Octavio Rodríguez Araujo
Gerentes

Como si se hubieran puesto de acuerdo, tres articulistas de Proceso (21/09/97), complementan muy bien sus escritos. Me refiero a Pablo Latapí, Carlos Montemayor y Javier Sicilia.

Latapí nos recuerda las declaraciones ante la Comisión de Derecho Humanos de la ONU del ex coordinador de la delegación gubernamental para el Diálogo de San Andrés, y la contradicción existente en el gobierno sobre el tema indígena. Montemayor termina diciendo que no hay voluntad política por parte del gobierno para dar soluciones, y Sicilia explica que esta ausencia de voluntad política se debe a la concepción que se tiene en el gobierno sobre el Estado mexicano.

Quisiera, a partir de estos sugerentes artículos, reflexionar sobre una frase de Sicilia: el gobierno y el PAN ``entienden el Estado (desde la perspectiva del neoliberalismo) como un sometimiento de la nación a las leyes del mercado global''.

Aquí está la clave y la explicación de por qué el gobierno se contradice entre lo que dice en un momento y lo que dice después, y entre lo que dice y lo que hace y, desde luego, por qué sólo tiene voluntad política para imponer en el interior del país lo que las fuerzas hegemónicas a nivel mundial le han dictado.

Ciertamente, los del gobierno entienden el Estado como una entidad determinada por los mercados dominantes en el mundo, y a la nación como una empresa que deberá ser administrada en función de los intereses de esos mercados.

En México no hay gobernantes, hay gerentes. El papel de los gerentes es llevar a cabo lo que los dueños de la empresa (o a quienes se reconoce como tales) deciden. México es una gran empresa para quienes se creen sus dueños y para quienes han asumido el papel de gerentes y no de gobernantes de una nación soberana. Y de la misma manera que en una empresa se despiden trabajadores no necesarios para las metas y objetivos del negocio, en México se margina a millones de mexicanos que no son útiles a los fines asignados para el país por quienes se creen sus dueños y por sus obedientes gerentes.

Los indios de México, cita Montemayor, no sólo son los más pobres de los pobres del país, sino que sus niveles de desnutrición les ha afectado ya, estructuralmente, sus capacidades físicas y mentales plenas. ``La magnitud de la prevalencia de desnutrición observada en las comunidades indígenas --cita Montemayor de un documento oficial-- constituye una situación de alarma que demanda su atención inmediata''. Y ¿cómo atiende esta situación el gobierno? Con fuerzas armadas y abandono: las primeras para reprimir, llegado el caso, la inconformidad de los más pobres, y el segundo para que se mueran de hambre en lugar de inconformarse. Soluciones de empresa, sí, pero del siglo pasado, retomadas a finales de este siglo gracias al pragmático neoliberalismo que domina ideológicamente la economía mundial.

¿Cómo va a haber voluntad política en los gerentes? Impensable. El papel de los gerentes es seguir las directrices de quienes son reconocidos como patronos. Su papel es poner orden en la empresa y aprovechar que formalmente todavía somos un Estado-nación para usar la llamada fuerza legítima de las armas (y la violencia) en contra de quienes protesten al extremo de poner en riesgo la estabilidad necesaria de la empresa. La empresa se hace responsable exclusivamente de quienes laboran en ella, aunque les castigue sus salarios sistemáticamente. Pero para quienes no son productivos para la empresa, no hay responsabilidades. Para éstos, si acaso, algunas migajas del excedente de capitales (Progresa, le llaman, antes era Pronasol).

El futuro de México, como nación y no como empresa, comienza por exigirles a los gerentes que sean gobernantes y que asuman sus responsabilidades para rescatar el Estado para la nación y su pueblo, y no para los mercados.