Tecamacharco, 19 de septiembre Ť Me lo dijeron los meseros Ramazzoti, en cuanto entré en el salón, bajo los abanicos inertes de El Imperio de los Sentidos. Pero antes de oír el terrible anuncio, lo adiviné cuando vi el cuarteto de agentes de la policía de caminos que jugaban al dominó en la mesa habitual del héroe de esta página. Yo estaba al final de un viaje que había empezado el lunes por la noche (en tren: Venecia-Montpellier-París; en avión: París-Frankfurt-Colonia-Amsterdam-Londres-Dublín-las aguas territoriales de
Islandia y Groenlandia-la Isla de Man-Montreal-Toronto-Cincinnatti-Memphis-Nueva Orleáns-Tampico-Pachuca-ciudad de México; y por último en autobús: ciudad de México-Mixiotepec-Tecamacharco) y sólo quería un instante de reposo. Pero no me dio tiempo siquiera de pedir un trago.
-El tonto del pueblo volvió al corralón -fue la sentencia, poco informativa, más bien burlona, de uno de los meseros.
-Y ahora sí, tiene como para diez años -acotó el otro.
Crucé la plaza, vadeando las zanjas que el ayuntamiento sigue abriendo por todo el pueblo -ya se sabe: se acerca el fin de la actual administración, y los contratistas laboran a todo trapo para justificar sus aguinaldos de años pasados-, y tomé un taxi frente al atrio de Nuestra Señora de Lourdes.
-A la Cárcel Pública -ordené, no sin recelo.
Pagué 100 pesos en la ``aduana'' para que me dejaran pasar con Terra, el libro de Sebastiao Salgado que acababa de comprar en París por encargo, y supe que a Bedoya Arteaga, Serapio, lo habían recluido en el pabellón de alta seguridad. ¿Por qué?, le pregunté al custodio.
-El interno se escapó de aquí el mismo día que El señor de los cielos se hizo la cirugía plástica. Y si no me cree, vea La Jornada del 5 de julio, página 4.
-¿Y a poco lo acusan de narcotráfico?
-No -dijo el guardián-, pero la sicóloga dictaminó que tiene una mente criminal sumamente peligrosa. O sea, igualito que El señor de los cielos, su amigo aprovechó que el ``gobierno'' andaba muy atareado con las elecciones para cometer su fechoría.
Qué manera de hablar tan literaria la de este hombre, me dije, caminando hacia el área de los peores delincuentes del presidio. Un lugar que, a mi juicio, resultó ser bastante más amable, limpio, cálido y acogedor incluso, que el patio y las cochambrosas celdas de los presos comunes.
-Aquí se pagan 100 dólares de renta al día -me explicó el guardián.
-Casi -le dije- lo mismo que le costó a Salinas su segunda casa en Irlanda.
El pobre uniformado se detuvo ante un portón de acero, similar al de las cajas fuertes de los bancos. Insertó una tarjeta de plástico en una ranura y al momento se iluminó una pantalla; entonces, oprimió cuatro teclas en un tablero y el portón, luego de una pausa, nos permitió el acceso. Detrás de una doble reja de barrotes de siete pulgadas de ancho, una recepcionista con un traje sastre color pistache, guapita en realidad, presidía una mesa tubular de aluminio.
-¿A quién anuncio? -susurró sin mirarme.
El pabellón de alta seguridad de la cárcel pública de Tecamacharco es la obra gubernamental más cara del pueblo, y casi nadie lo sabe, me dije, mientras la muchachita de aire huidizo copiaba mis datos en su agenda. Como era de suponerse, el tonto del pueblo no pertenecía sino a la clase subalterna dentro de aquel Club Med outsider, y aunque fui conducido a un vestíbulo con barra de caoba y vitrinas repletas de botellas importadas, debí esperar más de una hora a que terminara su turno en la sala de juegos electrónicos, donde, iba a explicarme muy pronto, su tarea consistía en darle mantenimiento a las máquinas.
-Pero si no sabes nada de electrónica -le dije.
-``Mantenimiento'', aquí, significa echar las fichitas en el tragamonedas, para que los clientes no se tomen esa molestia.
-O sea que te va de maravilla...
-Nunca había estado mejor -aceptó-. Pero ya quiero irme.
Le recordé que en La Jornada del sábado 19 de julio, página 4, se había comprometido a escribir desde Europa una serie de relatos de viaje. Y le reclamé que por haber incumplido con esa oferta -que yo me encargué de ``amarrar'' con Carmen Lira, previo acuerdo con Andrés Ruiz, a quien desde aquí se lo agradezco- no me quedó más remedio que sustituirlo e inventar al vuelo una serie llamada Europiñas, que a la larga me acarrearía no pocas críticas.
-Pues sí -dice ahora el tonto del pueblo-, el país cayéndose y tú publicando esas babosadas.
No sé qué replicar. Así que reviro.
-Lo que hice fue suplantarte, maestro. Y me dejaste colgado. Creo que, mínimo, debes una explicación.
-Me agarraron en el aeropuerto -dice con las pupilas repentinamente borrosas por las lágrimas-. Me estaban esperando...
Y repite, con mayores detalles, la historia que poco antes me había contado el celador.
-Lo que más lamento -resume sonándose-, es que no fui al Zócalo a ver la llegada de los zapatistas.
-Bueno, pero qué has oído del congreso del Frente Zapatista...
El tonto del pueblo mira hacia el infinito, mientras guarda su pañuelo en el bolsillo, y confiesa con gravedad.
-De eso, precisamente, quiero hablarte.
Lo que viene a continuación es la síntesis de su dicho.
La Cuarta declaración de la selva Lacandona, emitida el primero de enero de 1996, trazó para el amplio conglomero social que apoya a los zapatistas, en México y en el mundo, una línea de acción que ha tocado ya sus límites, toda vez que parcialmente logró todas sus metas: a) hacer del diálogo entre el EZLN y la sociedad civil el principal instrumento de lucha; b) auspiciar un Movimiento de Liberación Nacional, capaz de incidir en los procesos electorales, apoyando a las organizaciones que lucharan por el poder y recogieran al mismo tiempo las demandas zapatistas; c) construir un Frente Zapatista de Liberación Nacional, cuyos miembros no pertenecerían a ningún partido, no lucharían por el poder y, en cambio, obligarían a las autoridades a mandar obedeciendo; d) organizar un diálogo intercontinental contra el neoliberalismo.
Poco hay que decir respecto del punto a), salvo que demostró su pertinencia, rindió grandes frutos y sigue vigente. Del punto b), en cambio, el balance no es feliz: el Movimiento de Liberación Nacional, hoy conocido como FAC-MLN, se formó en el primer trimestre de 1996, pero muy pronto se alejó del discurso y las perspectivas zapatistas; hoy responde a su propia dinámica interna y navega por su propia cuenta. Para hablar del punto c), el FZLN, es mejor estudiar primero, así sea a grandes rasgos, el punto último, relativo al zapatismo como un movimiento de alcance internacional, con mayor presencia sobre todo en Europa, dentro del cual, sin embargo, cada día se aprecian con mayor claridad dos tendencias.
Las bases del zapatismo europeo, las más activas en el terreno de la solidaridad y todas las tareas que ésta exige, son los grupos autónomos que operan en España, Francia, Italia, Alemania, Suiza, Irlanda y Grecia, por mencionar los países donde esta forma de organización ha alcanzado los más altos niveles de desarrollo en relación con otras naciones de la Europa rica. Estos grupos, numerosísimos en verdad, se componen de jóvenes y no tanto, que viven en las orillas del sistema (aunque reciben el subsidio estatal para paliar el desempleo) y que se identifican con el discurso anarquista del EZLN en lo que se refiere a no luchar por el poder.
Por congruencia, por fidelidad a este principio, divergen de los partidos tradicionales de la izquierda europea -el Partido Socialista en Francia y el Partido de la Refundación Comunista en Italia, sobre todo-, que ven en el EZLN un pensamiento innovador, original, lleno de creativas propuestas, que abre perspectivas nuevas a las luchas de los desheredados del mundo, especialmente después del gran derrumbe ideológico de 1989.
La acogida que el EZLN ha recibido de estas dos tendencias ha sido enorme. No obstante, en la medida en que el EZLN habla tanto con los grupos autónomos como con los partidos tradicionales, manteniendo su aspiración de crear ``un mundo en el que quepan todos los mundos'', ha introducido elementos de crisis en algunos de los grupos anarquistas más radicales, como es el caso de Francia, donde luego de la visita de una delegación del EZLN a París, y en protesta porque Javier Elorriaga se reunió con Danielle Mitterrand y Régis Debray, los sectores más ortodoxos del zapatismo francés optaron por desmovilizarse.
Y éste es el riesgo que ahora puede traer consigo la comparecencia de dos representantes indígenas del EZLN en Venecia, ante un auditorio formado por diversos grupos autónomos de Roma, del sur de Italia y de la norteña región del Véneto, pero también por el número dos de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, y delegados del partido de los Verdes y del periódico Il Manifiesto, es decir, en suma, de la izquierda tradicional. Esta insospechable convergencia suscitó el enojo de otros grupos autónomos, pertenecientes, marcadamente, a los centros sociales de Brescia y de la Toscana, cuya militancia a favor del EZLN ha sido activa desde 1994.
Que el EZLN mantenga vínculos ``amistosos'' con algunos partidos y organizaciones de la izquierda tradicional europea, y no encuentre la manera de relacionarse dialécticamente con la izquierda tradicional mexicana -y en concreto, no hace falta decirlo, con el PRD-, es un problema que no previó la Cuarta declaración de la selva Lacandona, y que hoy exige de los zapatistas un nuevo esfuerzo teórico para superar esta contradicción.
Si las metas del programa del EZLN lanzado en 1996 ya se cumplieron, es el momento de dar el siguiente paso. El Frente Zapatista no tiene por qué incorporarse al PRD, pero tampoco tiene por qué combatirlo, porque los planteamientos de ambos no se contraponen en temas como el petróleo, la soberanía nacional, la democracia y otros que son fundamentales. Al PRD, es cierto, le falta elaborar su propia política para el mundo indígena y debe trabajar en ello. A los dos, a fin de cuentas, los separan sus respectivas concepciones sobre la naturaleza íntima del poder.
Hoy por hoy, el gran problema para el EZLN no es el ``gobierno'', al que ya ha derrotado políticamente, ni el estancamiento del diálogo, que ya está concluido porque no hay más qué hablar, mientras el presidente de la república no cumpla su palabra. El gran problema de los zapatistas, subraya el tonto del pueblo, es que su discurso político se ha convertido en un corset que está dificultando sus próximos movimientos. De allí que el naciente Frente Zapatista, en su congreso fundacional, no se haya transformado en algo menos nebuloso de lo que ya era: una pequeña formación que reedita, en su práctica, la metodología de una fracción del trotskismo que por esos caminos nunca llegó a nada.
Dentro de la izquierda mexicana, el FZLN, como expresión civil del EZLN, está llamado a ser el principal interlocutor del PRD, y a fungir como su contrapeso. Dentro de la política mexicana en su sentido más amplio, el FZLN está destinado a aglutinar a todos los sectores sociales humillados y ofendidos que no se reconocen en la militancia partidista, y que buscan otras vías para engendrar otros mundos. Al FZLN antes que a nadie, pero también al movimiento zapatista internacional, el EZLN empieza a deberle, desde ahora, una quinta declaración de la selva.
-Sácame de aquí -suplica el tonto del pueblo, cuando por altavoces me advierten que debo irme.
Ha terminado la visita. Yo barajo nombres de abogados, y pienso en el mejor, uno de apellido Bolaños, y de nombre Bernardo, pero no puedo llamarlo, ni a él ni a nadie, porque he perdido mi agenda de teléfonos en Barcelona.
-No te preocupes -termino prometiendo y comprometiéndome-, voy a hacer hasta lo que no se pueda.
¿Será?, me digo nuevamente en la calle.