La Jornada 20 de septiembre de 1997

México es más fuerte que antes, respuesta recurrente de Gurría a diputados

Ciro Pérez, Oscar Camacho y Blanche Petrich Ť Ya estaba roto el clima plácido de la Cámara de Diputados; ya el perredista tampiqueño Carlos Heredia había acusado al secretario de Relaciones Exteriores, José Angel Gurría, de actuar como ``mercader'' y no como estadista; ya había causado respingos cuando pidió explicaciones sobre supuestos ``nexos'' entre el canciller y su subsecretario Juan Rebolledo Gout con el siempre incómodo José María Córdoba, ya se había exasperado Gurría y había dicho tajante que ahora ``México es más fuerte y más respetado en el mundo''.

En su réplica, Heredia añadió otro pellizco: ``¿Seguiremos hablando español, verdad?''. Agregó dos adjetivos más a su duro juicio sobre la diplomacia que comanda Gurría, también tampiqueño, por cierto: ``obsecuencia y entreguismo''. E hizo la única mención que se escuchó en la sesión sobre ``la peligrosa tendencia que aleja la acción gubernamental de la tradicional política exterior mexicana respetuosa del derecho de asilo''.

Fuera de la intervención de Heredia, que probablemente Gurría ya se esperaba de su viejo y conocido oponente en varias arenas, el responsable de la política exterior no batalló mayormente con los cuestionamientos de los diputados a lo largo de dos sesiones con los sucesivos oradores.

La séptima y última comparecencia de un secretario de Estado en los trabajos de la glosa del Informe presidencial y la primera que presenta un titular de la cancillería en esta Cámara a la luz de las innovaciones en la vida parlamentaria, concluyó después de cinco horas de intercambio sin mayores sobresaltos.

Parcial desmentido a McCaffrey

Quizá lo único que pudiera trascender a los titulares de los medios extranjeros fue el muy escueto desmentido que en tres ocasiones tuvo que hacer Gurría a versiones del diario fruto de una filtración de un funcionario de la agencia estadunidense antinarcóticos (DEA), en el sentido de que el gobierno mexicano había autorizado que los oficiales de esa dependencia estadunidense portaran armas en territorio mexicano: a tres preguntas iguales tres respuestas idénticas:

``No, no portarán armas''. Ninguna palabra, ni de los diputados ni del propio secretario, de otras aristas de la misma información: las revelaciones del propio zar antidrogas Barry McCaffrey sobre las ``actas de inmunidad'' que protegerán a estos agentes extranjeros, ni el hecho mismo de que la DEA no ha desmentido al News tejano sobre el asunto de las armas de los agentes. Nadie le pidió que rindiera cuentas, como las que el funcionario del vecino país tuvo que rendir ante los legisladores de su país días antes, y las cuales permiten a los mexicanos conocer detalles que aquí se callan.

``En el peor de los mundos''

Casi todos los legisladores que pasaron a la tribuna indagaron sobre el tema migratorio, lo cual dio la oportunidad al canciller de ``saltar hacia adelante'' y hablar de problemas mucho mayores de los que sus interlocutores alcanzaban a plantear. Así fue como hizo el anuncio de que entre 800 mil y un millón de mexicanos residentes en Estados Unidos con trámites pendientes para la obtención de sus visas ``van a estar en el peor de los mundos posibles'' si las autoridades migratorias no difieren el plazo que vence este 27 de septiembre. ``Ya se sabe dónde están, ya se sabe quiénes son y tienen más de un año (de vivir en Estados Unidos) por lo que serían deportados y no podrían regresar en más de diez años'' a ese país.

Al corto plazo, la SRE ``concentrará sus baterías'' para capear esta situación, dijo Gurría. Pero antes había expuesto, por una pregunta de la diputada independiente Carolina O`Farril y del petista José Luis López López, que en aras de ``privilegiar la política de protección'', la red consular mexicana en Estados Unidos, ``la más grande del mundo'', se incrementó recientemente 60 por ciento y elevó en 48 millones su presupuesto.

Refirió también que ``por primera vez'' los dos gobiernos vecinos realizan un ''esfuerzo común'' para identificar y cuantificar el fenómeno de la migración y revalorar el nivel del ``costo-beneficio'' que actualmente en Estados Unidos se mira únicamente desde la perspectiva de un hipotético costo.

Expresó en otro momento: ``Yo prefiero muchas veces, antes que establecer una nueva embajada en el mundo, abrir más consulados en Estados Unidos''.

Ante la ONU, contra la pena de muerte

Quizá el único punto novedoso fue el anuncio que hizo Gurría de que llevará ante el máximo foro de la Organización de las Naciones Unidas la denuncia sobre violación de autoridades estadunidenses a la convención internacional que obliga a los Estados a respetar el derecho de extranjeros detenidos a solicitar apoyo de sus consulados. ``Esa denuncia la haremos para que el mundo sepa y para que no nos vuelva a suceder''.

Luego dijo que el Departamento de Estado se había disculpado ante el gobierno de México por esta infracción al derecho internacional en el caso de Mario Murphy, ejecutado en días pasados en Virginia. No dijo que fue una disculpa post mortem.

Y el único momento embarazoso, exceptuando naturalmente el intercambio con el perredista Heredia, fue cuando el panista Rafael Alberto Castilla Peniche le preguntó sobre cómo se gastaron los 5 millones 78 mil dólares para cabildeos en el extranjero, colocándose México en segundo lugar en el mundo en este rubro de gastos y qué tipo de controles existen sobre esos presupuestos.

Gurría se limitó a hablar de las necesidades de promover la imagen de México ante los distintos foros financieros, ``un cabildeo -afirmó- que se justifica plena- mente y que seguiremos haciendo''. Nada sobre lo que, según puntualizó en la réplica el panista, se le pidió de ``transparentar'', no anular, estos gastos.

Preguntas sin respuesta

Cuando apareció en el recinto legislativo el líder de la fracción perredista, Porfirio Muñoz Ledo, rodeado como siempre de su cauda de fotógrafos, y se arrellanó en su curul, se supo que algo iba a pasar. Por su investidura hubo de declinar en esta ocasión a pasar a la tribuna a triturar a lo que fue, por lo menos cuando estuvo en el Senado, su blanco favorito: los cancilleres. ``Hoy no; tal vez más adelante'', bromeó.

Pero subió Carlos Heredia a cumplir lo que dice el dicho: ``Para que la cuña apriete...''. No solamente son del mismo puerto Gurría y Heredia. En los ochenta fueron compañeros de trabajo en Hacienda, el primero como director de Crédito Público y el segundo en la dirección de Planeación.

Luego coincidieron en Estados Unidos, en el corazón donde se negociaba en el TLC, pero en bandos contrarios. Heredia como parte del organismo no gubernamental Equipo Pueblo, de la red mexicana ante el TLC, y como investigador invitado del Development Gap, siempre polemizando contra Gurría, cabildero del más alto nivel en el equipo salinista y sí, también, de Córdoba Montoya.

Ayer otra vez estuvieron frente a frente.

``Para los tecnócratas la dependencia creciente del país y su sometimiento a políticas hegemónicas son una suerte de gozosa fatalidad'', arrancó Heredia. ``La política exterior se ha convertido en rehén de la política económica'', siguió. Gurría rebatiría más adelante diciendo que esto ``es un cliché''. El Bronx priísta despertó y el bloque opositor se entusiasmó. ``México no necesita al frente de la SRE a un mercader, así sea de créditos''. Duro.

Luego la emprendió contra las cláusulas políticas que México firma ahora con sus socios comerciales, contra el papel de ``emisor de Estados Unidos'' que México juega en el Grupo de Río, contra la pérdida de protagonismo en los foros internacionales.

Y las preguntas: ``¿Cuál es el alcance de la colaboración, la capacitación y el adiestramiento técnico de personal mexicano en Estados Unidos, sea para el combate al narcotráfico o con fines militares? ¿Cuántos mexicanos han asistido a los cursos del Colegio Interamericano de Defensa en Estados Unidos?''.

De las relaciones de Córdoba Montoya con agencias de inteligencia estadunidense y de los ``nexos'' que dijo Heredia tienen Gurría y su subsecretario Rebolledo Gout con él: ``¿Sigue siendo Córdoba el vínculo con dichas instancias?''.

Y otras: ``¿Cuántos agentes de la CIA operan en México, bajo qué reglas? ¿Está involucrada la CIA en la capacitación militar a unidades contrainsurgentes en Chiapas o en otros estados?''.

A todo ello Gurría respondió que ``México es más fuerte, más respetado y más importante en el mundo'' que antes. Sobre las cláusulas políticas en los tratados de libre comercio (inauguradas en el convenio con la Unión Europea) dijo que ``nos costó mucho trabajo encontrarle problemas''. De Córdoba se defendió: ``Ignoro qué haga, dónde trabaje y dónde cobre. Aquí no''.

Después de este forcejeo pasó el clímax y la glosa de la política exterior concluyó sin más novedad.