150 años después de que el Batallón de San Patricio uniera las armas irlandesas con las mexicanas, nuestro querido amigo Bruce Swansey, responsable de las críticas de teatro de La Jornada Semanal, fue nombrado Agregado Cultural de la Embajada de México en Irlanda. El domingo pasado publicamos la última reseña teatral de Swansey con nosotros. Como es de suponerse, lamentamos la partida de un destacado y asiduo colaborador. Al mismo tiempo, celebramos que el destino lo haya llevado a la patria de Sinead O'Connor y James Joyce. Para alguien que ha estado tan cerca de este proyecto, todo adiós es provisional: Bruce Swansey seguirá enviando colaboraciones desde la capital de la más densa cerveza. Le deseamos mucho éxito en su nueva gestión y quedamos en espera de sus textos con la devota paciencia con que los espectadores del teatro irlandés han aguardado a Godot.
La espectacular reaparición del Pájaro Domizzi en la delantera de los Pumas colmó de alegría a la UNAM. Pero hay más motivos de festejo en CU: la revista Punto de Partida cambia de cara y, al mismo tiempo, recupera el espíritu con el que nació. Bajo la dirección de Morelos Torres, la ``Revista de los jóvenes universitarios'' comienza una nueva época. El diseño gráfico que ampara a la publicación desde su entrega de agosto-septiembre es estupendo, entre otras cosas porque renueva la imagen sin que se advierta la presencia de la computadora. Otro acierto es que la etapa de Torres se inicia con una entrevista a quien fundó la publicación en 1966, Margo Glantz. Por otra parte, la nómina de colaboradores (Boris Berenzon, Ramón Cuéllar Márquez, Edgardo Bermejo, entre otros) es fiel al título de la revista: el punto de partida de quienes, hoy, escriben el futuro. ¡Felicidades!
Durante años, Luis Humberto Crosthwaite ha hecho singulares pesquisas en la frontera norte. El autor del espléndido libro de relatos Marcela y el Rey ha visitado todas las fondas de comida china, todos los tugurios y todas las garitas en pos de temas para sus historias y, lo que es más inusual en el gremio, de historias ajenas que publicar. El resultado de este patrullaje es la Editorial Yoremito, que ha publicado tres libros que revelan el poderío verbal de quienes viven donde se acaba (o donde comienza) el país: Gancho al corazón, la saga del Maromero Páez, de Roberto Castillo Udiarte (Tecate, 1951), Yízus the man y los kiosco boys, de Juan Antonio di Bella (Ensenada, 1961) y Buten smileys, de Rafa Saavedra (Tijuana, 1967). Al cobijo de títulos raros y llaves de judo entre el español y el inglés, los narradores de Yoremito cuentan historias excepcionales de la subcultura fronteriza; por ahí desfilan la clase @, los mormones desmadrosos, los pansexuales sin cortapisas y los punkies sin crestas, de Rafa Saavedra; la fórmula para hacer que un sospechoso sandwich pase sin problemas por los rayos X de la aduana, de Juan Antonio di Bella, y la trepidante narración de extravagancias entre las doce cuerdas, de Roberto Castillo Udiarte. Si alguien desea entrar en contacto con estos artistas de la fayuca cultural, puede escribir a la edénica dirección de Calle Risco 2151, Sección El Dorado, Playas de Tijuana, B. C., o al siguiente puerto electrónico: [email protected]. Se nos olvidaba decir que el nombre de la colección proviene del poeta norteño Abigael Bohórquez (1937-1995) y de sus versos: ``Yoremito de cuerpo arrimoso/ y de clavito mortal.''
Editorial Era está distribuyendo en México una de las mejores colecciones de poesía del idioma. Nos referimos a Ave del Paraíso, dirigida en España por José-Miguel Ullán y Manuel Ferro. Algunos de los libros que mejorarán nuestras librerías son: Alegrial de Eduardo Milán, Reloj de sol de Gabriel Zaid, Sobre una piedra extrema de Andrés Sánchez Robayna y Visto y no visto del propio Ullán. Además, Ave del Paraíso publicó una estupenda edición de De fusilamientos, de Julio Torri, con dibujos de José Luis Cuevas, y la antología Poesía de México, con una selección de los ganadores del Premio Nacional de Poesía Aguascalientes. Cuando dirigió el suplemento Culturas, de Diario 16, José-Miguel Ullán dio especial importancia a la literatura y la plástica de México. Como articulista de El País y curador de exposiciones ha continuado la fervorosa promoción de nuestra cultura. Ahora, con Ave del Paraíso, el poeta de Visto y no visto vuelve a ser el inmejorable puente entre las orillas de México y España.
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Me quedé pensando en lo que dije la semana pasada. Y encontré objeciones. Pocas cosas me cuestan menos trabajo que decir ``me equivoqué''. Para eso estamos en este mundo, para equivocarnos. No hay maestro mejor que el error reconocido. Creo que hay elementos, y muchos, y obvios, que permiten derivar los celos de la lujuria. Así, pues, voy a autobjetarme. Después de todo, pensar es eso: proponer y contradecir dentro de la mente, esto es, como decía Platón, el diálogo del alma con ella misma. El argumento corre así: parte esencial del amor erótico apasionado (no llamemos lujuria a la más perdonable de las inclinaciones pecaminosas) son los celos. Si sientes amor pasión, sientes por fuerza, en algún grado, celos. Con independencia de las peculiaridades personales de la criatura amada. No se tienen celos por desconfianza, sino porque se está apasionadamente enamorado. Si amas, el animal de tres cabezas se acerca: celos retrospectivos (de lo pasado), celos presentes y celos prospectivos (de lo futuro), y te gruñe con los tres hocicos. ¿Pero por qué el jardín del amor oculta serpiente tan ponzoñosa? ¿Por qué los celos son parte indispensable del amor pasión? Hay quienes dicen que en los celos se vislumbra nuestro pasado de antropoides de manada. Hay quien dice que no, que es cosa cultural. Eso no importa ahora. Hay quien dice (Proust, experto en la materia) que obedecen a que el anhelo de posesión completa de la criatura amada no puede consumarse. Esta tesis, la más popular, es refinada (por Sartre) diciendo que el amor pasión es contradictorio, que intenta la posesión de la libertad del ente en cuanto libertad y por eso, no se puede alcanzar cumplidamente. La misteriosa frase ``libertad en cuanto libertad'' quiere decir, sencillamente, que si estás seguro del amor de la criatura anhelada, si ella se ha comprometido por entero y sin salidas contigo, tu pasión decrece: tú no quieres eso, sino una reiterada y renovada decisión por ti, a partir de su libertad. Es decir, la quieres libre, pero decidiendo por ti una y otra vez. Esto es, lo que quieres es su libertad en cuanto libertad: quieres el acto libre y desinteresado que reitera su compromiso por ti. Esa libertad indispensable para el amor pasión fue, es y será peligrosa (dado que es, por definición, incontrolable) pero tiene que estar ahí porque si no, no hay pasión. Luego los celos son parte esencial de la lujuria. Y hay que apechugarlos. El problema, como siempre, es cuando se desorbitan y se hacen ellos mismos, no un acompañante perverso del amor, sino una pasión desordenada. Es entonces, cuando alcanzan poder criminal. Como en el caso de Otelo. Pero no estoy de acuerdo con esta tesis. Tengo otra hipótesis diferente y diametralmente opuesta a la anterior, que no sólo explica, sino puede ayudar a los que padecen esa pasión. No la inventé yo, se la oí a un amigo que, a su vez, la oyó de un viejo maestro. Mi amigo es psiquiatra en Estados Unidos. La hipótesis se basa en el examen del papel que desempeñan los celos en la economía de la pasión. Es decir, en determinar para qué sirven. Los celos no nacen del deseo de posesión, sino al revés, son grandes y necesarios ``separadores''. La criatura amada ocupa nuestra mente y se funde de tal manera con ella que sentimos que se pierde en nosotros y nosotros en ella. Toda indistinción es peligrosa para el equilibrio del alma. ¿Dónde terminamos nosotros y empieza ella? ¿Quién soy yo y quién es ella? Los celos marcan esta distancia, devolviendo al exterior a la criatura amada y, en el mismo movimiento, restableciendo nuestra identidad personal. Para eso sirve la duda celosa que inventas, para delimitar: tú allá, yo aquí, y no sumirnos en la irrealidad. Si no hubiera celos, el amor pasión sería más locura que la que ya de suyo es. Los celos nos dicen: ella es ella y tú eres tú. Eso duele, pero es un dolor necesario. Nos permite alcanzar objetividad en el remolino de subjetividad de la pasión amorosa. Dicho de otro modo: el descubrimiento de que ella está fuera de nosotros ``son'' los celos. Entonces no hay que rechazarlos como una desgracia, sino asumirlos en su papel positivo y medicinal. Ganas dan de hacer un elogio entusiasta de ellos. Una manera de advertir la plausibilidad de esta tesis, es observar que los celos son siempre injustificados. Es decir, si la criatura que amas anda con otro, no son celos lo que tienes, sino un problema concreto que cada quien resuelve según su temperamento. Los celos brotan de la sospecha separadora, de la posibilidad fantaseada, su hábitat es la duda emocionante, no la certidumbre. No se mata por celos, sino por el dolor de la injusticia que hay en una traición.
Hace mucho tiempo que el ingeniero industrial, convertido en editor, Víctor del Real, entendió que la única opción para lanzar una revista independiente en México era asumirla como una forma de resistencia cultural. Al lado de un puñado de caricaturistas y colaboradores, Del Real creó la revista de historietas El Gallito inglés en 1992. Nadie creyó en ese momento que la publicación llegaría más allá del número tres. Hoy Gallito Comics va en el número 43 y se siente más vital que nunca. No sólo Del Real y su equipo (moneros brillantes como Camacho, Clément, Racrufi, Giménez, Peláez, Lima, Alejandro Gutiérrez, Quintero, Saccomanno y Trillo) han mantenido una revista de comics cuyo contenido es comparable o superior al de la mayoría de las publicaciones de su tipo en Latinoamérica y España (aun a pesar de no contar con los recursos económicos de revistas como El víbora o Kiss), sino que además han abierto un espacio sin precedentes para historietistas famosos y desconocidos, tanto de México como de una docena de países. El Gallito se encuentra ahora en el web: http://www.mexred.net.mx/Caverna/gallito_comics/
Comics en y para la red
La red es un sitio muy apropiado para el comic, ya que le ofrece un medio versátil, abierto, democrático e internacional que no depende de las mafias de la distribución, del costo del papel ni de los caprichos del mercado. Prácticamente cualquiera puede poner sus historietas en el ciberespacio; claro que otro problema muy diferente es lograr que alguien las visite, o bien, pague por tener acceso a ellas. Actualmente, buena parte de los comics que se ofrecen en línea son meros adelantos de revistas, historietas supercomerciales y propaganda para hacer que el surfeador ordene comics por correo. Es obvio que el medio tiene mucho más potencial que ofrecer información de novedades y chismes. Sin tener que convertirse en dibujos animados, las historietas pueden beneficiarse de los recursos del ciberespacio al aprovechar la interactividad y la posibilidad de integrar mediante hiperlinks otros medios (textos, video o fotografía), añadir movimiento, así como variaciones o partes de imágenes que aparezcan (pop outs), hacer que se transformen, se animen o tengan sonido. Desde hace algunos años han surgido en el web historietas especialmente diseñadas para ese medio, como las aventuras de Argon Zark de Charles Parker: http://www.zark.com, y los trabajos de Don Simpson: http://www.lm.com/-fiasco/. La red ofrece a los artistas la posibilidad de publicar su material a su propio ritmo. Es decir, pueden lanzar varios proyectos a la vez y poner en línea una novela gráfica completa cada semana, o simplemente algunas viñetas cada día o cada mes. Esta flexibilidad no es posible en el mercado de la historieta impresa.
El futuro no es hoy
Las condiciones actuales de la red aún no son óptimas para las historietas. Ningún fanático del comic estará a gusto mientras tenga que esperar más tiempo para bajar una página que para leerla (el tiempo de download debería ser de unos segundos). Además, en la actualidad sigue siendo relativamente difícil encontrar cosas en el web, mientras que el ideal sería tener la certeza de que si algo está en línea podemos bajarlo inmediatamente. Es un hecho que después de tantos años de información centralizada y envío de la información de un transmisor a muchos receptores, el terreno de la distribución de muchos transmisores-receptores a otros transmisores-receptores es aún bastante virgen. Otro problema fundamental es el dinero. Todo autor merece recibir regalías por su trabajo y aún no existe un mecanismo adecuado para que esto suceda en la red. En la actualidad, es poco probable que un surfeador esté dispuesto a desembolsar el precio de un comic impreso para ver (a diferencia de poseer) un comic en su pantalla; en cambio, es factible que le parezca justo pagar unos cuantos centavos por ese servicio (para lo que habrá que desarrollar un sistema eficiente de cobro). Un autor recibe tan sólo un porcentaje de las ventas de su trabajo. Podemos pensar que en la red se aplique un mecanismo de cobro de ``regalías'', donde cada visita se traduzca en la aportación de una módica suma. A muchos puristas les preocupa e incomoda la existencia de comics en línea, por considerar que se devalúa una forma artística. Esto es absurdo, ya que la red no le quita nada al comic, sino al contrario, añade posibilidades de expresión estética (una paleta digital y un novedoso medio fluido) y canales de distribución. Hay quienes piensan, como Scott McCloud (autor de Understanding Comics), que los días del comic impreso están contados y nuestra fascinación por la pulpa de árbol talado es simple fetichismo y nostalgia. Por supuesto que la impresión ofrece ventajas únicas, como resolución y portabilidad, pero también es cierto que la tecnología digital está en continuo cambio y evolución, mientras que la imprenta resulta, en términos generales, estática. En todo caso, es justo esperar que el Gallito haga en el web el equivalente a lo que ha hecho en el papel impreso.
Naief Yehya
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