La Jornada Semanal, 21 de septiembre de 1997
ENTREVISTA A SERGIO AGUAYO
Politólogo y animador del grupo Alianza Cívica, Sergio Aguayo publicó hace algunas semanas Las seguridades de México y Estados Unidos. En esta entrevista reflexiona sobre las repercusiones sociales de la violencia, la guerrilla y la impunidad, y dibuja algunas de las alternativas democráticas que contribuirán a superarlas.
¿Qué se entiende por seguridad nacional?
-Es un término muy poderoso, con el que se invoca los intereses fundamentales de un país, como el territorio, por ejemplo, o la defensa de las instituciones, y se invoca cuando se considera que están en juego esos intereses vitales del país. Así de sencillo y así de complejo.
-¿Quién define los límites de la seguridad nacional?
-En la doctrina tradicional, quien va definiendo el significado de la seguridad es el Estado, porque se supone que el Estado representa a la nación a través de sus instituciones; el problema viene con la realidad de algunos países en los que el Estado no es representativo de los intereses de la nación. En ese sentido, habría una forma democrática y una forma autoritaria de definir la seguridad nacional. En los países democráticos existen diferentes mecanismos que permiten que las principales fuerzas políticas participen en la preparación de la agenda y en las decisiones que llevan a establecer qué instrumentos del poder nacional se van a utilizar para defenderlo. En los países autoritarios o no democráticos, la definición de la seguridad se va estrechando y va siendo tomada por un pequeño núcleo, lo que se convierte a veces en un verdadero problema para la misma seguridad de la nación.
-Cuando un ciudadano piensa en la seguridad nacional, imagina algo reservado, secreto, que no está al alcance de la opinión pública. ¿Cómo es posible democratizar políticas de seguridad nacional que se estructuran a través de instituciones cuya vocación es el secreto?
-No sólo es posible, sino indispensable. La respuesta está en la creación de una serie de leyes y de prácticas que hagan posible que la sociedad supervise a los organismos encargados de defender la seguridad de una manera permanente y constante, y el mecanismo fundamental es el Congreso. En México esta situación es inquietante, porque no ha existido una supervisión real, ni por parte de la sociedad, ni por parte del Congreso. La sociedad tiene en los medios de comunicación el mejor instrumento de supervisión, y hasta el momento éstos no han cumplido cabalmente con su función crítica.
-¿Cuál es el resultado de esta falta de supervisión social?
-El auge del narcotráfico se explica, en parte, por la falta de control sobre los aparatos de seguridad. Había algo de inevitable en que México se convirtiera en un paraíso para las bandas de narcotraficantes, por su localización geográfica principalmente, pero esa inevitabilidad se incrementó porque los organismos encargados de defender la seguridad nacional -como la Federal de Seguridad en su momento, la Judicial Federal y, por lo que ahora sabemos, una parte del Ejército- fueron corrompidos; y en parte fueron corrompidos porque no existió sobre ellos un escrutinio de los medios de comunicación y del Congreso. El Congreso ha sido extraordinariamente ineficiente e incapaz para cumplir con su trabajo de supervisión. Al carecer de esos controles, fue muy fácil que los corrompieran.
-En Las seguridades de México y Estados Unidos hablas de la relación entre la lucha contrainsurgente que llevó a cabo la Federal de Seguridad en estados como Jalisco, y su conversión en un elemento que estimuló al narcotráfico. ¿Cómo fue esta génesis de la Federal de Seguridad?
-Cuando surge la guerrilla en Jalisco, como en otros estados, en los años sesenta y setenta, el Estado mexicano afrontó el dilema de cómo iba a combatirla, y decidió hacer caso omiso de la legalidad. No hubo ninguna preocupación, como sí la hubo en Italia, de hacerlo dentro del marco de la ley. El Estado mexicano le otorgó a los cuerpos que se encargaron de combatir la guerrilla un amplio margen de maniobra, más del que ya tenían. Era un poco la compensación: tú actúa, desaparece, asesina a ese enemigo del Estado que es el guerrillero, y a cambio de eso yo te garantizo impunidad y me hago de la vista gorda para que tú te beneficies como puedas. Este margen tan amplio de maniobra llevó a lo que ahora sabemos: muchos agentes y comandantes fueron fácilmente corruptibles por las bandas del narcotráfico internacional. Los cárteles encontraron en México el paraíso, y dentro de México el estado ideal, o uno de los estados ideales, fue Jalisco. Además de la cultura, la impunidad, la existencia de una organización estudiantil muy violenta -la Federación de Estudiantes de Guadalajara. Estos factores, que en su momento no se percibieron, llevaron a que se fundieran los intereses de los cárteles del narcotráfico colombiano con la protección de los agentes de la Federal de Seguridad y, ahora lo sabemos, del jefe de la zona militar. Escenario ideal para una pesadilla.
-¿Qué significan para la seguridad nacional el nacimiento del EZLN y el EPR?
-Primero, señaló la inoperancia e ineficiencia de los servicios de inteligencia mexicanos. En el caso del EZLN, hay un brillante triunfo de un movimiento armado que tomó por sorpresa a un gobierno que estaba concentrado en la celebración de lo que se suponía la entrada de México a la modernidad. Pero el nacimiento de la guerrilla no sólo se explica en términos de inteligencia y contrainteligencia, sino en relación con la incapacidad del Estado para solucionar los problemas sociales, que son el origen último de un levantamiento popular de estas características.
-¿En qué consiste el trabajo de un analista de la seguridad nacional?
-Yo parto de un supuesto fundamental: los servicios de inteligencia son un hecho inevitable, pero resultan un instrumento que debe ser puesto al servicio de los intereses de la nación. Los intereses de la nación están en la resolución de los problemas nacionales: la justicia social, la democracia y el respeto a los derechos humanos, la soberanía. Nuestros servicios de seguridad y de inteligencia deben hallarse al servicio de estos principios. Lo que hemos tenido es una distorsión de los servicios de seguridad, porque han sido utilizados para propósitos perversos que han lastimado a la nación.
La mayor parte de la energía de un analista, o de una institución al servicio de la seguridad, está concentrada en imaginar el futuro en los diferentes escenarios. Por ejemplo: ¿cuál va a ser el nivel del río Colorado en el año 2060? A la gente le podrá parecer que este no es un tema de seguridad nacional, sin embargo lo es, porque en el momento en que tú investigas los niveles de agua, si hay una tendencia a la baja, quiere decir que en la zona fronteriza de Estados Unidos y México el caudal del río Colorado puede ser motivo de disputa; por tanto hay que anticiparlo, para que el Estado pueda empezar a tomar medidas para enfrentarlo bien, renegociar el convenio sobre la distribución del caudal del río Colorado, hacer planes emergentes o preparar una planta desalinizadora, etcétera.
-¿Cómo se ha transformado la idea de la seguridad nacional en el escenario de un mundo interdependiente?
-Antes que nada, hay una desmilitarización acelerada del concepto de seguridad y una democratización conceptual muy acelerada también. En los años sesenta y setenta sobre todo, en América Latina, y eso incluía a México, la concepción de seguridad era profundamente anticomunista y muy ligada a la decisión de combatir a los enemigos internos: la guerrilla. En los años ochenta hay una revolución en lo que se entiende por seguridad, que tiene que ver con el final de la guerra fría, de la bipolaridad, con el auge de los temas relacionados con los derechos humanos, el medio ambiente y la revolución en las comunicaciones, que facilita una conexión entre sociedades, como nunca en la historia se había dado. Al incorporarse estas nuevas preocupaciones, se modifica el concepto de seguridad.
-¿Existe una razón para sentir cierto optimismo en la situación actual del país?
-El tema de la seguridad está ligado a los otros grandes temas del país; la seguridad y la inseguridad son integrales, al igual que la democracia y la justicia social. O existe una reestructuración, una refundación de las instituciones basada en el consenso, la legitimidad y la legalidad, o seguiremos viendo que las instituciones de seguridad se convierten en instrumento de un pequeño grupo que las utiliza para imponer políticas. La seguridad se apoya y se fundamenta en la democracia, la justicia social y la soberanía. Las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia, las policías federales, son los instrumentos que sirven para alcanzar estos fines, no para subvertirlos y distorsionarlos, como fue el caso de la Federal de Seguridad y de la Judicial Federal, y como está siendo el caso -ahora lo sabemos- con altos mandos del Ejército.