisión de Salud de la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, criticó la postura anticondón de la Iglesia católica porque ``no va de acuerdo con la realidad de las familias mexicanas'', y afirmó que ese tipo de declaraciones en lugar de hacer un bien a la comunidad resultan contraproducentes (La Jornada, septiembre 5). En tanto, el diputado priísta Salvador Ordaz Montes de Oca, dirigente del Frente Liberal Mexicano, se mostró extrañado de que ``el señor arzobispo sepa tanto de condones, cuando supuestamente no tiene por qué usarlos'', y pidió llamarle la atención a Rivera Carrera por interferir en programas oficiales relacionados con la salud pública (La Jornada, agosto 28). En ese mismo sentido se pronunciaron los jóvenes perredistas; la Secretaría de los Jóvenes del PRD pidió a Norberto Rivera ``respeto irrestricto al cumplimiento de las labores de la Secretaría de Salud (Ssa) en la prevención del sida entre los jóvenes'', y propuso que la Ssa envíe una iniciativa de ley al Congreso de la Unión para que se incluya a los condones en la canasta básica (La Jornada, septiembre 4). Sin embargo, las posturas de la jerarquía católica tuvieron un aliado un tanto inesperado, aunque no tan avispado. Al pedirle su opinión sobre el condón, el joven diputado Jorge Emilio González, presidente de la fracción del Partido Verde Ecologista de México en la Cámara de Diputados, le respondió a los reporteros que es irresponsable promover el condón por todos lados, ``si alguien se quiere cuidar del sida lo que tiene que hacer es ser fiel, y se acabó, es la única prevención ciento por ciento del sida'', dijo, y ya inspirado añadió: ``Imagínate que ya con el condón la libraste y te da sida, el coraje que debe dar'' (Unomásuno, septiembre 5).
La réplica oficial
La actitud del titular de la Secretaría de Salud en esta polémica fue la de evitar toda confrontación con los dirigentes de la Iglesia católica. Pocos días después de la demanda de Pro Vida, Juan Ramón de la Fuente señala la necesidad de fortalecer la estrategia preventiva para enfrentar el grave problema del sida. ``Lo hacemos en forma muy respetuosa pero también muy decidida'', dice, y subraya ``necesitamos hablar con claridad'' (La Jornada, agosto 15).
En contraste, el director general de Control de Insumos para la Salud, Francisco Higuera Ramírez, declara que las expresiones de los prelados católicos contra las campañas de prevención del sida ``son de risa'', y califica a la contracampaña eclesiástica de ``malsana, de desacreditación'' porque no tiene ningún fundamento, y descarta la más remota posibilidad de que la Ssa pudiera incluir en los condones la leyenda de que son dañinos, como propone el arzobispo Norberto Rivera (La Jornada, agosto 26).
La coordinadora general de Conasida, Patricia Uribe, es quien se encarga de fijar la posición de la Ssa. La Secretaría de Salud, dice, no entrará en ``confrontación estéril'' con quienes se oponen a las campañas de prevención del sida, y advierte que ``la querella (de Pro Vida) no va a prosperar porque no tiene ningún fundamento'' (La Jornada, agosto 31).
Sin embargo, en Guanajuato el secretario de Salud estatal, Carlos Tena Tamayo, promueve, a través de spots en las 47 radiodifusoras de la entidad, la abstinencia sexual como el mejor método para prevenir el sida, lo que contradice el propósito de las autoridades de la Ssa de centrar las campañas preventivas en el uso del condón. Al respecto surgen algunas dudas: ¿las acciones preventivas de salud pueden estar sujetas a la orientación ideológica de los gobiernos en turno? ¿Es eficaz una campaña que promueve el uso del condón en Oaxaca, por nombrar un estado, y la abstinencia sexual en Guanajuato? ¿O cómo lograr unificar los criterios preventivos en el proceso de descentralización de la Secretaría de Salud?
El balance de la disputa
Después de diez años de campañas preventivas titubeantes e inconstantes, la Secretaría de Salud se decide finalmente a enfrentar las presiones conservadoras y promover el medio más eficaz para controlar la pandemia de sida: el uso del condón.
Estamos lejos de la situación prevaleciente en 1988 cuando la reacción conservadora a la campaña preventiva de promoción del uso del condón por televisión y otros medios --``Disfruta el amor, hazlo con responsabilidad'' fue el lema de entonces--, logró frustrar, luego de una controversia de dimensiones similares a la actual, la transmisión por televisión de los spots preventivos, dando al traste con la campaña. De ahí en adelante, las autoridades de Salud procuraron que los mensajes preventivos fueran conciliatorios, en detrimento de su eficacia.
Hoy, gracias a la democratización creciente del país, la coyuntura favorece el diseño de campañas de información sexual y de prevención de enfermedades de transmisión por esa vía. Aún más, según una encuesta del periódico El Universal y la empresa Alducín y Asociados entre habitantes de la zona metropolitana del valle de México, los propios ciudadanos lo están demandando. De acuerdo con esa encuesta, realizada en plena controversia sobre el condón, 87.2 por ciento de la población apoya las campañas de la Ssa. Aunque 50 por ciento considera que debería haber más publicidad respecto al uso del condón, y 73.2 opina que esa publicidad debe ser más explícita. Ocho de cada diez personas considera que el condón ofrece protección efectiva contra las enfermedades transmitidas por vía sexual, y nueve de cada diez opina que se debe instruir a jóvenes y adolescentes en las escuelas sobre el uso correcto del condón (El Universal, septiembre 15).
Esa tendencia favorable se reflejó también en los medios. Investigadores del Colegio de México, de la Unam y de otros centros de estudio, articulistas y caricaturistas de diversos diarios, activistas de lucha contra el sida y miembros de organizaciones feministas, de derechos humanos, de educación sexual y salud reproductiva, de católicos y de otras religiones, educadores, sexólogos y padres de familia respondieron puntualmente con cifras y datos a cada uno de los argumentos espurios utilizados por la jerarquía eclesiástica para descalificar la eficacia del condón.
Al arzobispo Norberto Rivera le sucedió lo mismo que a Carlos Castillo Peraza el pasado mes de abril: una ocurrencia desafortunada sobre el condón (el primero lo llamó ``producto nocivo para la salud'' y el segundo, ``ensuciador irremisible del ambiente''), volcó en contra suya a la opinión pública.
Más allá de la confusión generada por el manejo de información sin sustento, el balance final de la controversia es favorable a las campañas oficiales. Así lo percibe la doctora Patricia Uribe, titular del Conasida, para quien la polémica influyó de manera positiva porque se difundió mucho más el uso del condón, más personas se informaron al respecto y el impacto de las campañas preventivas se multiplicó más allá de lo previsto. Tan sólo el número de llamadas a Telsida se disparó de 500 (antes de iniciar la campaña) a 7,340 en el mes de agosto (El Universal, septiembre 23).
No hay duda, en situaciones de emergencia epidemiológica, las medidas preventivas de probada eficacia no pueden estar sujetas a discusión, porque su utilidad no depende de criterios ideológicos, religiosos o morales, y la urgencia de su difusión no permite dilaciones. Así lo entiende y lo demanda una ciudadanía informada.
En las últimas semanas hemos asistido a una encendida polémica entre las autoridades eclesiásticas y los grupos ultraconservadores que denuncian la supuesta inefectividad del condón; y las autoridades de Salud y los organismos no gubernamentales que señalan, con el apoyo de cifras y estadísticas, que hasta el momento el método más confiable de prevención de las enfermedades sexualmente transmisibles y del sida, sigue siendo el condón. El esfuerzo eclesiástico por descalificar moralmente a las campañas impulsadas por Conasida ha puesto en evidencia la capacidad de movilización de la sociedad civil por la defensa del derecho a la protección de la salud.
La Iglesia católica perdió, esta vez, la batalla por el condón. La derecha mexicana perdió el poder de chantaje que tenía hace casi diez años cuando forzó la interrupción de la campaña preventiva del Conasida. Declarar desde la más alta tribuna eclesiástica del país que el condón es un ``producto nocivo para la salud'' es no tomar en cuenta a las miles de personas infectadas por no haber utilizado dicho método de prevención, es querer desviar la atención pública a un falso dilema entre dos prácticas que desde el punto de vista de la preservación de la salud no se contraponen: condón o fidelidad.
La extraordinaria respuesta social a favor de las medidas emprendidas por las autoridades de salud para detener la pandemia del sida, prueba la madurez de nuestra sociedad, e invalida cualquier pretexto de índole moralista que impida la puesta en práctica de medidas enérgicas necesarias para garantizar la salud de la población.