La Jornada 28 de septiembre de 1997

En Chenalhó, presencia descarada de paramilitares Campaña contra la Conai y el centro Bartolomé de las Casas en medios locales

Hermann Bellinghausen, enviado, San Cristóbal de las Casas, Chis., 27 de septiembre Ť Las aguas están revueltas en Chenalhó. Da la impresión que una mano negra las quisiera enturbiar. Es abierta la existencia de grupos paramilitares de priístas, auspiciados por la policía y el Ejército.

A la vez que aparecen armas en Santa Marta, y Puebla es un campo de tiro, se dan expulsiones de familias enteras por simpatizar en el EZLN o el PRD, por apoyar el municipio autónomo con cabecera en Polhó, por no dar dinero para las obras de los priístas, o para la compra de balas en las comunidades. Cada día es de balas en las comunidades. Cada día en más comunidades de este municipio tzotzil, de tradiciones arraigadas, viejos caciquismos y nueva política ``antiguerrillera'', como prefiere llamar Sedena la guerra de baja intensidad, la vida se descompone, por ``importación''.

Simultáneamente, desde los medios gubernamentales se ha desatado una campaña de desprestigio contra la Conai, y en especial contra el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. Dicho centro documentó los hechos violentos en la región indígena de Chiapas, y de las historias de horror de Chenalhó también ha hecho denun- cias. Aparejado a esto va una campaña semántica en los medios locales contra ``términos tan manoseados como `guerra de baja intensidad', `sociedad civil', `guardias blancas' y muchos otros'', enumera en su editorial del 25 de septiembre. Y de manera menos directa, señala otro ``término manoseado'': los derechos humanos.

La marcha zapatista para reinstalar a los desplazados de Tabtechum y Los Chorros terminó en Polhó sin imponderables, después del incidente del francotirador en Yabtechum. Pero persisten las dudas sobre el apaciguamiento de las comunidades.

Van dos historias, a manera de ejemplo.

Dos, tres pueblos divididos

Santa Marta, Chenalhó, esta prácticamente incomunicado con su cabecera municipal, en el extremo del municipio. Su salida natural es la cabecera de San Andrés. Su relación de ``tradición y costumbre'' es con ésta, pero por ley pertenecen a Chenalhó.

El fiel de la balanza en Santa Marta es el gobernador. Y sobre él viene la presión del Ejército y el gobierno.

Un día llega un joven teniente del Ejército federal, oriundo de Zacatecas. Se presenta al gobernador y al maestro de la escuela. Los convence de que los zapatistas (abundantes en la comunidad, por cierto) representan un peligro, están fuera de la ley, y hay que combatirlos.

Después, el gobernador se arrepiente. Le dan dolores de cabeza y lo aquejan dudas de conciencia.

Como quiera, las armas ya llegaron. Han de ser nuevas, porque ``de noche brillan como plata''. Según el gobernador, costaron 20 mil pesos y las pagó el municipio constitucional.

Ahora, por la noche hay adiestramiento en Santa Marta. Llevan a los hombres. Les pasan ``película, primero, instrucciones para el manejo de armas. Luego les pasan pornografía. Para rematar la parte teórica, hay baile con muchachas en bikini'', que preocupa especialmente a las mujeres, para terminar con ejercicios militares. A sus casas llegan tarde los hombres, dicen las señoras.

De los entrenamientos que da la policía en la comunidad de Puebla no hay testimonios, aparte de los tiros que todas las noches se oyen en todo el valle.

En el ejido Colonia Libre Los Chorros (donde se suscitaron los incidentes últimos, expulsión incluida de los zapatistas, casas quemadas y saqueadas) el procedimiento fue distinto. No por la vía ``tradicional'' como Santa Marta, sino por la corporativa.

En julio, el edil constitucional Jacinto Arias Cruz encargó a todos sus agentes municipales que levantaran listas de quiénes eran del PRI y quiénes no, en cada paraje.

En Los Chorros se llama a una asamblea. El agente toma nota. Casi nadie se apunta. Los que se identifican como ``sociedad civil'' instauran un debate, y le mandan decir a Jacinto Arias con el agente que no tiene derecho a dividir las comunidades.

Lo mismo dicen muchos priístas que no se habían apuntado.

En septiembre, se exige dinero a los pobladores de Los Chorros, Puebla y otros parajes para la compra de armas y municiones ``para defender a la comunidad''. Se castiga a los que no colaboran. En algunos lugares, como Los Chorros, se les expulsa.

Listas blancas y ligas negras, para repartir favores y horrores.

Se agrega la participación renovada de una banda originada en San Juan Chamula: Los degolladores, que en años anteriores ejecutaron sangrientas expulsiones de chamulas evangelistas y en tiempos recientes han orientado sus acciones contra zapatistas, miembros de la organización Abelas y otros perredistas, en Chenalhó y Pantelhó.

La gente del municipio autónomo asegura que el promotor de la contra, para dividir las comunidades hasta extremos letales, es el ex diputado Antonio Pérez Hernández, priísta como Arias, y también con el respaldo del gobierno estatal.