Sería insensato decir que entre cardenismo y zapatismo no existen diferencias, pero también sería un desatino decir que en el México de hoy cardenistas y zapatistas son fuerzas políticas del todo contrarias.
No se trata de abordar aquí la línea política de continuidad que en la historia posrevolucionaria ubicaría al cardenismo como un eslabón del régimen dominante, y al zapatismo como una de las fuerzas no vencedoras, pero tampoco vencidas, de la Revolución hecha gobierno y luego institucionalizada.
El actual proyecto político cardenista, a través del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y el proyecto político zapatista a través del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) son diferentes, no antagónicos, y pueden ser complementarios, aunque en algunos aspectos sí son opuestos.
PRD y FZLN comparten una semejanza: la heterogeneidad política e ideológica de sus miembros en el momento de su fundación.
Pero es también en sus respectivos orígenes donde se puede encontrar la principal diferencia: para los cardenistas fueron determinantes las elecciones del 6 de julio de 1988; para la organización de los zapatistas lo fue el levantamiento armado del 1o. de enero de 1994. Con estas fechas no se pretenden borrar los procesos sociales y políticos que en cada caso les antecedieron, sino subrayar las eventuales divergencias estratégicas.
Desde la primera vez que el Ejército Zapatista (EZLN) propuso la formación del frente (FZLN), hace veinte meses, la convocatoria fue destinada ``a los sin partido''. La convocatoria al Congreso de Fundación del FZLN también se dirigió ``a los individuos y grupos que no pertenecen a partidos u organizaciones políticas'' (12/8/97).
Ninguno de los participantes podía darse por sorprendido con esa característica que ha acompañado al Frente Zapatista a lo largo de año y medio de gestación.
Como miembro destacado de un partido político, Cuauhtémoc Cárdenas asistió al acto inaugural de la fundación de FZLN. Sin confundir militancias, como futuro gobernante de la ciudad sede del congreso de dicho frente, Cárdenas hizo un ofrecimiento que bien puede constituir la base de la relación entre cardenismo y zapatismo civil: invitó al Congreso Nacional Indígena y al Frente Zapatista a trabajar juntos, con el futuro gobierno de la ciudad, en la búsqueda y aplicación de las políticas públicas necesarias para enfrentar de inmediato y con eficacia la situación de marginación y pobreza de los indios que desde todo el territorio nacional llegan, individualmente o con sus familias, a esta gran metrópoli.
Para trabajar juntos en estas materias, no es necesario afiliarse a las dos organizaciones.
Desde organizaciones claramente diferenciadas se podría actuar de común acuerdo en algunos terrenos, reconociendo y respetando mutuamente sus diferencias. Esta es quizá la fórmula más provechosa bajo la cual pudieran trabajar conjuntamente bases del PRD y del FZLN.
Desde su propia organización, cardenistas y zapatistas tienen derecho a existir y actuar en el mismo ámbito, en la misma sociedad, en la misma ciudad, pero unos y otros tendrán que reconocer y respetar sus diferencias para poder trabajar coordinadamente cuando sea conveniente, y separadamente cuando sea necesario.
El FZLN, como fuerza política nueva, no aspira a tomar el poder, sino a transformar la sociedad, a cambiar las características y los modos de la clase dominante. El cardenismo, para ser democrático a la vez que eficaz como gobierno, tendrá que cambiar también esos modos dominantes de relación con la sociedad, las formas autoritarias de ejercicio del poder.
Ni los cardenistas van a poder transformar este país si pretenden hacerlo exclusivamente desde arriba, desde los cargos de representación y los puestos de gobierno, ni los zapatistas podrán hacer realidad sus demandas desde abajo, desde sus posiciones de base, si éstas no se extienden a la mayoría de la sociedad; ambos necesitan contar con una sociedad civil transformada.
La discusión no debería limitarse a la duplicidad de militancias o la repetición de afiliaciones, sino a la coordinación de determinados trabajos desde sus respectivas organizaciones.